Bebé secreto del Alfa

Cinco.

Pero, aunque creí que todo estaría bien... Realmente no fue así.

De repente ya no era solo el perfume, la mera cercanía de Ezra retorcía mis entrañas. No puedo evitar echarme un paso atrás de él aunque intento hacerlo de forma sutil.

Pero por supuesto mi movimiento no pasó desapercibido para él.

— ¿Qué te pasa, Lau? — Pregunta con los ojos entrecerrados. — Actúas extraña desde hace días.

Trato de mantener la compostura pero siento el cuerpo tenso y rígido.

— Estoy bien. — Miento. — Creo que voy a resfriarme, tu perfume es inusualmente fuerte esta mañana.

Es una excusa superficial, solo puedo lamentar mis adentros cuando Ezra empieza a olerse «Sí, olerse.» Las mangas del traje como un perro policía rastreando mercancía ilícita.

Luego volteó a verme rápido, una mirada tan intensa que me pongo nerviosa. Ezra se acerca a mí dando dos pasos alargados pero no mueve la boca para hablar y solo me mira como si la mercancía ilícita la tuviera yo y no él.

''Olvídalo... Son tonterías.'' Apenas alcancé a escuchar su murmullo, él vuelve a darse la vuelta pero se detiene de nuevo, otra vez se gira hacia mí.

«¿Qué le picó a este hombre de repente?» Mi cuerpo vuelve a ponerse rígido, quizá Ezra notó eso porque no se acercó más de la cuenta.

— ¿Estás segura que no has sido tú quien abusó con el uso del perfume esta mañana? — Me preguntó, noto el sutil movimiento de su nariz, a veces Ezra es como un sabueso. — O Tal vez cambiaste de champú... Hay un aroma diferente en tí esta vez.

Mi corazón da un vuelco en ese momento, pero no de la manera en que solía hacerlo antes. Ahora es una combinación entre anhelo y la necesidad de alejarse.

«¿Será por el bebé...? ¿Y si reconoce mis feromonas de embarazo?» Imposible, el doctor dijo que eran muy débiles.

«Pero Ezra es muy sensible a las feromonas...»

— ¿Quieres ir a médico de nuevo?

Mi mirada se vuelve preocupada, solo puedo sentir culpa. Ezra sigue preocupándose por mí pero eso solo me estaba haciendo miserable.

— No, estoy bien. — Me aparté de él, no quise ser grosera pero se me escapó un manotazo. Recordar todo lo que él habló antes con Edith vuelve para darme náuseas. — No cambié nada. Por favor, Ezra, tengo mucho trabajo.

Ezra parpadeó un par de veces, pero me mantengo firme.

— Bien, entonces te espero donde acordamos. No llegues tarde, necesitamos ese proyecto para seguir con los planes.

Solo puedo respirar de alivio cuando él sale de la oficina, mis piernas tiemblan y necesito un par de minutos para ordenar mis ideas y recargarme del escritorio. De alguna manera siento como si estuviera haciendo algo ilegal.

«Lauren en qué diablos te metiste...» me regaño mentalmente, volviendo a apilar los documentos en el escritorio.

(...)

Me subí al auto tan rápido como pude hacia la clínica discreta donde Edith esperaba. El lugar tenía un aire frío y aséptico que aumentaba mi creciente ansiedad. Edith me recibió con una sonrisa tensa, una mezcla extraña de eficiencia y amabilidad.

— Lauren, qué bueno que llegaste,— dijo Edith. — Todo está listo. Después de esto...— continuó, su voz tratando de sonar tranquilizadora, —podrás seguir con tu vida como si nada hubiera pasado. Nadie sabrá nada. Te lo prometo, este secreto morirá aquí.

Yo asentí, sin mucha confianza. Edith me había dicho anteriormente que sería un trabajo rápido y solo necesitaría excusarme algunos días de descanso. Quiero terminar con esto lo antes posible pero mi determinación empieza a vacilar mientras nos seguimos adentrando.

Mientras avanzaba, logro ver a través de una puerta entreabierta una escena que me hizo detenerme por un momento. En una sala iluminada por una luz cálida y suave, una joven mujer acunaba un bebé recién nacido. Los diminutos dedos del bebé se aferraban instintivamente al pecho de su madre, sus ojos cerrados en un sueño tranquilo. La madre lo miraba con una expresión de amor puro y absoluto, una sonrisa suave iluminando su rostro mientras susurraba palabras ininteligibles.

Esa imagen... Movió algo dentro de mí. Nunca había conocido el calor de un hogar verdadero, el amor incondicional de unos padres. Mis progenitores me habían desechado. Aunque los padres de Ezra siempre me habían brindado amabilidad y atención, siempre había sentido una punzada de envidia al presenciar el profundo amor que sentían por su hijo, el lazo irrompible de su familia. En secreto, anhelaba esa conexión, ese sentido de pertenencia, un núcleo familiar propio.

Y entonces, comprendí que tal vez... Lo que más quería era mi propia familia.

— No puedo. — dije, deteniéndome.—Lo siento, Edith. Ya no quiero hacer esto.— Un suspiro tembloroso escapó de mis labios mientras intentaba explicar. —Gracias... gracias por la ayuda que me ofreciste.

La sonrisa de Edith se desvaneció, reemplazada por una expresión de incredulidad y luego de furia contenida. — ¡¿Qué estás diciendo, Lauren?! No puedes echarte atrás ahora. Piensa en ese niño. ¿Crees que será feliz sin un padre?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.