Quiero que todo vaya cambiando, que aunque el camino sea estrecho y difícil, todo fluya hacia el camino correcto.
ALIZÉE LACROIX
Han pasado unas arduas semanas de trabajo, dolores y demás, la panza ya me pesa demasiado, no puedo ni siquiera un poco más con ella. Hoy me toca un chequeo con mi doctora, ya que me dijo que puede ser que pronto vaya a dar a luz, lógicamente que ando en mi última etapa de gestación.
No puedo creer en lo rápido que ha pasado el tiempo, siento como si fuese ayer que se me hizo un nudo en la garganta pensando y analizando quien me ayudó a crearla.
Hasta ahora no le tengo ningún nombre, lo que sí espero pronto encontrar alguno, sin embargo, el hecho de no tener al padre a mi lado es lo que me ha traído las dudas de aquello que le pueda colocar.
Aimée y mamá Adelaine no me han podido acompañar, por lo que he tenido que ir sola. Primero pasé por la oficina a buscar el cargador de mi celular que se me quedó ayer antes de irme a mi cita, al menos estoy a tiempo.
Me encuentro con Raphael, el cual me sonríe al verme.
—Hola, Alizée, ¿no que tenías una cita hoy?—expresa confundido.
—Hola, sí, vine a buscar algo, pero ya me voy—sonrío.
En eso sale Walter y me abraza como puede, ya que mi panza es una obstrucción para estar cerca en el abrazo.
—¿Ya vas a tu cita Alizée?, ¿te acompaño?—asiento levemente.
—Por supuesto, estaba buscando con quien ir, porque nadie ha podido acompañarme—le menciono cabizbaja.
—Raphael, te dejo a cargo la empresa, no te vayas ni hagas locuras—asiente.
—Así será, Wal—se dan la mano con un típico saludo de puños que tienen entre hermanos, para luego mi querido jefe retirarse conmigo.
La empresa ha tenido muchas cargas sin Camille ni Chloé aunque no hacían la gran cosa, pero hace falta personal.
Walter me acompaña en mi auto, realmente es un peligro yo ir conduciendo, es por eso que salí un tiempo antes de lo acordado con mi doctora.
Vamos hablando en el camino, la verdad es que él sabe como ponerme nerviosa y hacer que mi corazón se acelere a mil millas por segundo, sin duda él me tiene con el alma en sus manos.
El médico no está tan lejos de la empresa, es divertido el camino mirando mi pancita, sintiendo que pronto la tendré en mis manos, que nervios y a la vez lo anhelo demasiado.
Notando el poco tráfico, ya hemos llegado al estacionamiento del hospital, salimos rápidamente por la hora, esto es genial, ya quiero saber la respuesta o cuando daré a luz.
—Vamos, Walter—en su cara veo total felicidad.
—Donde me indiquen las dos señoritas—toca mi pancita y siento un cosquilleo en mi vientre, cuando la tocan siempre es una sensación muy mágica.
Camino a la recepción y me conocen de inmediato por las veces que he venido a hacerme todos mis exámenes y demás.
Entro a la sala y, me dijeron que me harán una nueva evaluación para ver el avance.
—Señor, ¿desea pasar?—Walter niega y le hago un puchero para que me acompañe.
—Ven por favor, siempre vengo con mi hermana, pero ella no pudo, es que no me gustan las inyecciones.
—Está bien, lo haré, pero esas cosas me ponen nervioso—río y entramos al lugar.
Nos ponemos a ver todo y lo aprieto en su brazo derecho en cuanto veo la inyección.
—Ay, no, no quiero una inyección, se lo pido—él me mira y besa mi frente.
—No estás sola, estoy aquí contigo, piensa que soy tu hermana.
Eso me hace reír un poco, me lo tomo de esa manera hasta que esa inyección entre en mis venas, ya pasó, es momento de que saquen lo necesario. Luego miraremos el aparato con la ecografía del bebé y los latidos de su hermoso corazón.
Colocan el gel después de retirar la molestosa inyección de mi ser, harán la ecografía de lugar, las analíticas y el exudado vaginal-rectal que son otros procesos que, no quiero que sean con Walter presente.
Veo a mi pequeña, es tan grande y hermosa, se ve relajada en ese espacio y a la vez loca por salir, aunque se está moviendo mucho, lo suficiente para causarme un poco de molestia.
Sin duda esto es un sentimiento que no tiene ningún precio de algún modo u otro, no podría ya imaginarme sin esa pequeña en mis brazos.
Escuchamos los latidos y, no puedo evitar llorar, es que, es algo mágico, aquella vez que los escuché por primera vez eran más calmados, pero ¿hoy?, ya me está dando señales de que quiere salir de ahí.
Me limpian, sacan las debidas fotos y las guardan en un sobre, para después sonreír hacia mí y mirar a Walter.
—La pequeña va a nacer pronto, es bueno que estas semanas ya te vayas preparando, no te sorprendas si llega a suceder unos imprevistos de parto y contracciones, está bien posicionada y sus latidos son perfectos—mira a Walter una vez más—Señor, le pido que ahora, si se retire, eso es demasiado íntimo y no quiero que mi paciente se vea incómoda—asiente y se retira.
Seguimos con los otros procesos y me siento feliz por la noticia, que genial que mi embarazo al ser el primero sea tan maravilloso.
#666 en Novela romántica
#275 en Chick lit
#195 en Otros
#96 en Humor
embarazo insperado, jefe empleada celos comedia romantica, secretos amor verdadero y complicado
Editado: 05.09.2025