Bell: la trágica historia familiar [editada]

Parte uno: No hay nada bueno o malo, el pensamiento lo hace así

Shin no se detuvo tan siquiera para dudar si Zenda era una persona buena o una persona mala. Impulsivamente, tomó a la recién llegada de la muñeca y salió de la pequeña casa. Izaro quería ver a Shin feliz un día como este, sin embargo, le inquietaba que ambas salieran y se pasearan solas por el frondoso bosque.

—¡No, no, no, no, no! ¡Definitivamente no! — Exclamó Izaro, yendo detrás de las adolescentes.

—¡¿Eh?! ¡Pero siempre salimos tú y yo juntos!

—Vamos, señor Izaro— interrumpió Zenda—. Es su cumpleaños.

—El bosque es peligroso. No vaya a pasarles algo…

Ambas adolescentes miraron al fenómeno sin decir nada. La expresión afligida de Shin hizo que, a duras fuerzas, Izaro les dejara ir con unas cuantas condiciones: no hablar con extraños, no ir demasiado lejos, no hacer ruido ruido, no desafiar a los animales, no trepar árboles altos, no correr, no se acercarse a los barrancos, no jugar con los panales, no salir del bosque... en fin, antes de que pudiera continuar con su extensa lista, Zenda lo detuvo y Shin salió apresuradamente con su nueva amiga. Antes de que Izaro les perdiera de vista, exclamó lo más alto posible "¡No vayan a meterse en líos!".

Un corto periodo después, Shin y Zenda decidieron caminar en vez de correr por el bosque. De pronto el ambiente se hizo silencioso, un tanto incómodo, no obstante, esa incomodidad era destrozada por la radiante sonrisa que portaba Shin en su delicado y blanco rostro. Parecía divertirse, a pesar de que no se dirigieran la palabra y lo único que hicieran en común fuera caminar en ese momento. La simple compañía de alguien que no fuera Izaro la mantenía feliz. Sin se sentía como una persona muy sociable por el simple hecho de pasar el rato con Zenda.

Zenda no era del tipo de chicas que prefería quedarse todo el tiempo callada, durante ese silencio pensó en un buen tema de conversación para hablar con Shin, sin embargo ¿qué podría decir? Apenas la conocía y no era como si Zenda fuera notoriamente sociable. Preguntar por su edad un poco estúpido. Quizá no le vendría tan mal preguntar por Izaro.

—¿Desde cuándo conoces al señor Izaro?

—Desde hace 15 años.

—Vaya, un amigo de toda la vida, ¿no?, Creí que llevarían alrededor de nueve o diez años conociéndose.

—No sé si debería considerarlo un amigo, él es más como un...— Shin hizo una breve pausa— él me rescató.

—¿De quién?

—¡De la muerte misma!

— ¿Qué quieres decir con eso?

—Cuando apenas nací, mis padres me abandonaron en el bosque, o eso fue lo que Izaro me contó.

—¿Y él te encontró?

—Exactamente

—¿No te mueres de curiosidad por conocer a tus padres?

—...No— El brillante semblante de la linda Shin había cambiado por completo; lucía... ¿molesta? ¿triste? ¿resentida? ¿rencorosa? Tal vez eran todos esos sentimientos juntos, tal vez era más o quizá menos que todo eso—. Por algo me abandonaron aquí y estoy segura una de sus razones fue para no verme más. Aunque en el fondo. quisiera saber quiénes son

—Vaya… debieron ser tiempos difíciles. 

— Aunque lo fueran, ¡prefiero quedarme con Izaro que con otra persona!

—¡Que tierna eres! Seguro él se siente muy agradecido por tenerte. ¿Nunca lo llamaste "papá" por accidente?

—Algunas pocas veces, pero él se avergonzaba y sus mejillas se enrojecían, al mismo tiempo decía "Shin, no me llames de esa forma" y desviaba la mirada. Supongo que se molestaba y por eso siempre evité decirle eso.

—El señor Izaro sí que es raro…

Zenda pensó: “Si yo viviera con él, me daría miedo”.

—Creo que cualquier persona que no fuéramos nosotras, afirmaría que es temible. ¿Te cuento algo? Una vez encontramos el cuerpo de un leñador inconsciente y lo llevamos a casa; lo dejamos en el sofá y cuando él despertó, me vio primero a mí. Para ese entonces tenía entre 4 o 5 años.

—¿Qué ocurrió después?

—Corrí a la cocina por Izaro y lo llevé con el leñador, pero el leñador cayó inconsciente de nuevo, gracias a la imagen de Izaro— Shin, inevitablemente liberó una pequeña risa—. Cuando despertó me vio de nuevo a mí y me preguntó por el fenómeno.

—El leñador debió referirse al señor Izaro, ¿verdad?

— Así es. Luego llamé nuevamente a Izaro, le explicamos las cosas y el leñador pareció comprenderlo. Los tres cenamos y pasó la noche con nosotros. Durante la madrugada, desperté por culpa de aquel hombre. Él no paraba de decirme que teníamos que huir de esa casa. Obviamente no hice caso a sus peticiones, cosa que hizo elevar los nervios del leñador al punto de cargarme. Como no tenía demasiada fuerza en ese entonces, mis forcejeos eran inútiles y lo único que podía hacer era gritar el nombre de Izaro.

—¿Él vino, ¿verdad?

— ¡Espera, que viene lo bueno! Izaro salió bruscamente de su habitación y en cuanto vio al tipo esperarme, se acercó al...— antes de que Shin pudiera continuar con la historia y terminarlo con un victorioso final, los pasos de ambas chicas las habían arrinconado a un barranco sin haberlo notado. Shin, despistadamente dio un mal paso, el paso no sólo le tiró la emoción y el entusiasmo con el que narraba su anécdota, sino que también la hizo resbalar. Podía escucharse como su cuerpo aparentemente frágil pero verdaderamente fuerte, chocaba contra las ramas y las raíces de los árboles, también como destrozaba algunas hojas cecas que reposaban sobre el suelo. A pesar de estar a mediados de invierno, la nieve en el bosque se había esfumado casi por completo debido al clima de los últimos días. ¿Es que este era la despedida de Shin hacia este mundo y se iría sin antes agradecerle a Izaro? No, no lo creo; milagrosamente antes de seguir cayendo más y más abajo, Shin pudo sostenerse de una rama algo gruesa. 



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En el texto hay: drama, amor, amorimposibe

Editado: 03.05.2022

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