Because art is my life

Capítulo 1-Mediados de Octubre

Hace un tiempo leí que si alguna vez sientes que algo ya no es como antes, es hora de seguir adelante. Supongo que tiene completamente la razón, aunque bueno, una vez me aferré a mi pasado y desde entonces no lo he dejado ir. Sí, este año para mí ha sido demasiado largo y difícil en muchos aspectos, tanto que mi mente a veces decide desviar algunas cosas simplemente para no dejarme toda la noche pensando porque ya conoce cómo soy. A pesar de todo, sé que podría maldecir mi suerte una vez más y detestarlo, pero esta vez no lo haré, ahora sé quién soy.

Así que hoy he decidido quedar con Rayen, necesitaba despejarme un poco de mis pensamientos. Hace dos noches me escribió, llevaba demasiado tiempo sin saber de ella y al ver su mensaje no dudé ni un segundo en aceptarle. Siempre decimos de volver a vernos pero nunca encontramos el momento, excepto hoy.

Cuando ya estaba a punto de salir de mi casa, me detuve un momento en la puerta. Tenía la sensación de que había olvidado algo pero no recordaba qué era. Así que regresé a mi habitación para tratar de recordarlo mejor y nada más llegué, al observar la ventana que tenía delante, me di cuenta de que mi plan se había tirado por la borda, estaba lloviendo.

La verdad es que siempre me he considerado amante de la lluvia, excepto cuando por fin tengo algo que hacer y no es pasar la tarde viendo películas. Tampoco creo que mi amiga quiera estar al aire libre con un paraguas bajo la lluvia, entonces cuando iba a preguntarle sobre lo que finalmente haríamos, me di cuenta de que ella ya me había escrito antes <<cambio de planes>>.

Después de estar un rato hablándolo, decidimos encontrarnos en un centro comercial que se encuentra más o menos cerca de mi casa. En el instante que decidí salir, dejó de llover así que fui andando. Llevaba demasiado tiempo sin sentir el olor a tierra mojada. Últimamente hacía buen tiempo, podría decir que parecía que el verano se había alargado más de la cuenta.

No quedamos en ningún lugar en concreto, el centro comercial es bastante amplio y aunque trato de buscarle con la mirada, mi vista se pierde por completo entre la masa de gente, así que sin éxito decidí llamarla. Sin embargo, no recibí ninguna respuesta, lo que me hizo darme cuenta de lo impaciente que suelo ser a veces. Una vez me rindo, decido adentrarme entre la muchedumbre. En ese mar de personas sentí que una mano se posó suavemente en mi hombro, era ella. En este tiempo que no nos veíamos su pelo creció y se veía mucho más claro que anteriormente. Me recibió con una sonrisa y con un abrazo que duró varios segundos. Al ver por encima de su hombro noté que iba acompañada de dos chicos más.

—  ¿Cuánto hace que no nos vemos? — Dijo mi amiga con una amplia sonrisa— . Por cierto, ellos son Raúl y Matías, ambos están en mi clase.

— Encantada, soy amiga de Rayen— Saludé, aunque sentí que ellos me ignoraron un poco.— Creí que sólo quedaríamos tú y yo— murmuré mientras miraba fijamente a mi amiga con incomodidad.

—  Ah sí, es cierto, solo que llegué un poco antes y ellos estaban aquí .

—  Íbamos a ir al cine, si molestamos él y yo nos podemos marchar ya— Respondió el más alto de los dos.

—  Cine... No es mala idea, de todos modos tampoco teníamos nada pensado, ¿quieres ir, Marta?

Por una época me encantaban las películas de terror, pero la última que vi me aburrió, supongo que era demasiado básica. De todos modos creo que les daré una última oportunidad. Dirijo la mirada hacia mi amiga y le asiento con la cabeza.

Estuve sentada al lado de ellos las 2 horas que duró la película y no fue nada nuevo, ¿será que he visto demasiadas películas así? Sin duda, lo mejor de todo era ver las expresiones de los amigos de Rayen, de vez en cuando ella y yo nos reíamos mientras que ellos seguían con los ojos como platos, por un momento puedo asegurar que parecían niños.

Al terminar la película mi amiga y yo decidimos irnos nosotras por nuestro lado, necesitaba poder hablar con ella a solas después de todo este tiempo.

—  Creo que les he caído mal a tus amigos- dije con un tono gracioso.

—  Venga ya, no digas eso. Al principio suelen ser más callados, pero conforme los vas conociendo bien pillan más confianza.

—  ¿Estás segura de que no lo dices solo para hacerme sentir mejor?

—  Umm, entiendo que Raúl pueda resultar pesado a veces, pero te aseguro que es un amor de persona— Dijo para tratar de animarme— ¿Te apetece buscar un lugar para sentarnos tranquilamente y hablar? Necesito saber qué era lo que me querías contar.

Salimos a una zona fuera del centro comercial donde lo único que se escuchaba era el ruido que hacía la lluvia al golpear el techo de cristal. No había apenas nadie y nos sentamos en unos bancos que había en la esquina del fondo.

— Ya no estamos juntos— rompí el silencio.

— ¿Enserio? La semana pasada vi vuestras fotos y creía que todo estaba bien.

— Yo también lo pensaba— suspiré.

La verdad es que no me dio apenas explicaciones, de la noche a la mañana cambió por completo y ni quiso hablar las cosas en persona. Es cierto que los últimos días lo notaba mucho más cortante, pero se excusaba diciendo que estaba ocupado.

—  ¿Entonces por qué ha ocurrido eso? — me preguntó preocupada.

—  No lo sé, creo que no le he dado razones para que acabase así, solo me dijo que prefería que fuésemos amigos ya que se supone que no estaba preparado para algo serio y al día siguiente me pareció verlo en la foto de una chica con la que ya no me llevo bien desde hace tiempo.

—  No es tu culpa— Me dijo nada más notó que miré hacia el suelo con un nudo en la garganta y pasó su mano por encima de mi hombro.

Se lo agradezco demasiado. Ella no es una persona con la que me vea diariamente, pero cada vez que nos vemos es como si no hubiese pasado casi nada de tiempo, no perdemos la confianza y nos ponemos al día. Para tratar de cambiarme la cara, propuso hablar sobre otro tema y así pasamos el resto de lo que quedaba de tarde, hablando y de vez en cuando riendo. Por un momento me sentí más relajada y dejé de darle importancia.
Pero al mirar mi teléfono, me percaté de que tenía demasiadas llamadas perdidas de mi madre y que cómo siempre, no las escuché por tenerlo en silencio. En ese instante entré en pánico y supe que debía volver lo más rápido posible a mi casa.
Había oscurecido más de la cuenta y la lluvia que se había vuelto más fuerte aún creó una espesa niebla que inundaba las calles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.