Bendito Colágeno

SORPRESAS Y BUENAS NOTICIAS

— Maldito Mariano, no se como pudo hacerte eso — me decía Carla mientras se sentaba encima de mi escritorio — No quiero sonar como tu madre, yo sé que es un momento difícil para ti pero…

— Solo suéltalo — suspiré y la miré — solo di “Te lo dije”

— Te lo dije — me regañó y luego sonrió dulcemente — es que enserio nunca pude entender porque andabas con ese tipo, es decir, ni por que fuera el mejor polvo del mundo…¿Lo era? 

— Nooo…ni cerca 

— Es que ni para eso era bueno el maldito ese— se tocó la cabeza — y cinco años en esas, Juliana enserio no te entiendo 

— Yo tampoco…

— Bueno, pues nada — su tono ahora sonaba un poco más animada - hoy vamos a salir de fiesta, y te vas a conseguir a un tipo que si sepa hacer bien la tarea

— Carla…- quise protestar pero ella me puso un dedo en la boca

—Carla nada, no voy a dejar que te hundas en la depresión absoluta mientras este se hunde en alguien más, no señora, tu mantra de ahora en adelante es el de la diosa Shakira, las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan — me sonrió

Algo que enserio amaba de Carla es su capacidad de sacar algo bueno de una mala situación. Desde que la conozco ha sido bastante enfática en que la felicidad de una mujer no puede basarse en la presencia de un hombre en su vida, desde su divorcio ella parece verlos como simples accesorios que solo le sirven para cumplir sus deseos. 

— Hablando de facturar…tengo mucho trabajo así que te agradecería que me dejaras trabajar, no quiero que la jefa me regañe justo el primer día, por cierto, no la he visto. 

— Oh, olvidé contarte eso…

Creo que literalmente estoy viviendo un sueño.

Carla me comentó que nuestra detestable jefa había sido despedida aparentemente por haber tenido relaciones sexuales con uno de los empleados. No se sabe exactamente quién fue, pero, debe ser alguien muy necesitado de amor… o dinero.

— Pero si ella se fue, quien va a tomar su puesto — la miré confundida — ¿Tu? 

— No — dijo algo decepcionada — no tenemos tanta suerte…o tal vez sí porque aunque siento que mi potencial se está desperdiciando, no me puedo quejar del nuevo jefe - me miró raro — es bueno  tener con qué alimentar el ojo

— Y cuando lo voy a conocer 

— Justo ahora — se levantó del escritorio y tomó mi mano — vine a avisarte que va a dar su discurso oficial de bienvenida, es parte de su nueva estrategia de integración 

WOW

Hasta el momento sabemos que se llama Roberto Hernández y que está muy feliz de trabajar en esta empresa y que va a poner todo su empeño en sacar la compañía adelante. Al menos eso fue lo que dijo en el discurso de bienvenida que dio a los empleados. No es por exagerar, pero al verlo puedo decir que la idea de tratar con este hombre a diario me hace pensar un poco menos en el desgraciado de mi ex así que, eso es bueno ¿no? 

Calmate, Juliana. 

Me mantuve tan ocupada el resto del día con el trabajo que perdí la noción del tiempo, hasta que un costoso bolso se interpuso en mi camino 

— ¿Nos vamos? 

— ¿A dónde? - creí que se le había olvidado lo de esta noche pero al parecer no 

— No te hagas la que no sabes, muévete que apenas y tenemos el tiempo suficiente para ir a tu departamento y que te cambies de ropa y arreglarte

— Hey - mire mi atuendo - ¿Que tiene de malo mi ropa?

— Es ropa de trabajo, no para ir de fiesta

— ¿Tu también te vas a cambiar?

— No, porque yo luzco fabulosa, ahora vamonos

Al cabo de unos cinco minutos ya me encontraba en un taxi rumbo a mi edificio mientras Carla no despegaba la mirada de su celular. Cuando estábamos en la entrada del edificio vimos a varias personas reunidas

— Juliana Gálvez, del apartamento 303, ¿verdad? – asentí un poco prevenida – Tenemos un problema

Lo que me faltaba. ¿Qué estaba pasando?

Al parecer el problema era que Valentina había dejado entrar a varias personas en el departamento y tenía el volumen de la música más allá de lo permitido para ese horario, lo que había disgustado a más de uno de mis vecinos, quienes aparentemente se habían aprendido de memoria el manual de convivencia del lugar.

Abrí la puerta de mi departamento esperando lo peor, pero me encontré con algo totalmente inesperado, los muebles de la sala estaban acomodados en otro lugar dejando un espacio libre donde Valentina y algunos de los que parecían ser sus compañeros de universidad, estaban ensayando lo que parecía ser una coreografía, mientras uno de ellos los estaba dirigiendo. Sin mentirles, esperaba encontrarme con jovencitos bailando y tomando alcohol como si su vida dependiera de ello. 

Al notar nuestra presencia, Valentina apagó la música que estaba sonando y me miró confundida para luego ver su reloj.

-Carajo, no creí que fuera tan tarde – se rascó el cuello, me sonrío y le devolví el gesto – Chicos ella es Juliana Gálvez, mi roomate – los chicos me saludaron amablemente y volvieron a sus asuntos, mientras yo me llevaba a Valentina a la cocina - ¿Hay algún problema? 



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En el texto hay: humor y romance, rupturas, corazones rotos

Editado: 23.03.2023

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