Bennu fuego en las sombras (libro 1) Completo

22

Los elegidos llegaron, estaban tan contentos de que no nos hubiera pasado nada malo. 

—Milena, creí que ya te había perdido para siempre —me dijo Dylan, abrazándome. 

—Te quiero—le dije. Y me fui a buscar a Dars. Ya que sentía muchas dudas de cómo matar a Vladimir y después de algunos minutos, por fin lo encontré. Tenía que preguntarle lo que había pasado, él me respondió que Vladimir no había muerto como habíamos pensado, y que había regresado por la revancha.

—Pero ¿por qué se volvió a ir? 

—Porque no estabas aquí y tampoco tu padre. Él quiere acabar con ustedes primero, ya que no sabe que las demás también son hijas de él y con los mismos antepasados. A Vladimir no le importan los demás, él desea que sean sus súbditos, y la única forma de lograrlo es acabar con la familia real, que en este caso ya descendió e incrementó a la vez. Lo primero con la pérdida de los reyes Eliab y Anaíd; e incrementó al ustedes ser doce, contando a tu padre. Pero como murieron dos hermanas tuyas, el número ha descendido a diez, y hay que cuidar que no acabe con tu padre y en especial contigo y tu hermana gemela, que son los legítimos herederos al trono —dijo. 

Nos quedamos un momento en silencio. 

—Oye, y ¿cómo funciona lo que me pediste?

—¿Qué cosa?—La fruta lunar y la sangre del tritón. —¿Los tienes?—Sí.—Debéis mezclar el jugo de la fruta lunar y la sangre, para después introducir la daga en la mezcla, será verde (por la sangre del tritón), dejarla unos instantes a la luz de la luna, hasta que se torne color azul fosforescente y comience a hervir.

—¿Qué cosa? 

—La fruta lunar y la sangre del tritón. 

—¿Los tienes? 

—Sí. 

—Debéis mezclar el jugo de la fruta lunar y la sangre, para después introducir la daga en la mezcla, será verde (por la sangre del tritón), dejarla unos instantes a la luz de la luna, hasta que se torne color azul fosforescente y comience a hervir.

La mordida de la lirva me comenzó a doler, me la presioné, pero no hice mención alguna. 

—Lo haré ahora mismo, ¿tienes algún recipiente? 

—Espera, ya voy por uno. 

—Date prisa —dije. 

Me arrodillé en el suelo y saqué de la bolsa los ingredientes, poniéndolos en el suelo, enfrente de mí. Darsving llegó al poco tiempo y me dio un recipiente transparente, lo suficientemente grande para introducir la daga.

Vertí primero la sangre verde del tritón y después partí el fruto lunar (parecía una luna llena) y lo corté en dos con la daga. Exprimí primero una mitad en el recipiente y después la otra. Dars se distrajo por un momento y yo lamí el fruto, después lo incineré con mi mano. Introduje la daga en la solución. Me volví a metamorfosear, sujeté el recipiente y volé lo más cercano a la luna. Me mantuve en un sitio fijo, hasta que la sustancia se coloreó azul fosforescente y comenzó a hacer efervescencia, pero esta no se sentía caliente. 

Mis manos soltaron el recipiente, como si algo más en mí hubiera actuado, en vez de mi conciencia, y lancé bolas de fuego contra él. La mordida me ardía tremendamente y mi piel se puso gris. 

Luché contra esa parte invisible. La sustancia ya había desaparecido, al igual que el recipiente, pero la daga aún seguía intacta.

Descendí en picada, tan veloz como un ave rapaz. Sujeté la daga y esta comenzó a brillar de color azul, haciendo que desapareciera esa actitud extraña en mí. 

Cuando llegué al suelo, me estaban esperando con una terrible noticia. 

—Han asesinado a Darsving —me dice Nell mientras me abraza—. Lo siento mucho, sé que era como un hermano para todos nosotros, pero más para ti.

Las lágrimas me brotaban en grandes cantidades, peor que hace apenas unos momentos con la situación de mis hermanas. 

—Pero… ¿Cómo? 

—Mataron a su fénix… —me explicó Nell. 

—Nerak —la interrumpí. 

—Bueno, primero mataron a Nerak y después le lanzaron más de veinte flechas, su fuerza descendió con la pérdida de su amada fénix, por eso es de vital importancia que el fénix esté en nosotros. Te dejó una carta.

Me la dio en la mano. 

—Y dónde está su cuerpo, quiero verlo. 

—Se desintegró bruscamente. Envejeció los años que le debía ala vida. 

—¿Quién lo mató?

—Quizás no lo quieras saber. 

—Dímelo, ya —le dije, aun en llantos. 

—Adria. 

—¿Qué? Me las va a pagar. Voy a matar a cada uno de esos bastardos. 

—Tranquila, Milena. Yo también la quiero matar, pero mejor lee la carta.

La abrí con sumo cuidado, a pesar del coraje que sentía dentro de mí. 

Hola, Milena, si estás leyendo esto es porque ya estoy muerto y he pasado a un mundo mejor, sabes que odio las despedidas, así que iré directo al grano. Desde que te vi me enamoré de ti. (Sé que en este momento te estás riendo, y me hubiera encantado ver tu cara). 

La otra cuestión no es agradable. Para matar a Vladimir será necesario acabar primero con algo que amas y forma parte de ti. Pero toma en cuenta que tú tendrás que matarlo a él, porque si lo hace alguien más, esto no funcionará. 

Te amo, Milena. Algún día te volveré a ver. 

Darsving.

Vi a Dylan y Alexander acercarse a nosotras y antes de que pudieran decir algo, le prendí fuego a la carta; aun en mi forma normal, ya tenía más control sobre mis poderes. Después de obtener la daga me sentía tan segura de mí misma, que podría decir que parecía una narcisista sin límites. 

Había memorizado cada párrafo de la carta. No podía dejar que ninguna de esas palabras fuera vista por Dylan. 

—Amor, tranquila. 

—Estoy bien. 

—¿Segura? 

—Claro, solo era un amigo —le dije fríamente. Al menos así quería que se escuchara, porque aún tenía el nudo en la garganta. 

—Mily, tienes que descansar —me dijo tiernamente. 

Ya no soportaba que él fuera tan lindo conmigo, no porque no lo mereciera, sino porque mi personalidad lo deploraba; odiaba que fueran así conmigo hasta en mi familia adoptiva, que aún extrañaba.




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