Ahora es nuestro turno de luchar por lo que tanto nos ha costado, que es amar.
Versalles, Francia.
WALTER MÉUNIER
Mis manos se mueven de forma nerviosa, hasta que escucho el timbre de mi celular, es un mensaje de Alizée porque le tengo sonido personalizado.
Seguro ha leído la carta y… Esta es la señal que esperaba, me ha pedido que regrese y hablar.
Tomo mis cosas, he venido a Versalles porque está a treinta y cinco minutos de París, puedo llegar brevemente.
Por fin, podré hablar con ella y ver a que tipo de acuerdo llegaremos.
Huyo, como si las puertas del amor estuviesen abiertas para mí, como si cupido me hubiese tocado las campanas para poder continuar.
Emprendo mi viaje en solitario, también tengo otra felicidad porque los socios han aceptado la propuesta de campaña y ellos estarán con nosotros, eso me hace demasiado feliz, gracias a Alizée, mi mundo se mueve grandemente.
Tomo el celular una vez más y respondo el mensaje para que no piense que no tengo interés en su propuesta.
—Estaré ahí en la puerta de tu casa cuando menos te lo esperes, gracias, Alizée.
Suelto y sigo conduciendo algo veloz, quiero llegar lo más pronto posible.
Debo hablarle también de Enzo, ese hombre no me agrada para nada y quiero comprender quien es y como la conoce, no permitiré que nadie le haga daño a Alizée.
¿Aceptará ella ser mi novia?, espero que sí, de corazón anhelo que me perdone, esa es otras de las cosas que deseo.
Ella merece ser feliz, si acepta, seré el hombre más afortunado del mundo, pero en dado caso que aún no esté lista para una relación estable, la comprenderé, la veré siendo alegre.
No quiero dañarla, nunca ha sido mi punto principal.
Recuerdos, amor, sentimientos y emociones están en mi cerebro a flor de piel, no puedo dejarlo pasar por alto. Debo amar o ver tras las gradas su sonrisa reflejada en cualquier aspecto de su vida.
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París, Francia.
NARRADOR OMNISCIENTE
¿Qué es lo que se siente cuando dos almas con sentimientos en común se miran y se conectan?, ah, si, ese cosquilleo en el pecho.
Esto es lo que ha pasado con Walter y Alizée cuando se vieron de nuevo. El rostro de aquella mujer está cabizbajo mientras sus mejillas se enrojecen al percibir la forma en la que él la mira.
Por su mente, solamente pasa aquel día que lo conoció, aquel día en que ella, por una manera inusual, llegó a ser su empleada.
Un recuerdo, otro más en común.
…
Aquel día donde, la casualidad pasó a ser más que una simple palabra.
Las calles de Francia están frías y algo movidas por las festividades navideñas, es donde el ciclo de Alizée Lacroix se vuelve más intenso.
Ha enviado su hoja de vida a diversas empresas esperando sus llamadas, pero el teléfono de su casa y su móvil no timbran.
¿Tan difícil le es a una mujer de veinte años encontrar una labor hoy en día?, en su caso lo ha sido, sin embargo, ella persiste, porque necesita ayudar a su tía-madre Adelaine y su hermana Aimée.
—Alizée, ve a comprar las patatas, creo que es lo que vamos a cenar hoy con unos huevos hervidos—toma el poco dinero y sale de casa.
Ha sido algo simple: ir al supermercado, comprar patatas y, regresar a casa con ellas en mano.
Los obstáculos nunca se quedan, lo que sí es cierto es que, para ella, su vida es un laberinto en este momento.
Bien cubierta del frío y la nieve, emprende su vuelta al supermercado más cercano, no puede demorar en llegar porque Adelaine se enojaría en hacerla esperar.
—Solo queda una cuadra más y llego, es poco, deja la timidez, Ali—se repite así misma una vez más.
Ha aprendido a expresarse entre la gente, lo necesitaba si desea trabajar, aunque es un que no es algo que le guste hacer todos los días.
Mira el supermercado, es pequeño, pero para ello alcanza. Todo está cerrado y desolado, recordó que por las festividades, muchas personas se lanzan a vender cosas a las calles y cantar villancicos.
La señora la observa y le sonríe cuando ve que es ella.
—Sabía que vendrías hoy, pequeña, no he vendido nada hoy—acaricia su cabello.
—Casi todo está cerrado por las fiestas, ya sabe como es aquí, las calles están movidas, pero la gente ya compró lo necesario y algunos se van de viaje.
Le expresa mientras toma un costal de patatas.
—Así es, pero has venido demasiado tarde, ¿por qué corazón?—agacha su cabeza y le pone las patatas encima del mostrador.
—Mi madre solamente ha vendido unos sombreros navideños hasta esta hora, no había mucho dinero en casa, a mi hermana no le han pagado su salario porque el señor se enfermó.
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Editado: 05.09.2025