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Capítulo 38

Capítulo 38

En algún lugar de Seúl.

Luka Janov

Hace un tiempo los rumores circulaban con respecto al nuevo orden desde la repentina desaparición del jefe Zhang. Nuevas alianzas se estaban formando para cubrir las rutas que fueron un día parte de los Zhang. La pregunta era ¿Quién se quedaría con la mejor parte del territorio?

También entre esos rumores había uno en cuanto al bajo perfil de Elizabeth Zhang desde el ataque. Todos sabían que ella no tenía a nadie para poner a la cabeza del clan puesto las cosas con su hijo William no estaban en los mejores terminos desde que prácticamente su padre lo desterró del clan.

Conclusión : Habían cero candidatos en esa lista. Nadie tomaría el control del clan.

Confiamos mucho en nuestra suerte que ella se mantendría en las sombras, pero eso también debió ponernos sobre alerta.

Desde esa noche LeBrun le puso un precio a la cabeza de la señora Zhang y a cualquiera que le fuera leal a ella. En cuestión de un suspiro el jefe Hu le concedió su protección e incluso un pequeño grupo de hombres como parte de este trato; esta era la información que disponíamos desde hace apenas unas horas. Las mismas horas que habían transcurrido desde el ataque y quizás se hubieran evitado prevenir las bajas del clan Vittore.

No fue hasta ayer que la señora Zhang hizo regreso al bajo mundo de una forma poco discreta. Ella sabía exactamente donde debía empezar y a quienes atacar ya que tanto Irina como parte del clan Vittore estuvimos presentes el día de la ejecución.

Si en el remoto de los casos existe una lista, ella avanzaría y si no había tal lista de igual manera iria por cada uno de nosotros. Poco importa el orden.

Si su difunto marido se caracterizaba por ser vengativo no dudo que ella se quede atrás en ese campo.

Todos los clanes estaban blindando su seguridad debido a este último evento. Tanto amigos como enemigos esperaban atentos a esa ansiada respuesta. El suspense terminaría una vez que termine el periodo de luto, el clan Vittore se caracterizaba por ser fiel a sus tradiciones.

Nadie se atrevía a decirlo en voz alta o al menos cerca de alguien sobre sus inquietudes con respecto a la situación. Pero atacar a la señora Zhang seria declararle abiertamente la guerra a la Triada y por ende romper el equilibrio entre las mafias de ambos rangos. Nadie quería eso porque un paso en falso y se perderían algunas alianzas que por años se han mantenido.

Otro pequeño detalle era que en algún momento el jefe Hu dejaría a la señora Zhang a su suerte si no es que para esta hora del día ya ha tomado una decisión. Esta era una pequeña probabilidad, pero llegado el momento que jugara a nuestro favor y la señora Zhang se quede sin respaldo.

En toda regla esta misión era distinta a las anteriores. Estaban sucediendo muchas cosas en poco tiempo. Mis preocupaciones con respecto a mi clan no podía compartirlas libremente por ahí y menos con Kris aun cuando estábamos del mismo lado. Por una pequeña regla tampoco podía comunicarme con Irina o Dante y romper esa regla no estaba en mi agenda del día al menos si no quería una llamada de mi padre.

Como toda regla siempre hay una laguna o vacío legal que de vez en cuando puedes utilizarla a tu favor. Nadie menciono que no podía comunicarme con Mark Lenkov; además seria como el dicho «Ojos que no ven, corazón que no siente» y si me descubren se exactamente lo que tengo que decir para no implicar a Mark.

Bip, bip, bip …

Le esta tomando demasiado tomar esta llamada.

—¿Te has vuelto loco? —exclamó Mark, visiblemente molesto.

—Lamento interrumpir tu sesión de deporte —respondí, tratando de mantener la calma.

Sabía que esta llamada no era una coincidencia; había elegido el momento exacto en que sus escoltas, al igual que Rashel, no estarían cerca de él.

—Lo vas a lamentar más cuando Los Reyes se enteren de esto —respondió con severidad.

Sabía que me iba a regañar.

—Si se enteran, será porque alguien no supo guardar el secreto —murmuré en voz baja.

—Tu intento de ser gracioso no está funcionando. Llamas cuando están monitoreando cada comunicación para evitar fugas de información —me informó—. Por favor, ve directo al grano y evitemos problemas futuros.

Sin querer, me había dado más información de la que pretendía.

—Es una línea segura, nadie sabrá de esta conversación —intenté calmarlo, aunque sabía que estaba perdiendo energías. Mark Lenkov siempre sigue las reglas, todo lo contrario, a su prima Irina.

—Entonces, tienes dos minutos —sentenció.

—Hay algo que he estado pensando mucho tiempo. ¿Has logrado que Ely diga algo sobre su pequeña estancia con la gente de los Zhang? —pregunté con curiosidad.

Nuestra gente la tenía bajo custodia en el Cuartel General, y si no hablaba pronto, los Reyes tomarían una decisión sobre su destino. A eso se sumaba su deslealtad. Técnicamente, Ely no era un miembro del clan, pero sabía demasiado sobre el bajo mundo. Samuel fue su novio, Amber pagó a cambio de información, y Elizabeth Zhang se la llevó... En fin, demasiada gente implicada como para dejarla libre. El Consejo no tenía idea de estos detalles, y era mejor que siguiera así.

—Nada ha cambiado —respondió él—. Ella sigue la misma dinámica: se sienta en la sala de interrogatorio, guarda silencio, y solo pide hablar con Irina.

La gente que la trajo desde Harbin comentó que Ely, en cuanto supo a dónde la llevarían, pidió ver a Irina porque necesitaba hablar con ella. No permitimos que viera a Irina sin hablar primero con Ely y averiguar todos los detalles de su estancia en casa de los Zhang.

Pudimos rastrear su pista hasta la ciudad de Shenzhen, por lo que Harbin había sido simplemente un lugar para esconderla, si es que se puede llamar así, considerando los planes que los escoltas de la señora Zhang tenían para ella.




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