Tocar esos labios era la gratificación más maravillosa, que jamás había sentido era como la miel más dulce hecha por las mismas abejas del paraíso. Su corazón latía con una fuerza desmesurada, esos labios que tocaba no era como ningún otro que hubiera tocado en su vida. Besarla era como estar en el mismo paraíso.
–¿Quién eres? –dijo al separar sus labios
Ella sonrió –Creo que ya lo sabes.
–Creí que solo eran un mito, pero… estoy en frente de una sirena –dijo asombrado.
–¿Sirena? –rio girando –Soy una Asradi.
–¿Asradi? ¿Qué es eso? –pregunto confuso.
–Una mujer con aspecto de pez –respondió.
–Eso es prácticamente una sirena, según lo que yo he investigado –contesto Darío.
–Me confundes con las de la mitología griega. Somos, totalmente diferentes –respondió ella.
–La verdad es la primera vez que escucho, la palabra asradi –contesto.
–Te explico. Las sirenas de la mitología griega, solían cantar para atraer a los hombres a la muerte –explico.
–Lo sé. Espera… tu cantaste y me atrajiste a ti –hablo Darío.
–Con la diferencia de que yo no quiero matarte. Nosotras las asradis no hacemos eso. Generalmente cuando un humano nos ve nos trasformamos en agua. Desapareciendo por completo. –explico.
–Espera… si, eso es cierto ¿Cómo? –interrogo.
–No lo sé. Es la primera vez que esto sucede. No sé porque no me he transformado en agua al verte. Es un misterio para mí –dijo lanzando agua hacia arriba.
Las gotas de agua caían brillando con la luz de la luna –me seguiste desde el mar del norte. ¿Por qué?
–Porque desde que te conocí, mi corazón late de manera extraña. Nunca lo había sentido así. Ni siquiera cuando nado, grandes distancias. Solo contigo –se acercó y tomo la mano de Darío llevándosela a su pecho –lo notas. Solo contigo mi corazón late de esta forma. ¿Tú sabes la razón?
Darío la miro y sonrió –debe ser la misma razón. por la que el mío hace lo mismo.
–Tú también –dijo ella acercándose colocando su mano el pecho de Darío sintiendo las palpitaciones de su corazón. –Es cierto. ¿Sabes porque nos pasa esto? –pregunto con cierta inocencia.
Darío no podía entender esto, como era posible que una criatura con ella no supiera aquel sentimiento. No lograba entender que le pasaba. ¿Cómo era posible que una criatura hermosa no conociera el amor?
–La respuesta es esto –Darío volvió acunar el rostro de la asradi besándola.
Se separaron –entonces la razón, por la que nos pasa esto. Es porque quieres tocarme. Entonces –ella se acercó volviéndolo a besar. –Esto solo hace que mi corazón se acelere.
–Esa no es la razón –dijo Darío.
Ella lo miro confundido –Entonces ¿Cuál es? –pregunto.
–Es porque estamos enamorados –contesto Darío.
–¿Enamorados? Te refieres al amor. Realmente existe. –dijo ella sonriente, llena de emoción.
–No conoces… –se detuvo al escuchar un fuerte escandalo proveniente de su casa, que seguían en aumento –otra vez –dijo con enojo, empezando a nada hasta la orilla.
La asradi se interpuso –detente –le dijo con preocupación –si vas a ese lugar solo encontraras el mal.
Se veía hermosa con su cabellera brillando, con la luz de la luna y su tono alegre y suave de hace unos instantes. Cambiaron por uno de preocupación –¿de qué hablas? –pregunto.
–Hay presencias malas ahí. Si vas te van a lastimar. No vayas. Quédate aquí –pidió ella.
Darío la miro y luego a su casa. Sabia quienes estaba ahí y no se iban a detener ante nada por lograr lo que querían –Se quiénes son. Y sé cómo lidiar con ellos. Estaré bien –respondió.
Ella lo observo –lo prometes –el asintió y ella se lanzó besándolo –Regresa conmigo. De acuerdo –dijo al separarse.
Darío sonrió, –volveré –dijo volviendo a la orilla.
Salir algo cansado se levantó solo para recibir un disparo en el hombro que lo derribo –¿Estas bien? –escucho la voz de la asradi.
–Estás con alguien –su hermano apareció sujetando el arma, apuntándolo mirando al océano.
~Ocúltate. No te dejes ver ~se dijo para sí mismo.
–¿con quién estabas en el mar hermano? –pregunto Subaro.
–Nadie que te importe. Termina con esto –lo reto.
Su hermano se acercó a el –en verdad deseo matarte Darío. Como no tienes idea, pero tu mereces algo mucho peor. Levántate –Darío lo observo con enojo –hazlo. –ordeno. Sintiendo un gran dolor en el hombro por el disparo se levantó –Camina.
Lo llevo devuelta a la casa, llegando hasta la cafetería donde se encontraban sus padres, Evelyn y otros sujetos.
–¿Qué conmovedora reunión familiar? –dijo Darío con ironía.
–Ese hombro no se ve bien querido –dijo Evelyn.
–¿Qué quieren? –pregunto Darío.