Desde entonces, Serena se vio envuelta en una serie de sorpresas. En primer lugar, la presentación de Daniel y Fernanda como pareja comprometida. En segundo sitio, el ascenso de Daniel a gerente general de la empresa donde trabajaba Selena. Y, por último, pero no menos importante, la noticia de que él no tenía ningún interés en ella. Todo esto sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Antes de abordar cualquier otro tema, Selena quería hablar con Daniel sobre su embarazo. Quería asegurarse de que estuvieran juntos en este valioso momento de sus vidas.
— Daniel, por favor, necesito hablar contigo.
— Lo siento, Serena, pero tengo poco tiempo. Hoy es mi primer día como gerente general de la empresa.
— Lo sé. También me enteré de que te comprometiste con Fabiana. ¿Leíste mi carta que te envié a Corea?
— ¿Qué carta, Serena? Estuve en Corea, sí, pero solo para obtener una firma en un documento. Después, viajé con mi prometida a Dubai. ¿Por qué debería haber leído una carta tuya?
— Entonces, supongo que nunca recibiste mi carta.
— No, Serena. Ahora, por favor, tengo que ir a mi oficina.
— Podemos hablar allí, ¿no?
— De acuerdo, espero que sea algo importante.
Cuando arribaron al lugar de trabajo, ambos se encerraron en la oficina. Daniel tomó asiento en la silla principal, mientras que Serena se ubicó en la una de las otras. Era la primera vez que Serena veía a Daniel en una posición más alta. Sin embargo, la prometida de Daniel no era Serena, sino la hija de su jefe.
— Dime, Serena.
— ¿No recibiste la carta?.
— ¿Por qué es tan relevante esa carta, Serena?.
— Porque en ella te informaba que estaba esperando un hijo tuyo y pensé que te alegrarías.
— ¡Qué! —exclamó él. — Eso no es cierto. Vamos, Serena, yo...
En ese momento, se quedó en silencio y luego dijo:
— Bueno, lo que puedes hacer es interrumpir el embarazo. Aún tienes tiempo para hacerlo.
— Por favor, Daniel, ¿estás escuchando lo que dices?.
— Vale, Serena, no puedo hacerme responsable de ese niño.
— Daniel, eres el padre del bebé que llevo en mi vientre.
— No sé qué hacer, Serena. Ese bebé no es mío, busca al verdadero padre.
— Por favor, Daniel, fuiste mi primer hombre.
— Vamos, sal de mi oficina o tendré que despedirte.
— Eres un desgraciado... —y le abofeteó cuando se levantó de la silla y se acercó a ella.
— Sal de mi oficina ahora y busca otro trabajo, porque mañana no estarás aquí.
— No puedo creer esto, ¿no eres el mismo hombre que conocí en la fiesta de la empresa?
— Este soy yo, Serena, así que lárgate y busca al verdadero padre de ese niño.
— Es tu hijo, Daniel.
En ese instante suena el teléfono y Fernanda está al otro lado de la línea. Daniel señala la puerta y la chica sale llorando. Fabiana la ve y al entrar en la oficina de su prometido le pregunta:
— ¿Por qué esa chica salió llorando de aquí, mi amor?
— Es una secretaria que tal vez sea despedida y no trabaje más en la empresa, como ahora soy el gerente general. El que no haga bien su trabajo lo despediré.
— Tienes razón, cariño. Si las secretarias no cumplen con su trabajo, hay que buscar a alguien más eficiente.
— ¿Qué planes tienes para hoy, mi amor?
— Por eso vine, quiero que vayamos al mejor restaurante de la avenida.
— Claro, déjame organizarme y nos vamos. Iré a recursos humanos para que despidan a esa chica y luego disfrutaremos de una deliciosa comida.
Dos horas después, el jefe de recursos humanos va a la oficina del jefe de Selena, y este la llama a su oficina, Henderson la hace sentar y le dice con franqueza:
— Señorita Magnamara, lamento decirle que no es apta para el trabajo.
Serena observaba al hombre sentado detrás de su escritorio. Henderson era uno de esos escoceses serios, con una apariencia sombría de la cultura celta y una actitud de fuerza inquebrantable. No era justo lo que estaban haciendo con ella, mucho menos que Daniel, el hombre del que había estado enamorada, le hubiera hecho algo así. Estaba cansada de que la subestimaran por ser rubia. Desafortunadamente, esa noche con Daniel significaba que se había aprovechado de ella y de su corazón. Ella era una profesional excelente, dedicada y eficiente.
— Esto es injusto, me van a despedir a pesar de hacer mi trabajo correctamente.
— Lo siento mucho, Serena, pero hasta el momento no trabajas para la empresa.