Belleza bestial.

¿Cómo es hablar de ti?

Vuelve lícito el fenómeno simbólico que construye mi boca al núcleo de tus ojos. Sobre las cuencas, debajo de cada pestaña y al ritmo de cada vicio.

Envuelve los padecimientos oculares en disimulo, errores biológicos, simplezas de otro mundo. Conviértete en alguien que hasta yo dudo.

Vuelve tu cuerpo en mí, como producto satisfecho e impedido, espectáculo de las fuerzas naturales que dan nacimiento a la belleza. Las voliciones desligadas de lo que haga conciencia.

Hablar de ti es figurar paraíso, hacer contacto con la sublimidad de un acto puro y el más malgastado; convertirte en prófugo de las verdades y adquirir, como ventosa en los pulmones, metáfora circunstancial de las ensoñaciones divinas.

Cómo es redimirse, rescatarse y emigrar, ¿cómo será encontrar la ligera división entre tu voz y el fascinar? Rescatar la memoria del sentido, la excesiva búsqueda de paliativos. Herencias exageradas de belleza purgativa.

Imagina la revelación que se ha puesto frente a ti, la cantidad de elementos que hacen de tu cuerpo el reposo exacto, el formulario del cielo que quedó depositado en los lunares de tu rostro. En el filo de tus dientes.

¡¿Cómo es hablar de ti?! Si ya con las mejillas doradas me atrevo a concebir el dote de amor necesario que construya un castillo, alguna torre de marfil, que haga de los horizontes terrenos de la solemnidad que emerja de ti.

Eres gigante de plomo, y no sé cómo hablar de ti, con lo que esclarece en tu cuello delgado y el lenguaje lírico que recitas en mi oído. Eso es hablar de ti: un sueño.



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En el texto hay: poesia, romance, prosapoetica

Editado: 07.11.2020

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