Beneficios y No Beneficios

Capítulo 26: Raro.

4 de Enero de 2020.

 

 

Daniel.

 

 

Justo iba entrando a la casa y un monstruo de casi dos metros me atacó.

Estuve fuera durante dos semanas por las fiestas decembrinas y solo quería llegar a mi casa a dormir ya que para poder regresar tuve que estar casi todo el día en el aeropuerto; pero no ahora tenía a Sam asfixiándome y no dejándome pasar.

—¡El hijo pródigo ha regresado!—me gritó en el oído—. ¿Qué me trajiste, güero?

—¿Tú no deberías de volver a tú casa como todos los demás?

Como estábamos de vacaciones todos están en sus ciudades de origen, Virginia vive a dos horas de la ciudad así que se quedará con su familia hasta que falte una semana para volver a clases.

Alex y Brenda  en realidad se fueron a vacacionar juntos, terminando las fiestas se fueron a un viaje corto a la playa así que estarían volviendo la próxima semana.

Y Samuel no sé que hace aquí si su ciudad está un poco lejos y como es muy unido a su familia pensé que regresaría hasta que iniciaran las clases.

—A Poliana se le olvidaron unas cosas que dice que necesita así que la traje hasta acá—al fin me soltó—. ¿No llegabas hace dos horas?

—Se retrasó el vuelo, pero ¿tú cómo sabes eso?

—Pues tu novia vino a ver si habías llegado y como no estabas se fue a chismear con Po...

—¿¡Ya llegó?!—Abigail bajó corriendo las escaleras—. ¡Ya llegó!

Corrió desde las escaleras y empujo a Sam para abrazarme, creo que tiene más fuerza que él. Pero no importa, ella sí puede abrazarme.

—¿Alguna vez dije que eras adorable?—Sam le dijo.

—Sí, y arruinas el momento, vete—me dejó respirar—. No te veía desde tu cumpleaños.

Tenía sus ojos llorosos y eso significa que por alguna extraña razón mi novia está muy sensible. Bueno no es extraña la razón, de momento, al menos una vez al mes, le dan ganas de llorar por todo.

—¿Ya pasó tu cumpleaños?—Sam habló.

No le dije a nadie de mi cumpleaños porque no me gusta celebrarlo y esperaba que nadie nunca preguntara cuando es, gracias a Abigail el más chismoso de la casa ahora podría saberlo.

Por ello en mi cumpleaños solo salimos a cenar ella y yo, sin que nadie más se enterara.

—Tengo que desempacar—dije para cambiar de tema—. ¿Vamos?

Abigail asintió y comenzamos a subir las escaleras.

—¡Y no, no puedes venir!—le gritó a Samuel quien estaba a punto de seguirnos y este se dio la vuelta resignado.

Tienen una forma de llevarse un poco rara, los dos se pelean para que les preste atención pero creo que solo es juego y se caen bien, espero.

Después de acomodar todas mis cosas Abigail y yo nos acostamos en mi cama, ella estaba abrazándome lo cual era raro porque hoy ya lo ha hecho muchas veces.

No me quejo, es lindo cuando se comporta así pero normalmente no es algo que ella haría sobria así que sé que algo le sucede.

—¿Tienes algo?—le pregunté.

—No, ¿por qué?

—Nunca eres tan empalagosa conmigo.

—¿Qué estas tratando de decir?—se separó de mí—. ¿Es un reclamo porque nunca soy linda contigo?—frunció el ceño.

—¿Qué? ¡No!

Hay veces en las que Abigail le gusta hacer drama y reclamos porque esta aburrida y le sigo el juego, pero ahora se ve muy en serio así que no le seguiré la corriente si no quiero morir.

—Anda, dilo—se cruzó de brazos.

—Solo me preocupé porque pensaba que te había pasado algo—traté de abrazarla de vuelta y ella se quitó.

¿Ahora qué hice mal?

—Si claro, llamándome empalagosa—se levantó de la cama y empezó a ponerse sus zapatos.

¿Está enojada porque le dije empalagosa?

Bueno, no es la primera pelea de este tipo pero tenía meses que no pasaba.

—Creo que estás exagerando lo que dije—muy bien, palabras erróneas. Esto me va a costar caro.

—¿Exagerando? Está bien, no vuelvo a ser empalagosa contigo—se fue de mi cuarto.

¿Qué diablos acaba de pasar? Primero estaba muy emocional cuando llegue, luego arreglando mi cuarto estaba muy feliz escuchando como me había ido y contándome lo que había hecho, luego pareció volver a su estado emocional y ahora estaba enojada.

Si no amara a esta chica la hubiera dejado marcharse y que me hablara cuando se le pasara el enojo pero no, no voy a ser así y menos con ella.

Rápidamente me puse los zapatos y salí corriendo de la casa para alcanzarla, ya iba a media calle e iba dando pisotones. Estaba muy enojada y la verdad me da miedo.

—Abigail, espera—le dije cuando la alcancé.

—No—no me volteó a ver así que me puse frente a ella impidiéndole el paso y estaba llorando.




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