Bebé secreto del Alfa

Tres.

Ren...

Ren...

Lau... Ren...

— ¡Lauren!

Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue la expresión preocupada de Ezra, sus brazos fuertes sujetándome con fuerza y-

«Un momento.., ¿Brazos fuertes sujetándome con fuerza?»

— ¡Ah! — Di un respingo cuando me di cuenta que había caído en los brazos de Ezra y me apresuré por soltarme.

«Carajo, ¿Cómo se supone que voy a explicar esto ahora? ¡Ellos me quemarán viva por esto!» Me froté las sienes mientras sentía que Ezra seguía mirándome fijamente.

— ¿Estás bien? Te desplomaste de repente. — Las manos cálidas de la madre de Ezra sujetaron mis mejillas. — Querida, estás helada. Si Ezra no te hubiera atrapado te habrías dado un golpe muy fuerte.

Siento como el calor se acumula rápidamente en mis mejillas mientras me reincorporo, saber que Ezra me había salvado hacía cosquillear mi estómago con mariposas.

«No, un momento no son mariposas... Es el bebé moviéndose.»

— Madre, creo que Lauren aún no se siente bien. Deberíamos posponer la reunión de hoy.

— ¡No, no! Estoy bien, solo me mareé un poco.. Es todo, ya estoy mejor. — Me apresuré a decir.

Posponer la ruenión implicaba tener que volver a preesenciar la misma escena de la comida incómoda con la familia de Ezra.

La madre de Ezra no parece muy convencida con mi respuesta, incluso yo miro a Ezra, quien había estado extrañamente en sillencio, pero Olivia suspira y vuelve a hablar.

— ¿Ezra, hijo? ¿Podrías iluminarnos sobre la causa de esta… animada conversación?

El silencio se extendió por la habitación, repentino y casi palpable. Los buitres, momentáneamente, habían dejado de picotear. Todos los ojos se volvieron hacia Olivia, la matriarca silenciosa, la verdadera dueña de las riendas en esa peculiar dinámica familiar.

— Déjeme ayudarla, señora.— Intentando alivianar mi propia incomodidad me ofrecí a mover la silla de ruedas del señor Earel.

Después de haber permanecido en un silencio calculador, Ann Therese, la hermana mayor de Ezarel y oponente más firme de Olivia, finalmente habló. Su voz, aunque suave, tenía un tono de autoridad que incluso los "buitres" parecían reconocer, aunque con una sutil resistencia. Sus ojos, fríos y calculadores, se posaron en Olivia antes de dirigirse al resto de la familia.

— Olivia, querida,

comenzó, con una sonrisa fina que no llegaba a sus ojos,

— quizás no estés al tanto de la naturaleza exacta de la propuesta de Ezra. Él... ha decidido, unilateralmente, sugerir una 'modernización' de nuestras finanzas.— Hizo una breve pausa. — Lo que en términos más sencillos significa... recortar el presupuesto que nuestro querido y difunto padre, nos dio a cada uno de nosotros.

El tío Michael fue el primero en reaccionar verbalmente. — ¡Esto es una locura! ¿Sabe siquiera de lo que está hablando? ¿Cómo puede venir este niño a decidir algo sobre la autoridad de nuestros ancestros?

Olivia escuchó con una expresión de estudiada atención, sus ojos claros parpadeando lentamente mientras la miraba.

Finalmente, una leve sonrisa curvó sus labios, una sonrisa que no transmitía verdadera diversión, sino más bien una certeza inquebrantable.

— Ann Therese, querida cuñada, — dijo con una suavidad engañosa. — Comprendo perfectamente tu preocupación, y la de todos ustedes, por supuesto. El abuelo siempre fue muy generoso, y su intención era asegurar el bienestar de su familia... Sobretodo cuando no tenía la cordura ni el uso de la razón suficientes como para repartir una herencia.

Yo misma me puse tensa al escuchar esa cerrada de boca.

— Pero mi hijo, mi querido león es un hombre inteligente y reflexivo. Si él ha tomado esta decisión, si considera que esta 'modernización' es necesaria, estoy segura de que lo ha hecho tras una cuidadosa consideración y con el mejor interés de todos en mente. Si Ezra cree que este es el camino a seguir, yo lo apoyo plenamente.

Con estas palabras, Olivia zanjó el asunto, al menos por el momento. Su apoyo incondicional a su hijo, expresado con una calma autoritaria, sofocó la rebelión de la familia.

No puedo evitafr sobresaltarme cuando esa mirada decidida de repente me enfoca a mí, de los nervios ni siquiera soy capaz de sostenerle la mirada y agacho la cabeza.

— ¿Han tenido a esa pobre niña de pie todo este tiempo? ¿Qué son? ¿Bestias? — Olivia mirsigue mirándome— Mírenla, está tan pálida y delgada, parece que se la va a llevar la brisa, siéntate, Lauren.

No estaba muy convencida, pero no estaba en una posición que se me permitiera quedar de pie cuando la matriarca de la familia me lo pedía tan delicadamente.

— Come, querida, estás muy delgada... ¿Estás segura que el doctor dijo que estabas bien?

Vi a Olivia llenar mi plato con comida lujosa, pero cuando veo las ostras... Quiero morirme. No podía comer mariscos por el bebé.

— Señora Olivia... No como mariscos...

La madre de Ezra se gira abruptamente hacia mí, como si yo acabase de confesarle un crimen, «¡Tonta! Para todo el mundo es obvio que las embarazadas no comen mariscos!» No soporté seguir viendo a la cara a Olivia, necesitaba pensar en una excusa antes de que-




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