Perdóname
Perdóname por no saber que era lo que quería.
Perdóname por pensar que podía intentarlo y sobrellevarlo, pero la carga era tan pesada que decidí cortar la soga con la que intentabas salvarme para caer al vacío.
Eres estupendo.
Siempre lo has sido y serás.
Eres la luz más preciosa que pude admirar.
Perdón.
Irónico, ¿no? Siempre sigo que un perdón no soluciona nada en ciertas situaciones, pero aquí estoy yo.
Pidiéndote perdón por no ser aquella mujer que estará contigo cuando tus dolores vengan.
Perdón por no ser aquella mujer que se quedara despierta hablando contigo hasta que tu sueño venga y puedas dormir plácidamente.
Perdón.
No es cobardía, porque acepte que estaba enamorada de ti con todos mis huesos, acepte que eras tú.
Si me lo preguntan una vez, sin duda alguna diría tu nombre.
Han pasado 2 años y te juro que me sigues gustando como aquella vez que te vi en aquel salón de clases.
Sigues provocando ese nerviosismo en mi cada que hablo de ti.
Una parte de mi te extraña, pero la otra sabe que hice lo correcto.
Primero yo y luego el mundo.
Ese es el lema que me tatué y sabes que lo necesitaba, necesitaba elegirme a mi primero y eso no te incluía.
Pero el volver hablar me hizo confirmar lo que ya sabía.
No voy a encontrar a alguien igual que tú y jamás lo hallare. No pienso compararte ni a los demás ni a ti.
Todos somos únicos a nuestra manera, eso lo sé, pero tú…
Eres la expectativa.