Se despertó por el sonido de las mareas y el cantar de las aves, adema del frio que su cuerpo sentía.
–¡Ahg…! –se movió un poco sintiendo su cuerpo helado levantándose –¿Cómo termine aquí? ¡Ahg…! –volvió a gruñir debido al fuerte dolor que sintió en su cabeza llevándose la mano a la cabeza, notando su cabello grandes hebras unidas por la sangre. –anoche –recordó –esa criatura. Luego. Alguien me ataco. ¿Subaro? Ya me has tocado las narices muchas veces.
Se levantó notando la playa de su casa y estaba a pocos metros camino, al apoyar sus manos sintió algo en su mano izquierda revisando encontrando, unas perlas con un brillo fuera de lo normal. –¡Guao! –dijo recogiéndolas y camino de regreso a su casa sintiendo todavía el fuerte dolor en su cabeza, haciendo que sus pasos eran algo torpes como si estuviera ebrio. Al llegar escucho unas voces las cuales reconoció al instante. Eran su hermano Subaro y su madre Leticia.
–No lo encuentran todavía –dijo su madre molesta.
–Debe estar bien oculto –contesto su hermano. –sigan buscando.
–Si señor –dijo una voz que no pudo reconocer.
–No se cansan. Buscan el dinero de mi abuela. Tienen más que eso ¿Por qué tanta insistencia? –cuestiono.
Se colocó debajo del balcón, intentando reponerse todavía su cabeza le daba vueltas. Dio profundas respiraciones relajando su cuerpo, al notar que su mirada ya no le daba vueltas entro hasta su cafetería paseándose ante la invasión de aquellos intrusos que no se dieron cuenta todavía. Se preparó una taza de café que los despierte, mientras escuchaba lo ruido que hacían arriba.
–Señora ni hay nada –informo uno de los sujetos.
–Bajemos a la cafetería. Debe estar oculto ahí –dijo su madre.
Al llegar Darío los detuvo –me alegra que mi madre me visite, al igual que mi hermano, pero no sé quiénes son ellos. Todavía no hemos abierto.
–¿Darío? –dijo su hermano sorprendido de verlo.
Este levanto de la silla y camino hasta la cocina vertiendo un poco de agua caliente, en su preparación de café –les ofrecería una taza, pero ingresaron sin permiso a mi casa. Además, tengo un dolor terrible en la cabeza, acompañada de una herida que debo atender. Y un fuerte dolor en la espalda, Pero bueno. ¿Qué hacen aquí? –pregunto.
Su hermano y su madre miraron de reojo a los dos desconocidos con enojo, eran ellos los que lo habían golpeado en la cabeza ayer en la noche –¿Te estábamos buscando? –respondió su madre.
–¿Qué sorpresa? Me buscaban. O buscaban el dinero de la abuela –contesto Derek.
–Te buscábamos por el escándalo de ayer en la noche –dijo su hermano.
–¿Escandalo? –bebió un sorbo de café y camino hasta él –yo solo te felicite, por tu compromiso. Ese golpe era parte de la felicitación.
–Déjate de tontería –intervino su madre –debes arreglar este desastre.
–¡Ah…! El corazón predecible que se preocupa por su hijo querido. Es una lástima que lata en ti, que solo piensa que tiene un hijo –reprocho Darío.
–Porque precisamente tenemos un solo hijo –su padre Alejandro llego. Darío lo miro con seriedad manteniendo la calma.
–Nunca te consideramos un hijo. Siempre fuiste una decepción tras otra. Siempre queriendo llamar la atención…
–Ve al grano quieres –interrumpió a su padre bebiendo otro sorbo de café.
–No te pediremos que borres tus acciones de anoche. Porque nunca lo harías. Sin embargo, quiero que firmes esto. Donde tu –dijo con enojo –no formas parte de mi familia –dejo ver unos documentos que los coloco sobre la mesa.
Darío tomo asiento dejando su taza de café a un lado, tomo los documentos y empezó a leerlo –esto no evitara que sigan enviando a personas para matarme ¿verdad? –dejo los documentos sobre la mesa –Díganme. ¿Por qué su interés por deshacerse de mí? –pregunto sin tener respuesta –es por el dinero de la abuela. ¡Por favor! Tienen más que eso.
–No es asunto tuyo –contesto su hermano.
–Subaro –intervino su padre –ella siempre nos reproche por cómo te tratábamos, a pesar del dolor que nos causaste.
Darío ya sabía por dónde iba su padre, en una ocasión le pregunto a su abuela el ¿Por qué sus padres y gemelo lo odiaban? Al parecer Darío de forma indirecta había causado la muerte del tercer hijo de sus padres. Se encontraba jugando en jardín con su pelota, y se fue cuando su abuela lo llamo y madre que pasaba por ahí tropezó con la pelota, perdiendo la bebé de diez semanas de gestación. Era por eso que odiaban a Darío.
Sin entender el motivo Darío intento de varias formas acercarse a sus padres, pero estos siempre lo ignoraban, lo miraban con desprecio y ese sentimiento se lo trasmitieron a su gemelo y de poco a poco se sintió rechazado en su propia familia. Nunca lo hizo a propósito, apenas era un niño de seis años cuando eso ocurrió, pero el hecho estaba cometido.
Desde entonces entendió que sin importar lo que haga, sus padres siempre lo odiarían pro aquello, dejo de intentar acercarse a ellos, establecer lazos familiares. Para ellos él siempre seria el asesino de la muerte de su hermano o hermana. Su abuela le había mostrado un altar que sus padres construyeron en memoria al hijo que habían perdido, y frente a ese altar Darío pidió perdono por lo que hizo y le lloro aquel hermano que había perdido.