Por alguna extraña razón, cuando Izaro le enseñó a hablar a la pequeña Shin, años atrás, un nudo en su garganta se formó tras haber sido nombrado "papá" por ella y que esas fueran de sus primeras palabras. ¿Qué era ese sentimiento? ¿Se sentía de esa forma porque criaba a Shin o por qué la aisló de la sociedad humana? Negó rápidamente, con un tono negativo, ordenándola llamarlo “Izaro”.
Esa no fue la primera y última vez que Izaro la corrigió; era normal que cualquier niño pequeño que comenzara a hablar, por naturaleza llame a su madre o padre como se debe. Pero esta costumbre no podía aplicarse con Izaro, según él; sólo era un tutor y creía que, si le permitía llamarlo así y algo les pasaba en un futuro, no podría soportarlo.
Y así transcurrió el tiempo. La desarrollada experiencia de su tutor ante diversos temas, le era más que suficiente para que a su vez le enseñara sobre muchas cosas más que le ayudarían en su futuro: idiomas, conocimientos generales, matemáticas, historia e incluso ocultismo, entre otras.
Años más tarde, Shin se había convertido en una adolescente de 14 años. Su cumpleaños número quince estaba a nada de celebrarse e Izaro pesaba regalarle algo que ella no pudiese olvidar.
—Bien, Shin. Quiero que me termines esa lección por hoy—concluyó Izaro.
—Izaro ¿Qué me regalarás en mi cumpleaños número 15? —preguntó Shin, canturreando
—Sabes que no es mi cumpleaños. No puedo escoger un regalo.
—Estás diciendo que…— Shin agrandó los ojos— ¡¿yo puedo elegir mi próximo regalo?!
—En efecto, querida Shin. ¿Qué quieres qué te regale?
Los ojos color miel de Shin, brillaron como dulces destellos color miel. Estaba conmocionada por la respuesta de su tutor.
—¡Ah! ¡Izaro! ¡no puedo creerlo!
—Sí, sí…—Izaro afirmó con vergüenza— pero evita gritar, no queremos que algún ser humano nos descubra.
—Lo lamento.
—Tranquila, entiendo que estés emocionada y no controles tus impulsos.
—Ya, pero...
—¿Y cuál es tu deseo? —la interrumpió— ¿será el típico deseo cliché? ¿dónde la joven chica pide conocer el mundo exterior y terminan desembocando una catastrófica pelea?
Shin dejó salir una risita.
—¡Qué dices! ¡Claro qué no deseo eso! Aunque el mundo exterior suena tentador, me da miedo de lo que pueda suceder allá afuera. ¿Qué tal si pasa lo que dices?
Izaro la vio con cierto desconcierto; parecía como si su mente se hubiese vaciado por un momento.
—¿Entonces deseas otra cosa?
—Quiero saber por lo menos el nombre de mis padres.
Izaro soltó un pesado suspiro. ¿Qué podría decirle? La palabra "mentira" no estaba en el vocabulario de ambos.
—Linda Shin— Izaro hizo una pausa—, a mí también me gustaría saber quiénes son o por lo menos el nombre de tus padres.
—¿Te refieres a que no sabes nada?
—Exactamente.
La emoción de Shin se desvaneció como el calor en invierno. Así de rápido pero un poco lento, como si en cuestión de una noche se tratara o quizá menos.
La joven adolescente de casi 15 años, volvió a pensar en el regalo perfecto… ¿qué podría ser mejor que saber sobre sus padres? ¿Qué…? Antes de dar su decisión final, recibió unas sinceras disculpas por parte de su tutor, fueron tan honestas que incluso fueron interrumpidas por la nueva emoción que nació al instante en el interior de Shin y que, se escapaba de ella con completa facilidad.
Su deseo fue tener amigos.
—¿No te basta con los animales que viven aquí?
—Hablo de humanos ¡o alguna criatura que hable y pueda contarme fabulosas historias! — Shin sonrió entusiasmada— Me encantan tus historias, pero quisiera saber que otro tipo de anécdotas puedo escuchar.
—Suena complicado...
—¿Puedes, puedes, puedes?
—Haré lo posible por cumplir tu capricho, pero ten en cuenta que sólo hablarás con él un día. Ni un minuto más y si fuera un minuto menos, estaría perfecto.
—¡¿Eh?! ¡¿Por qué?!
Izaro tomó los materiales de estudio de Shin y prosiguió a dar su explicación:
—Porque no puedes quedarte con ese humano como obsequio, además ¿Qué va a pensar de nosotros? Seguro que va a llamar a la policía o algo peor.
—Te juro que voy a alimentarlo y no lo dejaré salir del bosque— Shin se levantó de su asiento y se paró frente a Izaro—, ¡es más! Ni de la casa.
Izaro miró directamente a Shin y colocó su mano sobre su cabeza.
—Shin, los humanos no son mascotas. Es más creíble que yo sea una
— Izaro como mascota mutada…
—No suena nada convincente...
Faltaban 2 semanas para el cumpleaños de Shin. Izaro buscó la forma de encontrar algún ser intrépido que se atreviera a pasar ese día con su querida niña. Para eso, uso uno de los espejos viejos con los que su pequeña casa contaba, esos espejos tenían la apariencia de estar malditos. También usó instrumentos que antiguamente pertenecieron a las tal vez visitas que llegó a tener o los valientes hombres que se aventuraban a explorar el bosque del fenómeno. Había objetos que posiblemente pertenecieron a la criatura que le dio vida. Con ayuda de muchos ingredientes y pasos, logró crear cuidadosamente un portal, el cual probó el día del cumpleaños de Shin y de allí salió una colegiala de claros cabellos como los rayos del amanecer, pero tan cortos y delgados como un buen hilo. Parecía que apenas se había levantado para llegar a clases y estaba en proceso de arreglarse.