Belleza Peligrosa

CAPITULO 12

Al llegar a casa, dejé mi mochila en el sofá un segundo para respirar. Mis papás estaban en la cocina: mi mamá terminando de picar verduras y mi papá revisando unos papeles con sus lentes caídos en la punta de la nariz.

—Mabel, ¿cómo te fue hoy? —preguntó mi mamá sin levantar la vista.

—Bien —respondí, acercándome—. Ah… mañana tengo que ir a hacer un trabajo a la casa de un compañero.

Mi papá levantó las cejas inmediatamente.

—¿Compañero? ¿Quién?

Sabía que preguntaría eso. Siempre lo hace.

—Mario —dije—. Es de mi salón. Nos tocó en grupo, y él ofreció su casa porque tiene espacio y… bueno, el trabajo es largo.

Mi mamá dejó de cortar un momento.

—¿Van a ir más? —preguntó.

—Sí —mentí parcialmente para evitar drama innecesario—. O al menos eso dijo el profesor. Igual es un trabajo en grupo, así que no hay nada raro.

Mi papá entrecerró los ojos, analizándome como si pudiera leerme.

—¿Y a qué hora regresarás?

—Antes de las siete —respondí rápido—. Y les escribo cuando llegue.

Mi mamá asintió, más tranquila.

—Está bien, pero no te quedes muy tarde. Y si necesitas que te recojamos…

—No, tranquila, yo les aviso —dije, dándoles una sonrisa pequeña.

Estaba en mi cuarto revisando los apuntes cuando mi mamá tocó la puerta.

—Mabel —dijo asomándose—, Gabriel está abajo. Vino a verte.

No habíamos quedado en vernos, así que me sorprendió.

—¿Gabriel? ¿Por qué? —pregunté.

—No dijo —respondió mi mamá—, pero se le ve… preocupado.

Suspiré y bajé las escaleras. En la sala, Gabriel estaba sentado en el borde del sillón, con sus cuadernos entre las manos como si fueran un escudo. Apenas me vio, se puso de pie.

—Hola —dijo, intentando sonreír.

—Hola —respondí—. ¿Qué pasó? ¿Todo bien?

Él dudó antes de hablar.

—Tu mamá me dijo que estabas estudiando, pero… quería hablar contigo un momento.

Me senté frente a él y lo miré de forma directa. Algo no cuadraba.

—Gabriel —empecé—, ¿seguro que todo está bien?

Él respiró hondo.

—Quería preguntarte algo… —dijo finalmente—. Me enteré de que mañana vas a ir a la casa de un compañero para hacer un trabajo.

Ah. Ahí estaba.

Lo miré un segundo y luego pregunté:

—¿Y cómo te enteraste?

Gabriel se acomodó en el sillón, claramente incómodo.

—Escuché cuando se lo estabas diciendo a tu mamá en la puerta… —admitió—. Yo ya estaba llegando y escuché la parte de “casa de un compañero”. No quise interrumpir, así que esperé afuera… pero luego me quedé pensando cosas.

No sonaba acusatorio, solo sincero y un poco avergonzado.

—Gabriel —dije, más tranquila—, sí. Voy a ir. Se llama Mario. Es del salón. Es un trabajo de Cálculo Integral y no es nada raro.

Él bajó la mirada.

—No es que no confíe en ti… —murmuró—. Es que soy humano, Mabel. A veces escucho algo a medias y mi cabeza se va sola.

Me apoyé en el respaldo del sillón, sin molestarme, pero dejando claro que quería claridad.

—Por eso te estoy contando todo. No estoy ocultándote nada. ¿Está bien?

Gabriel levantó la vista, con expresión más suave.

—Sí. Perdón si vine así. Solo… necesitaba escucharlo bien.

—Ok —respondí—. Pero pregúntame a mí antes de armarte ideas, ¿ya? Es más fácil.

Él asintió, casi aliviado.

—Prometo hacerlo.

Se puso de pie, acomodándose la mochila.

—Me voy ya. Solo quería saber… y verte.

—Te acompaño —dije.

Mientras lo acompañaba a la puerta, pensé:

“Espero que mañana no vuelva a escuchar algo a medias.”

Cuando cerré la puerta y escuché sus pasos alejándose, me quedé un momento quieta, apoyando la mano en el picaporte. La casa estaba silenciosa, pero mi cabeza no.

“¿De verdad vino solo por eso?”, pensé.

No estaba molesta… pero sí un poco cargada. No me gusta cuando Gabriel se queda con ideas que no son. Y esta vez, todo había sido por escuchar solo la mitad de una conversación.

Subí a mi cuarto y dejé mis cuadernos sobre la cama.

“No quiero que cada vez que trabaje con alguien piense algo raro”, pensé. “Confía en mí, sí… pero también tiene que confiar en que yo sé poner límites.”

Me senté a revisar el cuaderno, pero no avancé mucho. Mi mente volvía una y otra vez a su cara, tensa y preocupada.

“Lo quiero… pero tampoco puedo estar dándole explicaciones de todo.”

Al final cerré el cuaderno con un suspiro.

uyyy amiguitos que dicen ¿sera el fin de la relacion? besos los quiero




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