Paso un mes y llegó el día de la subasta de antigüedades. Este evento se realizaba todos los años en la mansión, era importante ya que se recaudaba fondos, les llaman fondos de beneficencia, es algo que los ricos realizan para sentirse un poco mejor consigo mismos. Dora y Koemi vinieron a arreglarme para el evento. Tenía que usar un vestido rojo ajustado, que me llegaba hasta el suelo, con una abertura al costado desde la cadera hasta abajo. Me hicieron unas trenzas y las ajustaron hacia atrás, dejándome el pelo suelto. Poco maquillaje y me dieron unos tacos altos. La gargantilla era negra y era la que tenía mi nombre en ella, a pedido de Christopher. Pasaron las horas y llegó el momento de ir al salón, está vez fui sola. Después de un rato todos estaban hablando y mirándome como si fuera rana de otro estanque, no era mentira. Me sentía tan fuera de lugar en este tipo de eventos. Con una copa de vino blanco en la mano, estaba sentada en uno de los bancos del jardín mirando cómo se divertía mi pequeño tesoro.
-Disculpe, ¿No tiene frío?- Una voz masculina que no conocía me hablo con cortesía y tímidamente. Mire al misterioso hombre que estaba parado en el marco de la puerta con una chaqueta en las manos, listo para su movimiento.
-Estoy bien, gracias- Seguí mirando a Gobaith.
-No me gustan mucho estas fiestas, me siento como sapo de otro estanque- Se sentó al lado mío.
Luego de unos minutos vuelve hablar.
-No me presenté, que descortés soy. Soy Maylo, encantado de conocerte- Me extendió la mano.
-Ginger- Le agarre la mano para estrechársela.
-No hablas mucho ¿No? Está bien, no es malo ser alguien de pocas palabras. Me gusta más el silencio. No es que quiera decir que te quedes callada o que me gustes, ósea si me gustas digo no ese gustar romántico, porque recién nos conocemos. Es solo que, en si yo no quería decir eso y bueno veras…- Más explicaba y menos coherencia tenía la oración. Me reí sin darme cuenta.
-Te reíste. Que bueno que mi torpeza te haga reír- Se reía avergonzado con los cachetes sonrojados y rascándose la nuca.
-¡Ginger!- La voz imponente y fría de Christopher apareció atrás nuestro.
Me levanté sin decir nada y caminé hacia él. Me rodeo la cintura y miro unos minutos a Maylo que estaba asombrado, nos fuimos para adentro.
-¿Qué estabas haciendo?- Christopher me miraba muy serio.
-Estaba con Gobaith- Lo mire.
-¿Qué hacía él hombre ese?- Baje la mirada.
-No lo sé- Él me agarró de la cintura.
-Quédate a mi lado, no vallas a ningún lado sin decirme- Solo asentí.
Hablamos con un par de personas, bueno Christopher hablo, yo solo me quedé a su lado ya que no me soltaba. Un hombre se nos acercó y nos presento a sus hijos. Una mujer muy hermosa que realmente resaltaba entre la multitud y un hombre muy apuesto que me miraba sin pestañar.
-Buenas noches señor Jhonsson, le quería presentar a mis hijos los futuros herederos de la familia. Él es mi apuesto hijo menor Maylo y ella es mi hermosa hija mayor Susan- Ese era el hombre que conocí más temprano.
-Buenas noches señor Ertes. Un gusto en conocerlos, señor, señorita- Christopher estrecho manos con el señor Ertes.
-¿Y quién es está hermosa jovencita?- El señor Ertes se acercó muy repentinamente y me aleje sin darme cuenta. Christopher me abrazo más fuerte.
-Ella es mi adorada mascota. Si me disculpan tengo que atender a otros invitados. Disfruten la noche- Nos fuimos a la mesa de bocadillos.
-A las personas sí que les gusta meterse en los asuntos de los demás- Christopher hablo con disgusto.
Después de un rato, nos fuimos a sentar al salón para empezar la subasta. Habían exhibidas cosas muy hermosas y antiguas, las personas hablaban de la joya más valiosa y cara de toda la subasta. Un diamante de luna, que no es conocida y la tenía un coleccionista que había muerto por vejez. Nos sentamos al final de la fila de asientos, no había nadie más que nosotros dos. Estaban todos entusiasmados ofreciendo cualquier cantidad de dinero por un pedazo de material que alguien fabrico seguro en época de pobreza, inspiración o amor. Atesoraban más los objetos que a las personas. Terminamos la subasta, Christopher no ofreció nada de dinero, en ningún momento lo vi con la intención de querer algo de lo que iban mostrando. Después de la subasta faltaba poco para que el evento llegara a su fin. Salimos del salón y nos fuimos a la mesa de bocadillos. Tenía hambre, pero no me atrevía a agarrar algo. Miraba con deseo los platillos exhibidos. Christopher agarro un plato y coloco algunos bocadillos, luego me lo alcanzo.
-Come- Agarre el plato entusiasmada.
-Señorita Ginger- Alguien me estaba llamando, mire para atrás.
Maylo venía algo agitado hacia nosotros.
-Señor Ertes ¿Qué lo trae tan agitado?- Christopher se puso delante de mí.
-Quiero hablar con la señorita Ginger- Me miro, aparte la mirada. Está situación va a ir de mal en peor.
-¿Qué asuntos tiene con ella?- La voz de Christopher se iba enojando más.
-Señor Jhonsson tengo que hablar con ella- Maylo tenía agalla para enfrentar a Christopher así.
-Entonces habla- Christopher no iba a dejarme sola.
-Es un asunto privado- Maylo seguía insistiendo, sin saber que estaba cavando su propia tumba.
-Soy su dueño, lo que tengas que decirle lo tienes que hacer en mi presencia- Mire a Christopher desconcertada.
-¿Su dueño? Ella no es una mascota, es un ser humano para tratarla tan bajo- Christopher me agarro y me acerco a él.
-Mi querida Ginger ¿Quién soy yo?- Christopher me miraba expectante por mi respuesta.
-Mi amo- No quería mirar a Maylo.
-Muy bien, ¿Y tú quien eres?- Christopher le gustaba este tipo de manipulación. Sentirse poderoso y dueño de algo o alguien.
-Tu mascota- Me agarró la cara y me besó fríamente. Su sonrisa triunfante me enojaba y entristecía, solo era un juego para él.
-Eres muy obediente. Señor Ertes ¿eso le aclaro las dudas? No interfiera en mis posesiones. Si me disculpa tengo que retirarme- Nos fuimos del salón, a la habitación de Christopher.