Prólogo

Mis pies golpeaban con fuerza el piso húmedo cargado de lodo, mis pasos eran cada vez más largos y sin mirar atrás ni pensar en un lugar exacto corrí. Las gotas de agua caían pesadamente sobre mi cuerpo como si fuera granizo, unos días atrás habían avisado sobre una futura tormenta, pero no me imaginé que la naturaleza estuviera tan en mi contra como para que justamente hoy mostrar su ira ¿Acaso le había hecho daño a la naturaleza alguna vez? Según mis recuerdos no, pero aparentemente estaba en contra de mí ya que caía con rebeldía. El vestido azul cielo que llevaba puesto estaba manchado en sangre seca, pero gracias a la lluvia ésta se regaba por todo el traje, el Interior de mis zapatos se encontraba lleno de agua y el exterior cargado de lodosa tierra que impedía que mis pasos fueran más rápidos.
En un momento me desequilibre provocando que cayera resbalada al suelo, estreche mis manos delante para que estos llegaran primero al piso y así impedir que fuera peor el futuro golpe solo que sentí como la parte baja de mi mandíbula se rasguño por el suelo rocoso, mis ojos fueron segados por la neblina que llenaba el enorme bosque de Exprín asiendo que perdiera visión de todo lo que quedaba frente a mí. La respiración que salía de mi nariz ahora era expulsada por mis labios con vigor y cansancio, en el área solo se escuchaba tres cosas: las gotas del diluvio, las plantas moverme autoritariamente y… Unos pasos, esos que señalaban que aquel miserable se acercaba a mí…
No tarde en ponerme de pie y retomar la huida solo que ahora con más velocidad, una que antes no pensé poseer. Las lágrimas comenzaron a mezclarse con el agua que descendía de las nubes, la preocupación se sumó en todo mi cuerpo, el temor, la preocupación, los sentimientos negativos todo se ligó en una sola copa… Iba a morir, definitivamente hoy era mi día, ese que nunca espere fuera tan precoz, yo solo tenía diecinueve años, apenas era una chica joven que quería experimentar, sentir… Vivir.
En un momento ni siquiera estaba segura si respiraba o no, pero eso era lo de menos porque perdería el aire cuando ese desquiciado acabara conmigo.
Miré hacia atrás y su figura no se vio tras de mí, exhale aire un poco más tranquila pero desapareció cuando mire hacia delante y ahí estaba… Justo en frente mío, literalmente expulsando humo por sus fosas nasales, con los ojos inyectados en sangre, sus labios perdieron aquel color rosado que tanto me gustaba es que ahora parecían con un tono más opaco, su rostro estaba más pálido de lo normal y su cabello negro desordenado ahora brillaba más que las veces anteriores que lo había observado. Cualquiera que tuviera la desdicha de ver a ese hombre justo en este momento hubiera querido huir de su presencia ya que en su apariencia se sentía la maldad sin tener que ver la sangre que de sus manos decaían.
Tragué saliva cuando este mismo dio un paso hasta donde estaba.
—Te amo —dijo Hart con esa voz tan seductora que provenía de sus labios carnosos.
Sus manos acariciaron mi espalda desnuda lentamente. Cada uno de sus toques causaba explosivos dentro de mí y este no era la excepción.
—Nunca me dejes —susurre mirado a esos ojos grisáceos cargados de pestañas negras.
—Sería incapaz de dejarte… Mi única…
Suplique con la mirada que no lo hiciera, pero eso fue como decirle a un animal que hablara, el prosiguió acercándose hasta que ya no había espacio entre los dos, su aroma ya no era el que antes me enloquecía porque solo podía oler algo realmente nauseabundo, sangre ligada con tierra. Trazó con delicadeza el arma puntiaguda que tenía envuelta entre sus dedos sobre la piel de mi cien hasta llegar a mis labios, apretó en esa parte y solté un quejido abrumador.
“Si algún día te quisiera hacer daño no me temas, solo mantente firme de lo contrario pueden suceder cosas horribles”
—Hart… Por favor —dije con el corazón apuntó de estallar.
El prosiguió con su paseo por mi piel, bajo la navaja hasta llegar a mi vientre… Apreté mis labios esperando lo peor…
Abrí los ojos cuando...
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P R O X I M A M E N T E
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