Más allá del dolor, siempre hay una luz que te lleva a la felicidad plena, ahí donde siempre se quiere estar.
2:00 am
ALIZÉE LACROIX
Hace horas que no puedo conciliar el sueño y todo se ha vuelto mucho más agobiante que de costumbre. Me he movido de un lado a otro, las punzadas cada vez se vuelven peor, un momento el dolor cesa y vuelve con mucha más intensidad.
Nuevamente, voy al baño, aunque trato de que sea con algo de paciencia porque no quiero caerme o algo, ya que ni me siento la espalda. He estado así desde la mañana y no entendía por qué, aunque creo que ya es hora.
Tomo mi celular para escuchar algo de música relajante mientras me acomodo para ir al baño, que noche más agobiante, espero que con mis pasos y demás no despierte a mi hermana, Adelaine y a mis padres que igualmente se quedaron aquí.
Antes de sentarme siento este líquido suave y transparente salir de mi cuerpo, estoy anonadada, ¿acaso he roto fuente?, pues sí, es demasiada como para ser orina.
Mis manos comienzan a temblar y yo a sudar de los nervios, esto es lo que menos esperaba ahora mismo.
Camino tratando de no resbalar, siento como si se me hubiese ido la vida en un momento, a la vez me encuentro relajada, debo ir y despertarlas.
Les voy marcando, no me siento con mucha fuerza en las piernas, pero tengo fuerza para moverme.
—Dime, Alizée—suelta mi hermana somnolienta.
—Ayúdame, acabo de romper fuente—escucho su asombro y vuelvo a subir a mi habitación como si nada hubiese pasado.
Corro a buscar todas las cosas, ponerme una ropa decente. Le marco a mamá Adelaine para que igual me ayude y despierte.
—¿Qué ha pasado?, dime que no ha sido por error—siento un leve dolor.
—Ayúdeme, estoy sintiendo dolor ahora mismo, uno pequeño y he roto fuente.
Me cuelga y ella llega disparada aquí junto con Aimée a ayudarme con los bolsos y a tomar mis paquetes de ropa para irme.
—¡Ay Dios!, Alizée—ella me nota algo pálida y sonrío.
—Tranquila, es algo de dolor, me siento bien, Aimée—le extiendo las llaves de mi auto—toma, conduce por favor—hago un quejido, en momentos los pinchazos se sienten demasiado fuertes.
En esos libros que leí de embarazos y madres primerizas, decía lo variadas que son las contracciones y que va a depender de mi resistencia, pues, aunque no me duele al cien por ciento, sí siento la molestia.
Mamá Adelaine y mi padre, quien se ha despertado junto con mi madre, se ven algo preocupados, pero yo me siento bien. Nos subimos al auto y, mamá Adelaine no me suelta la mano un segundo.
—Solo respira profundo, el hospital no está lejos—Aimée enciende el auto y mis padres se suben rápidamente luego de asegurar la casa.
—Eso es lo que trato—mi respiración se vuelve un poco más acelerada, sin embargo, tengo que tomarlo con calma absoluta.
Solamente me pongo a imaginar las largas horas de labor de parto que tendré que afrontar ahora, esto sí que es un tremendo problema, lo mejor de todo es que, yo no estoy sola, tengo a mis familiares conmigo y eso me basta.
Nos vamos a toda prisa, cierro los ojos y acomodo mi cabeza hacia atrás mientras respiro con aún más profundidad, mi pequeña ya viene a este mundo terrenal a recibir todo el amor de quienes me rodean, eso lo tengo asegurado.
—¿Te sientes bien, Ali?—asiento con mi cabeza cuando escucho la voz de mi madre.
—Por el momento lo estoy, la verdad me siento relajada, no se preocupen por mí, me encuentro de maravilla, solamente pierdo un poco las fuerzas—sonrío aún con mis ojos cerrados.
—Sé que eres una guerrera, hermanita, vas a lograrlo, en serio, no te rindas y recuerda que no estás sola, también sabremos quien es el padre.
Tras escuchar esas palabras me emociono bastante, me alegra tener a mi hermana tan contenta con la situación.
Ya anhelo tenerla en mis brazos, pero, tengo que ver como me haré para saber quien es el padre, aunque a decir verdad, es lo que ahora mismo menos me importa.
Quiero lograr todo y ser feliz, hija, haré todo lo posible por hacerte sonreír.
-------------------
Al día siguiente.
5:00 pm
Gran hopital de París (Hospital principal de París)
Después de quince largas horas, llorando, sintiendo las contracciones, sudando en grandes cantidades y, esperando a dilatarme, estoy tratando de lograrlo, ni siquiera me encuentro en sala de parto, donde sí me encuentro es en una habitación, en una postura cómoda para dar a luz.
El sol está resplandeciente, que hermoso sería si mi pequeña nace de tarde, justo como yo, su madre, hasta lo que tengo entendido así mismo fue.
Una enfermera me revisa y nota que tengo todo lo necesario, que después de horas comiendo postres, tomando líquidos y demás, ya estoy preparada.
—Después de tantas contracciones, ya estás totalmente dilatada, ¿cómo te sientes ahora mismo?—me coloca un suero y siento mi panza bien baja.
#666 en Novela romántica
#275 en Chick lit
#195 en Otros
#96 en Humor
embarazo insperado, jefe empleada celos comedia romantica, secretos amor verdadero y complicado
Editado: 05.09.2025