Beauty Line

Capítulo 4

"Cuando pienses en rendirte, acuérdate de la razón por la que empezaste" 

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"Cuando pienses en rendirte, acuérdate de la razón por la que empezaste" 

Ada.

Llego el fin de semana y con ello la visita al asilo "Dulce esperanza". Llevo alrededor de 8 meses que empecé a ser voluntaria.

La primera vez que vine fue gracias a un trabajo de orientación en mi antigua institución, desde ese entonces me gusto este lugar y vengo todos los fines de semanas a visitar a los abuelitos.

— Buenos Días Ana — saludo a la enfermera del lugar.

— Ada, que bueno verte por aquí. ¿Vienes a pasar rato con ellos?

— Sabes que no me lo perdería por nada.

Ella sonríe dirigiéndome a la sala de integración, cuando ingreso las expresiones de alegría en su rostro abruman mi corazón sintiendo una calidez inexplicable.

— Pequeña — la Sra. Narcisa me extiende sus brazos en un abrazo que no dudo en corresponderle.

— ¿Cómo ha estado Sra. Narcisa?

— Algo cansada, las pastillas me dejan algo débil.

Suspiro con tristeza, la Sra. Narcisa tiene 90 años, una edad muy avanzada por ende le es muy difícil soportar algunas pastillas, por más gramos que le reduzcan.

— Quisiera ser joven otra vez — murmura.

— Si tuviera el poder de rejuvenecerla lo haría con gusto — musito tomando sus manos.

No me gusta verlos sufrir por algún dolor, indefensos. Mis ojos se llenan de lagrimas al observarlos en la sala con una gran sonrisa que sin suda ocultan el cansancio que sienten ellos.

— ¿Mi niña noto algo diferente en ti? — masculla confundida analizándome.

Sonrío apenada por no haber cumplido mi promesa.

<< Prométeme que no te sentirás acomplejada con los demás. Eres hermosa tal como eres >>

<<Se lo prometo>>

— Cuando ingresaste a la sala no pude reconocerte por unos segundos.

— Bueno, yo, realice cirugía en mi rostro — suspiro —. Me disculpo por faltar a mi promesa.

— Tranquila pequeña — me abraza, una lagrima resbala por mi mejilla —. Tuviste tus razones, sin embargo, mantente siempre fuerte.

Asiento con un nudo en mi garganta. Los demás abuelitos me dan concejos subiéndome el ánimo, otros sonriendo, no puedo creer como sus familiares son tan despreciables en dejarlos en este lugar y no visitarlos.

Cuanto daría por tener a mis abuelos conmigo.

Cuanto daría por llevármelos a todos a casa.

Son mi segunda familia y mi soporte.

Darren.

Esta mañana compre un ramo de rosas para mi abuela, hoy es su cumpleaños así que iré a visitarla.

Tomo el pequeño cake ingresando al asilo donde habilita, mis padres estuvieron de acuerdo en ponerla en este lugar con el pretexto de que no tenían tiempo para cuidarla, a pesar de que me negué en un principio ofreciéndome a ayudarla y cuidarla.

Como siempre no me escucharon.

Hoy cumple 84 años, mi madre a duras pena se acuerda, así que soy el único que pasa en este día importante con ella.

— Feliz cumpleaños a ti — ingreso con el cake en mis manos a su habitación cantando.

Ella sonríe como un niño pequeño aplaudiendo y cantando conmigo.

— Pide un deseo abuela — ella cierra sus ojos y sopla —. Cuidado con la dentadura eh.

Bromeo, corto un pequeño pedazo, ella lo toma dando una gran bocanada. Limpio en la esquina de su labio con un pañuelo quitando los restos del pastel.

— Gracias hijo — murmura borrando su sonrisa. Se lo que está pensando.

Mamá no vino otra vez.

— Le tengo una sorpresa — me levanto.

Ingreso con mi ramo de rosas junto a una pequeña caja en mis manos.

— Le gusta — musito entregándole el ramo.

— Son preciosas.

— Esto es para usted — le entrego la caja la cual contiene dos batas de dormir, una taza y un pequeño collar con nuestras fotos y nombres personalizado.

Sus ojos se llenan de lagrimas al leer lo que dice la caja "Eres la mejor abuela"

Toma las batas probándoselas encima de su cuerpo, la taza leyendo lo mismo que dice la caja y por último el collar.

Tomo el collar colocándoselo, ella me abrazando dejando un sonoro beso en mi mejilla.

Estuve todo el tiempo conversando con ella, haciendo chistes, jugando a las cartas. Unos ruidos a lado llaman mi atención.

— De seguro ya vino la chica.

— ¿Chica?

— Es una jovencita muy agradable, siempre nos relata historias o nos enseña hacer manualidades, es una niña muy simpática — responde con una gran sonrisa.




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