Bell: la trágica historia familiar [editada]

Parte dos: No hay nada bueno o malo, el pensamiento lo hace así

Entonces Zenda pensó en las tardes de verano que pasaba con su hermano menor y sus dos abuelos. Solían encontrarse serpientes en el bosque y su abuelo les había enseñado cuál era la forma correcta de sostener a dichos reptiles para que no les atacasen, sin embargo ¿cómo podría hacerlo? ¡Izaro tenía un cuerpo humano! O algo así.

—¡Primero necesito que se calme! — Protestó Zenda— ¡No puedo explicarle nada si piensa comerme viva!

Al escuchar lo anterior, Izaro se alejó de la menor, y trató de escucharla.

—Cayó de un barranco…

—¡¿Qué?!

—¡Espere! ¡Espere! ¡Déjeme hablar!

—Bien... continúa...

—Ella sigue viva y me mandó por ayuda.

—¡¿Qué estamos esperando?!

Cargó a la adolescente como si fuera un costal de patatas, no le importó en absoluto si la chica reprochaba por esto y salió corriendo. 

El fenómeno no sentía la necesidad de preguntar por el barranco, pues conocía bien el bosque como la palma de su mano y Zenda lo único que hizo fue indicarle en qué parte se encontraba Shin (sí, no se quejó por cómo era cargada, no quería hacer enfadar a Izaro más de lo que ya estaba). Al encontrar a Shin, quien ya había escalado la mitad del árbol, Izaro bajó a Zenda y posteriormente bajó cuidadosamente el barranco. Fue inevitable que el fenómeno estuviera feliz de verla con vida, pero claro, esto no aliviaba completamente su preocupación, furia y pavor.

En cambio, Shin estaba completamente feliz y la angustia había sido exterminada cuando vio a Izaro bajar.

—¡Izaro! ¡Sabía qué vendrías a mi rescate!

—¡Claro qué voy a venir! ¡Baja en este instante!

Shin observó a su alrededor y también abajo; le sería complicado bajar debido a las condiciones del suelo y las ramas.

—Lo haría, pero no puedo.

—¿Estás desobedeciéndome?

—Para nada. Es solo que no puedo bajar.

— Eso es absurdo— Izaro extendió sus brazos cautelosamente—, vamos, brinca y te atraparé.

—Moriré si brinco.

— ¡No, no lo harás!

—¡El árbol es muy alto!

—Entonces... ¡Subiré por ti!

Aunque Shin se lo negara, la terquedad del hombre serpiente persistiría y finalmente comenzó a subir el árbol, pero la corteza de ese árbol no era del todo buena; estaba desprendiéndose y algunas partes eran filosas. Izaro logró escalar exitosamente parte del árbol con algunas cortaduras en su cuerpo; las escamas no le ayudaban del todo, ya que estaba mudando de piel. Para su desgracia, se sostuvo de una rama frágil e Izaro cayó del árbol. Hubiera rodado varios metros si una gran roca no lo hubiese detenido. El dolor del golpe contra la roca en sus costillas fue infernal.

—¡Izaro!

—Espera... ¡no te muevas...! — ¡No era tiempo de agonizar por el dolor! Izaro se levantó del suelo, apenas podía mantenerse de pie. Nuevamente retomó el camino. Tardó en llegar hasta Shin, pero finalmente lo hizo. —Súbete a mis hombros y bajemos.

—¿Estás seguro? Podrías caer.

—No voy a caer y si caigo, procuraré que sea yo quien reciba mayor daño que tú.

—¡No quiero que te lastimes por mí!

—Tienes mucho que vivir, por favor sube.

Shin no tuvo otra opción más que hacerle caso a Izaro y subir a sus cansados hombros. La colegiala que había sido invocada estaba notoriamente preocupada por ambos, regresó a casa de Shin en cuanto Izaro la bajó y buscó un teléfono. Era un bosque, la casa vieja, el par no acostumbraba a ver más humanos o tener contacto con alguno y tampoco tenían electricidad. Zenda encontró un teléfono demasiado viejo, sin embargo, no había tan siquiera un enchufe para conectarlo.

—¡Por todos los cielos! Primero un teléfono demasiado viejo ¿y ahora me dicen que no tienen electricidad? ¡¿En qué año se encuentran estas clases de personas?! ¡Estamos en el siglo XXI!

Refunfuñó la colegiala y salió de casa lo más pronto posible, con la intención de salir del bosque y buscar ayuda en el pueblo. Para cuando ella ya se encontraba a finales del bosque, Shin e Izaro ya habían salido del barranco.

—Necesitamos ayuda, Izaro. Estás sangrando…

—Estoy bien. Sólo fue una caída a pequeña distancia.

—¿Cómo puedes decirme eso? Te has caído desde una gran altura y todavía te atreves a decirme que fue algo pequeño.

—No me pasará nada, soy alto, para mí no fue demasiado— Izaro observó su herida, adolorido—. Se algo de medicina.

—Sabrás algo de medicina, pero no implica que puedas curarte tú solo.

Por otro lado, Zenda llegó al pueblo de Komorebi; era el pueblo en el que ella solía vivir, sin embargo, lucía un poco diferente. Las personas que caminaban frente a ella era lo que no cuadraba en primer lugar; sus ropas anticuadas eran lo que delataban la época en la que había sido invocada. Y de pronto, esa incógnita de la vestimenta le hizo observar bien a su alrededor; las tiendas y casas que ella conocía, no se encontraban y había algunos puestos que se encontraban en diferentes lugares. ¿Eso quiere decir que las personas que ella conocía no existían?



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En el texto hay: drama, amor, amorimposibe

Editado: 03.05.2022

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