Prólogo

"La belleza y la fealdad son un espejismo porque los demás terminan viendo nuestro interior" — Frida Kahlo.

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Quiero ser hermosa.

Pienso mientras observo a las modelos en los carteles de anuncios de ropa íntima.

— Ada, es tu turno — musita mi madre.

Suspiro un poco nerviosa.

Mi tía acaricia mi espalda reconfortándome.

— Todo estará bien — masculla.

— ¿Si no sale como pensé?

— Lo hará — me abraza.

La enfermera sale de la sala pidiendo que ingrese, observo por última vez su sonrisa antes de que las puertas corredizas se cierren.

Hace dos semanas atrás decidí que es el momento de hacer un cambio a mi estilo de vida. Cada mañana que iba a la escuela sentía envidia de lo hermosas que se veían algunas chicas, sus largas cabelleras muy bien cuidadas, su piel hidratada, pero sobre todo su físico.

Luego de todas esas características estoy yo, el pato feo del salón o Ada la gigante.

Así es como muchos me apodaban, mi peso sobrepasa el nivel que debería tener normalmente y sufro lo que muchos adolescentes deben pasar cuando están en plena etapa de pubertad:

El acné.

Pequeñas erupciones que salen en tu rostro y te llenan de inseguridad ante los demás.

— Nerviosa — espeta la cirujana.

— Un poco — murmuro.

— Tranquila, todo saldrá bien — sonríe —. Ahora te colocare esta mascarilla que contiene sedante, procura respirar.

Asiento acatando la orden.

Cuando tengo la mascarilla, respiro aquel vapor que sale por un pequeño tubo sintiéndome cada vez más cansada, soñolienta.

Cierro mis ojos muy despacio olvidándome por completo en donde estaba.

Desde hoy mi vida cambiaría.

Estoy seguro de eso.

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¡Continuara!