Cuando otros envidien tus logros, es ahí donde te das cuenta de que estás haciendo lo correcto.
Dos días después.
ALIZÉE LACROIX
Me siento como si no hubiese tenido ningún tipo de recaída, más viva que nunca, sin duda me hacía falta descansar, ya que el bebé me tiene con más sueño cada rato que pasa.
Ya mis jefes me habían dicho que descanse varios días más, pero me siento verdaderamente agobiada en casa sin hacer mucho, porque la tía Adelaine y mi hermana Aimée no me permiten.
Lo que sí logré fue conectarme más con mi yo interior, realizando yoga, leyendo aún más de lo que lo hago, soy lectora compulsiva, libro que veo, libro que compro y haciendo un montón de ejercicio, obviamente sin forzarme.
Ambos jefes no dejaron de visitarme en estos días, en especial Raphael, estuvo demasiado atento conmigo y aprecio mucho eso.
Y ahora me encuentro, en mi preciosa oficina, extrañaba el espacio, solamente que ahora anhelaba más estar aquí con saber que Béatrice ya no estará con nosotros nunca más.
Aprovecho el silencio y las nulas interrupciones para hacer mi trabajo, que bien van los días. Mi bebé va cada vez adaptándose más a mí… o creo que yo realmente.
Salgo con unos documentos a la oficina de Walter y debo sentarme un rato con él a hablar de unos que otros asuntos empresariales.
Toco la puerta y de inmediato es abierta por la seguridad de la misma.
—Buenos días, jefe —se pone de pie y me da un cordial abrazo.
—Alizée —oh, oh, me está mirando feo y no es buena señal si el señor Walter se enoja.
—Dí-dígame, jefe —trago seco y mis mejillas sienten un calor enorme, creo que voy a colapsar si no me dice rápido.
—¿Qué haces en la oficina?, te pedí que te quedaras descansando —río un poco para apaciguar la tensión y los nervios.
—Muchas gracias por eso, pero es que yo me siento bien, era necesario un descanso —me extiende una caja pequeña.
Tiene un hermoso listón rojo brillante y la caja es color café, me encanta demasiado en serio, no puedo evitar sonrojarme.
—Ábrelo, por favor, iba a llevarlo a tu casa, pero ya que te encuentras bien y estás aquí, te lo entregaré —como una niña pequeña me emociono bastante.
Es como un sueño que el hombre que siempre has amado te tiene un regalo que sin duda alguna te alegra el día.
Miro y eso una cadenita, con un corazón y en medio tiene una A, incrustada en diamantes, que precioso.
—Esto es…—me quedo atónita—, esto es precioso, gracias, Walter —sonríe y voy a darle un abrazo.
—Ven, te ayudo a colocarlo, me alegra que te haya gustado mucho —decido acomodarme para que él pueda ponérmelo.
Luego me miro en el hermoso espejo, fue justo hecho a mi medida, que asombroso. Dejo otro abrazo en aquel hombre que al igual que yo se nota demasiado sonrojado.
—Bueno, jefe, fuera de todo esto —trato de tomar la compostura, me cuesta, pero lo logro—, hay que tener mucho cuidado con Béatrice, ella puede ser capaz de hacer mucho daño. Recuerde que aún tiene a sus amigas aquí dentro —él asiente suavemente.
—No creo que ellas hagan algo con su jefa fuera, esperemos a ver que sucede, por el momento, ve haciendo las revisiones de los pedidos y Raphael irá a mirar en un momento que está en la sala de juntas con unos nuevos socios que lo refirieron a él —abro los ojos asombrada.
—Lo esperaré a él por allá, le informa cuando termine, me alegra que haya nuevos interesados en aportar en su empresa —sonrío.
—Claro que sí, tenemos que tener más porque el personal va creciendo y los clientes por igual —señala mi pancita, lo cual me sonroja.
—Así es, en unos meses otro miembro más—acaricio mi pequeña formación y me acerco a la puerta—, hablamos en un momento jefe.
Cuando iba a salir, me sujeta la mano.
—Por favor, no te olvides de hacerle llegar los formularios de pedidos a Raphael, hoy te toca trabajar con él más… de cerca—frunce el ceño—, que todos estén llenos con la información de los clientes que han comprado y la otra parte con aquellos que faltan por ser entregados—asiento.
¿Será que le molesta mi cercanía con Raphael?, ni modo, igual es mi jefe.
—Por supuesto, jefe, así será, me encargaré de que todo salga de maravilla—desde afuera veo a Camille y Chloé pasar y darme una sonrisa falsa, le respondo de la misma forma porque no soy menos de ella—. Hablamos luego, Walter—se despide igual con un ademán y me retiro a mi oficina que queda al lado de la de mis dos jefes.
Sigo mi trabajo, tengo que hacer esto lo más pronto posible para cuando venga el jefe Raphael, ya todo esté resuelto o al menos casi concluido y no tenga que hacer mucho más que recibirlos, es momento de volver a ser yo.
Antes de, tengo que vomitar de nuevo, ya hasta extraño me encuentro cuando eso no sucede, con tranquilidad termino brevemente, tomo algo de agua y vuelvo a mi espacio de trabajo.
Coloco algo de música relajante, para sentirla paz en este espacio y fluir mucho mejor en el trabajo. Miro nuevamente la cadena que me dio Walter y veo en una mesita de enfrente otro regalo de flores y ¿otra cajita?, pero más grande.
#3390 en Novela romántica
#1080 en Chick lit
#1156 en Otros
#401 en Humor
embarazo insperado, jefe empleada celos comedia romantica, secretos amor verdadero y complicado
Editado: 18.08.2025