La princesa se encontraba con miedo por la situación en la que se encontraban, odiaba admitirlo pero temía por la vida de sus amigos y la de ella, tenía mucha confusión porque no sabía de qué manera actuar, si se equivocaba los pondría a todos en riesgo y perder a Neahm o Aidan era lo último que deseaba. Respiró profundo e intentó alejar esos pensamientos, no podía rendirse tan fácilmente, como tampoco lograría nada reprochándose por cosas que ni siquiera habían pasado.
—Ellos saben que estamos aquí, cualquier cosa es mejor que ser devorados —dijo y de pronto resonó un grito terrorífico, los tres se miraron sin saber que decir ¿acaso aquello era un grito de guerra?
—¿Qué fue eso? —preguntó Mia usando una voz quebrada.
—No lo sé, pero tampoco quiero descubrirlo —La banshee se levantó, tomó su mochila y se acercó a la mestiza, le colocó una mano en el hombro en modo de apoyo, a partir de ese momento solo la elegida podría guiarlos a la salvación o a sus muertes.
Mia la miró y tragó sabía que si se equivocaba las consecuencias serían graves, sin duda no pretendía eso para el destino de sus amigos. Ella sabía que estaba destinada a grandes cosas pero en el fondo no se sentía capaz de nada, tenía pánico al fracaso porque sin duda desencadenaría una serie de catástrofes en las vidas de los seres del reino.
—Tu puedes —susurró Neahm que era capaz de percibir la inseguridad de su princesa, —Déjate guiar, concéntrate en una sola voz y podrás hacerlo —Mia asintió y trató de controlar sus nervios que no ayudaban mucho en aquella situación.
Cerró los ojos y eso hizo, olvidó todo lo que había a su alrededor y se concentró en lo que había en su mente poco a poco las voces se fueron apagando hasta que una sola quedó y puedo entender la palabra que gritaba en latín, en momentos como ese agradecía a su padre por haberle enseñado el idioma.
—Curre! (Corre) —repitió.
—Pues eso haremos —dijo Neahm, Aidan se colocó al otro lado de Mia listo para partir.
—Vamos, no hay tiempo que perder.
—Solo sigue tus instintos, no ignores nada, ni un solo pensamiento.
Mia tomó una bocanada de aire y luego lo dejó ir, volvió a crear una bola de fuego con la palma de su mano y a paso apresurado se adentró en el fondo de la cueva, esta era oscura y húmeda, las paredes rocosas contenían dibujos en una tonalidad roja, pero ninguno de los tres era capaz de leer lo que sea que dijeran, el tiempo había vuelto aquello ilegible debido a la erosión de las rocas.
Mientras más se adentraban en lo profundo de la cueva, las galerías se iban haciendo más pequeñas, al punto de que tenían que caminar uno detrás del otro, así estuvieron por largos minutos hasta que por suerte el espacio a su alrededor volvió a ser normal, pero frente a ellos había un nuevo problema.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Aidan, ninguna de las chicas le respondió, Neahm suspiró y se dejó caer sobre el suelo, aunque su poder proviniera de la energía ella también se cansaba y en ese instante su mente solo le pedía descansar
—Nos quedaremos aquí hasta el amanecer
—¿Te has vuelto loca? Si los Cantabrias entran a la cueva y estamos aquí nos matarán
—Eso no sucederá, no sé qué es lo que les impide entrar pero lo que sea que haya en esta cueva ha sido lo suficiente fuerte para mantenerlos alejados, en el caso de que lleguen hasta aquí, no podrán acercarse porque sin duda ningún animal feroz cabe por esa abertura —dijo señalando el camino por el que habían venido.
—No trates de engañarte Neahm, las cosas no son tan fáciles como las pintas
—Aidan —dijo la banshee mientras se levantaba para estar a la altura del ángel —si llegan a nosotros pelearemos, no tengo problema con desenfundar mi espada y solo espero que tú tampoco.
—Claro que no lo tengo, solo quiero que estemos a salvo
—Pues yo también así que deja de molestar, que hasta mi paciencia tiene un límite —Ambos tuvieron una guerra de miradas y fue el ángel el primero en retroceder y desde su posición seguir cada movimiento de la banshee con una mirada juzgona.
Fue Neahm quién al acostarse en el suelo y mirar una última vez al causante de su mal genio quien se percató de que algo había cambiado, más bien, alguien había desaparecido
—¿Dónde está Mia? —dijo asustada y de un tirón se levantó
—Dónde va a estar Neahm, justo a… —sus palabras se vieron interrumpidas al notar que en efecto, la princesa había desaparecido.
Hecha una furia, Neahm caminó hacia la pared rocosa que tenía una pequeña abertura en el centro y trató de mirar al otro lado.
—¡Mia!—gritó —¡Mia!—insistió.
De pronto sintió unos pasos acercarse y vio a la chica acercarse sonriente.
—¡Aquí estoy! —dijo gritando, de aquel lado soplaba un fuerte viento.
—¡Cómo se te ocurre cruzar sin nosotros! No sabes que hay ahí regresa ahora mismo.
—Me dijiste que siguiera mis instintos eso hice —La banshee se quedó en silencio por un momento porque la chica tenía razón.
—Mia, lo mejor es que hablemos aquí, podemos esperar el amanecer para salir.
—Neahm ya sé cómo pueden pasar, no creerás lo que hay de este lado.
—En la mañana partiremos—insistió la banshee, para ella Mia era familia y no quería que estuviera en peligro —El camino será seguro sin los Cantabrias a la vista.
—No —sentenció —¡Ustedes tendrán que cruzar, estas dos rocas son una puerta, deben buscar donde abrirla!
—De que hablas, cómo van a ser una puerta.
—Neahm, mira esto —dijo Aidan que observaba algo sorprendido.
La banshee retrocedió y vio lo mismo que había dejado sin habla al ángel. En las rocas, en lo alto había rastros de un dibujo que no habían notado antes, una montaña de color blanco.
—Neahm de este lado hay nieve —gritó la chica emocionada.
—Te creo Mia, acabas de cruzar un sendero, ¿pero cómo? —Esto último lo dijo para para sí misma, que para sus compañeros.
—El mapa que me enseñaste marcaba que el primer camino era el bosque de Cantabria, seguido por el pantano Ent y de último el Invierno sin fin.
—Es que es así, no entiendo nada —pero en el fondo tampoco le importaba saber cómo era aquello posible, si se quitaban de un cruce llegarían más rápido, el pantano era hogar de los Ent, demonios con cuernos, nariz alargada y piel de tonalidad rojiza, se suelen esconder en los árboles vigilando a sus presas para atacarlas cuando menos se lo esperan, poseen anillos que los ayudan a controlar su magia, sin duda quitarse de encima una lucha con uno de ellos era de gran ayuda para llegar más rápido a su destino.
—Por eso los Cantabrias no podían entrar, no pueden salir de aquí, estamos en el límite —dijo Aidan.
—Vamos, busca algo que abra esto —dijo Neahm sacando al ángel de su trance.