Bebé por Correspondencia

Capítulo 6

Serena se encontraba atrapada en una pesadilla, pero estaba despierta. Peleó contra una oleada de pánico que la invadió cuando decidió ir a buscar de nuevo a Daniel. Al llegar a su apartamento, su cabeza le dolía, como había estado sucediendo desde que Daniel le había dicho aquello el día anterior. Pero ese día su mundo se desmoronó en millones de fragmentos. Había ido a su casa para hablar con él, con la esperanza de persuadirlo para estar juntos. La idea de decirle de nuevo que estaba embarazada y que haría cualquier cosa por su bebé, lo haría por estar juntos los tres. En lugar de encontrarlo solo en su casa, se topó con Fernanda, quien le abrió la puerta cuando tocó el timbre. Para Serena, fue más difícil saber que Fernanda estaba con él en lugar de ella.

 

— Hola, Serena, ¿cómo estás? ¿Necesitas ayuda de Daniel?.

Serena solo lo miró con tristeza, en ese momento Daniel apareció en la puerta y le dijo a Fernanda:

— Yo me encargo, espera en la habitación amor. —la tomó por la cintura y la besó con pasión.
 

Después de que Fernanda se retirara, Daniel tomó a Serena del brazo y la llevó al ascensor. Al llegar a la entrada, la soltó en medio de la calle y le dijo:
 

— No quiero que vuelvas a mi casa, Serena. No quiero tener nada que ver contigo.

— Pero Daniel, vamos a tener un hijo.

— Te dije que abortaras, no quiero tener nada que ver contigo.

— Pero Daniel, fuiste tú quien me enamoró, quien se acercó a mí.

— No te pedí que tuvieras relaciones sexuales conmigo, Serena. Tengo otras perspectivas en mi vida y no puedo permitir que nada me detenga.

— Te casas con ella solo por su dinero, no por amor.

— ¿Cómo puedes saber eso, Serena? Por favor, vete y no quiero verte en ningún lugar donde esté.

— Eres cruel, después de lo que compartimos, ahora no quieres tener nada que ver conmigo.

— Ya te dije que tú decidiste tener relaciones sexuales conmigo y yo soy un hombre. Por favor, vete.

— Eres un estúpido…

— Por favor, vete o llamaré a la policía.

— Las acciones tienen consecuencias, pronto lo aprenderás Daniel.

— Por favor, vete.

 

Serena era consciente de que aún no había logrado procesar completamente el impacto de ese momento. Al llegar a su hogar y descubrir a Daniel en compañía de Fernanda, la hija de su antiguo ex jefe, en su apartamento, se dirigió inmediatamente al baño y experimentó una fuerte sensación de náuseas. En ese momento, todo parecía una pesadilla y Serena estuvo a punto de sentir náuseas nuevamente al recordar lo que había ocurrido esa noche con Daniel, cuando le había entregado su virginidad y su amor sin saber que era uno de los hombres más despreciables del mundo.

A Serena le parecía que había pasado poco tiempo cuando Daniel y Fernanda anunciaron su compromiso para casarse pronto, a unas pocas semanas de la boda civil y religiosa. Ahora estaba asistiendo en secreto a la ceremonia religiosa, con la esperanza de que él se arrepintiera. La mirada de Serena se encontró con la de Daniel, quien la miró con desprecio y luego la apartó. Cuando los invitados entraron a la iglesia, el corazón de Serena empezó a latir con fuerza. Sintió que todo estaba perdido, que Daniel era un hombre insensible y ella una mujer desesperada, si alguien la veía de esa manera. En ese momento, Daniel la sorprendió en la entrada y la llevó a otro lugar.

 

— Te advertí que no te acercaras a mí, Serena. —dándole un empujón que la hizo caer al suelo ligeramente.

— ¿Por qué me haces esto, Daniel?

— ¿Cuántas veces debo decirte que no quiero nada contigo? Ya deberías entenderlo.

— ¿Cómo puedo hacerlo si estoy enamorada de ti? Eres el hombre de mi vida.

— Estoy cansado de ti, Serena. No entiendes que no te quiero.

— No, Daniel, por favor, no te cases con ella.

— Ya es suficiente, Serena. Vete, ¿no te da vergüenza suplicarme así?

— No, eres el padre de mi hijo.

 

En ese momento, levantó la mano hacia Serena, pero la bajó porque sus amigos lo estaban buscando. Su novia había llegado.
 

— Serena, mejor vete y déjame en paz.

— No me pidas eso, Daniel.

En ese momento, su amiga llegó y la agarró del brazo para levantarla del suelo.

— Vamos, Serena, deja de rogarle a ese desgraciado.

— Por favor, Daniel. —lo dijo con lágrimas en los ojos y el corazón destrozado.

 

Daniel la ignoró, y Serena se encontró con su sombría y sarcástica mirada fija en ella. Un sudor frío la invadió al recordar lo sucedido la última vez que habían estado solos. Entonces miró a su amiga Carol y comenzó a llorar con desesperación, no quería dejar a ese hombre. Daniel se había convertido en algo muy especial para ella, pero a la vez algo enfermizo. Cuando Daniel regresó con sus amigos dentro de la iglesia, porque su futura esposa estaba por llegar, Serena no quiso salir de la iglesia. Así que se sentó junto a su amiga en los últimos asientos cerca de la entrada.




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