Si te miento es por una necesidad mayor, más grande que la creación de mis manos. Es la razón cáustica en este caldo de cultivo a tu favor, con una victoria seria y apoderada. Si te miento es por mantener tu fe, destrozar las armaduras con el fuego de mi interior. Romper la amalgama desde su punto íntimo y doloroso.
Tomé mis sueños y construí una torre, me anudé el corazón astillando las costillas, protegiendo los pulmones con humo de tabaco. Bauticé de nuevo mi cabeza a base de agua del infierno, bendita entre todos los demonios, santa y purificadora del pensamiento. Me hice actriz del padecimiento trágico de la ausencia y amante de la soledad.
Si te miento y lo presientes, fue por la angustia anclada al odio, naufragando en la cima de las islas de tu remordimiento, al borde del océano de tus temores y las protecciones de coacción. Si te miento, y lo hice, será protegiendo el estadio de mujer que me posee, la feminidad que se convierte en Dios, poderoso ente camuflado de realidad. Te mentiré por defenderme, defenderla, emprender mi vida hacia lo que detestas, lo que hace reventar tus venas y masticar el arte. Maldecir tanto poeta nauseabundo, a la poesía enmascarada con ficciones picoteando el esternón.
Te mentiré, padre, sólo por la satisfacción de que el hielo también desaparece, los rezos se hacen herejías de lógica, el arte salva a la ciencia, el alma corrompe al cuerpo venciéndolo en espíritu, tu voluntad es más débil y el amor fidelidad de la razón. Te mentiré para elevarme encima del mundo, estrujarnos los nudillos e improvisar con la muerte.
Por tu salud y el eco de nuestras mentes.