Bella Como La Luna

CAPITÚLO 2

Darío despertó después de una semana de, permanecer hospitalizado y durante ese tiempo recordaba aquel ser que había visto. Miro la habitación blanca, su cuerpo se encontraba cálido una aguja estaba insertada en su mano, escuchando el constante sonido del aparato que indicaba sus signos vitales.

Siguió mirando el lugar y recordó, lo que esos desgraciados le habían hecho. Su novia lo traiciono con su hermano y este bastardo lo había disparado para matarlo, no se quedaría con esa astilla debía darle una lección no por la vía legal, porque claramente era caso perdido nadie le creería. Nadie iba a creer que el santo de Subaro se acostó con su novia e intento matarlo, no obstante, se conformaría con darle unos buenos golpes aquel bastardo.

Intento levantarse sintiendo un fuerte dolor en el pecho, al descubrir esa parte noto unas gasas en la herida donde Subaro le disparo.

–Ya me las pagaras cretino –dijo con enojo.

La puerta se abrió dejando entrar a una enfermera pelinegra, que al verlo despierto salió enseguida de la habitación volviendo con el médico general acompañado de unos oficiales.

–Buenos días. Soy el doctor Harry Floyd. ¿Cómo se encuentra? –hablo el doctor.

–Mejor ahora que desperté, ahora quiero irme de aquí –respondió Darío.

–Eso tendrá que esperar señor –hablo un oficial –necesitamos hacerle unas preguntas.

–Adelante. Pregunte –dijo directo Darío.

–¿Quién es usted? Y como termino herido en esa playa –pregunto el oficial.

–Soy Darío Scott…

–Darío Scott –hablo el otro oficial –es imposible él fue reportado muerto hace una semana. 

–¿¡QUÉ!? –dijo sorprendido.

–Si. Mire, aquí tengo la noticia –el oficial saco su celular enseñando la noticia.

Darío no podía creer lo que leía, su familia lo habían dado por muerto y la perra de su novia se había comprometido con su hermano y este había conseguido su contrato que invirtió en los hoteles aumentando más su prestigio.

–Bastardos –arrojo con fuerza el celular.

–Hey, ese era mi celular –reprocho el oficial.

–Le comprare otro y mejor. Por el momento necesito volver a Washington, para solucionar esto.

–No podemos permitirlo debe dar su declaración, acerca lo sucedido –intervino el oficial.

–Tuve un inconveniente con infelices, que intentaron robarme en el barco y me dispararon y caí al mar. Si, ahora retírense debo solucionar unos asuntos.

Los oficiales se miraron y salieron de la habitación –bien lo dejaremos por ahora, pero aún debe darnos unas respuestas –dijo el oficial.   

–Doctor espere, quisiera saber quién me trajo aquí –pregunto Darío.

–Ah sí. Unos jóvenes lo encontraron en la playa y llamaron a emergencias –respondió el doctor.

–Sabe dónde viven quisiera agradecerles.

–Ellos han estado viniendo, para ver cómo sigue su resultado creo que se alegraran de que haya despertado.

–Aquí los espero entonces.

El doctor salió de la habitación, en lo que Darío se vistió para salir del hospital debía solucionar este asunto lo antes posible, antes de que su disque familia se quedara con lo suyo. Vestido listo solo esperaba por aquella pareja que lo ayudo, al llevarlo al hospital. La puerta se abrió dejando ver a una joven pareja, la chica de cabellera castaña de ojos verdes muy linda y el chico que la acompañaba era pelinegra de ojos cafés oscuros claramente visibles con sus lentes.

–Hola veo que ya despertaste –hablo la chica.

–El doctor me dijo que ustedes, me trajeron aquí y han estado viniendo a visitarme estos días.

–Esa era nuestra responsabilidad, no sabíamos nada sobre ti. Cuando te encontramos no tenías identificación –respondió el chico.

–Olvide presentarme. Soy Darío Scott, les estoy agradecido por ayudarme –extendió su mano.

–Fue un placer soy Connor y ella es mi esposa Lizbeth –respondió el joven.

–Puedes decirme Liz –dijo la joven.

–¿Casados? ¿No creen que son muy jóvenes? –opino Darío.

–Así es el amor mi amigo –respondió Connor abrazando a su esposa.

–Bueno. Quisiera hacer algo por ustedes por salvarme. Digan lo que quieran y se los daré.

–Eres una especie de genio. Si es así quiero mis tres deseos –dijo divertida Liz.

–Pues pide    

–Liz –reprocho su esposo. –No es necesario, nuestro pago es que estés bien.

–Aun así, quisiera hacer algo por ustedes.

–Pues puedes hacer que nuestro restaurante sea más exitoso –dijo la chica.

–Tienen un restaurante –hablo Darío sorprendido.

–Sí, pero no ha ido bien últimamente. Talvez tengamos que cerrarlo –dijo con tristeza Connor.

–Si invierto con ustedes, talvez puedan sacar adelante su negocio –la pareja lo miro confundida –escuchen solucionare unos asuntos y me pondré, en contacto con ustedes para nuestra asociación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.