Bella Como La Luna

CAPÍTULO 8

Verla descansar en su cama, cubierta por sus sabanas era lo más hermoso que había visto en su vida, como su cabellera plateada se movía ligeramente por la brisa del mar. Acurrucada ahí la hacía ver linda y tierna y esa noche fue la mejor que nunca había tenido en toda su vida.

La dejo descansar abriendo las cortinas, para que la luz del sol ingresara dentro de la habitación, pero tuvo miedo de hacerlo por lo que le había comentado. La luz solar era capaz de matarla, incluso su mirada la podría trasformar en agua donde tardaría muchos años en volver a su forma original, no quería perderla. Ella era lo que más necesitaba en su vida en estos momentos.

Dejo las cortinas entreabiertas cambiándose de ropa, bajo hasta su cafetería a preparar algo de comer, para ellos. Ver su lugar más favorito del mundo destruido, donde compartió con su abuela muchos momentos importantes hizo que ardiera en furia contra su familia. Resoplo resignándose camino hasta la cocina tomando un sartén, empezando a cocinar el desayuno.

–Darío –escucho la voz de Luna.

–Aquí estoy… –se quedó en silencio, no podía creerlo todavía no se acostumbraba a ciertas normas en el mundo humano –Luna –replico.

–Si –dijo ella.

–Estas desnuda –respondió.

–¿Qué tiene? También te he visto desnudo. Incluso esa cosa rara en tu entrepierna…

–Luna –la corto avergonzado –eh… no es raro.

–¿Por qué? Si lo metiste en mi…

–Luna –sonó nervioso, muy avergonzado –ve a cambiarte –se acercó a ella.

En eso la puerta se abrió dejando ver a su padre, que no pudo evitar mirar a Luna, quedando cautivado por su singular belleza y no pudo evitar desviar la mirada de ella. En esto ella soltaría un grito subiendo las escaleras desapareciendo, de la vista de él.

–¡Vaya! Esto no lo esperaba. Lo rumores eran ciertos –dijo su padre.

–¿Qué haces? –pregunto nada agradable.

–No me vas a invitar un café. No me ofreces un asiento, para sentarme –dijo con burla.

–Lo que te voy a dar son unas patadas en trasero, sino te largas de mi establecimiento –comento Darío caminando hasta él.

–¿Cuánta agresividad? Veo que has conseguido una novia hermosa o es tu ramera –dijo en forma desagradable.

Darío no lo soporto y lo tomo con su fuerza del cuello de la camisa –una palabra más como esa. Y te romperé los huesos.

Su padre solo rio –niño estúpido –se liberó del agarre –tu no entiendes ¿verdad? Eh venido aquí para contarle a esa pobre chica, el monstruo que eres. Ya le contaste, que eres un asesino. Quieres mancharla con tu maldad.

Darío solo rio pues le había relatado, porque su familia lo odiaba tanto y ella supo comprender no lo recrimino por algo que fue un accidente. –lárgate de aquí –le respondió.

–Esa chica no merece estar contigo. Merece estar con Subaro, un hombre de verdad. Con valores y principios –resalto su padre.

–¿Principios? Dices, me disparo dos veces –soltó Darío.

–Solo estaba vengando a su hermano o hermana –dijo su padre. –ella debería estar con un hombre como él.

Darío ya no soportaba la prepotencia de su progenitor dio un paso hacia delante, apretando su puño con toda su fuerza le iba a propinar un fuerte golpe que se merecía desde hace mucho tiempo.  

–Darío detente –la voz de Luna si hizo presencia. Camino hasta él tomando su mano alejándolo de su padre –mírame. Cálmate.

Respiro relajándose su mirada, le trasmitía mucha tranquilada ese azul profundo de sus ojos, eran mejor que cualquier calmante, que cualquier técnica de relajación. Su mirada era como la mirada de un Ángel, trasmitiéndole mucha.

–Gracias amor –dijo Darío.

–Señorita. No debería estar con un asesino. Conozco a alguien…

–No –dijo mirándolo con ferocidad, ahora sus ojos parecían como llamas intensas de fuego azul –nunca estaré con alguien como él. Ni porque sea la viva imagen de mi amor –lo miro y sus ojos ahora era diferentes.

–Comete un grave error señorita –su padre miraba atento a Luna y un brillo de deseo habitaba en él –se va arrepentir de su decisión.

–El que se va arrepentir será usted y cualquiera, que nos intente hacer daño. Ahora váyase, o comenzare con usted –hablo Luna con un aura amenazante, tanto que hizo que el progenitor de Darío retrocediera un poco, marchándose del lugar.

–Luna…

–No te preocupes. Yo estaré siempre contigo, nunca te voy a dejar –lo abrazo y le dio un casto beso en los labios –hay que comer. Eso se ve delicioso.

Darío había prometido hacerla reír, cuidarla, pero era ella quien lo estaba haciendo. Debía animarla, debía protegerla si la quería a su lado –espero que te guste los huevos revueltos. –ella hizo una mueca, Darío resopló con una leve sonrisa –parece que tendré que aprender más platos marinos para ti.  

Saco una lata de atún y le preparo un emparedado con mucho atún, que comió gustosa, pero miro con Darío comía esos trozos amarillos y el aroma le llego a la nariz –me dejas un poquito –dijo ella.




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