Bésame

Prólogo

Ni pienses  en salir esta noche Olivia,  mañana empiezan tus clases y tienes que ayudar a tu hermano a alistarse.  No creas que porque no estamos en casa puedes hacer lo que te de la gana. No te olvides de limpiar la casa, volvemos el martes.

 

Bloqueo la pantalla de mi teléfono al mismo tiempo que una sonrisa se escapa de mis labios,  y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón. 

—Claro, mamá,  no pienso salir—río mientras observo toda la fiesta.

Saco una lata de cerveza de la pequeña congeladora que se encuentra a mi lado y comienzo a caminar entre en medio del gentío en busca de mi amiga. Empujo a unos cuantos borrachos e ignora a las chicas que apenas pueden caminar.

A lo lejos, justo en un rincón  del lugar encuentra  a mi amiga, quien tiene el aspecto de un conejito asustado. Sonrío ante su expresión y camino hacia ella. 

Cuando me ve se relaja un poco, pero aún se muestra algo incómoda.

—Olivia, creo que deberíamos terminar la fiesta, ya es muy tarde y mañana es el primer día de clases no creo que sea buena idea desvelarnos...

—Sophie—La interrumpo—,por una vez en tu vida deja de preocuparte por las cosas y disfruta el momento. La fiesta es mi casa, lo que significa que no está muy lejos de la tuya. Relájate, bebe  y baila conmigo. 

 

Abro la lata de cerveza y se la ofrezco a la señorita preocupación, ella se ve insegura pero al final la acepta y le da un sorbo. Espero a que beba unos cuantos tragos más, esperando que el alcohol haga su magia, y gracias a su poca tolerancia de alcohol, lo consigo. 

 

 

💋💋💋💋

 

 

 

Abro mis ojos poco a poco y lo primero que veo son los número verdes del reloj digital: 18:48 pm

Creo que ya es muy tarde para ir a clases. Ni modo. 

Me levanto lentamente para no provocar que mi cabeza duela más de lo debido. Camino de malas ganas hacia el baño y abro la regadera, el agua comienza a salir y mientras espero a que caliente me saco toda la ropa.

 

Cuando termino de bañarme, me seco y me visto con un short negro y una camiseta roja. Dejo mi cabello suelto para que seque y decido revisar mi teléfono. 

 

12 llamadas perdidas de mamá. 

2 llamadas perdidas de Sophie. 

7 mensajes de sophie.

20 mensajes de  mamá. 

Leo los mensajes de Sophie en los cuales me pregunta porque no he ido y si estoy bien, por lo cual decido responderle  de inmediato. 

 

Me he quedado dormida. Mañana iré. 

Lo envío y dejo mi teléfono sobre mi cama.

 

—Mamá te matará cuando vea el desastre que hicieron tus amigos anoche.

Veo a John apoyado en el marco de la puerta mientras sonríe. 

—Claro que no, porque mientras yo como tú vas a limpiar toda el desastre—Veo que está por protestar así que me adelanto —. A menos que quieras que toda tu escuela vea tu vídeo en ropa interior cantado y bailando Dangerous Woman.

Su rostro se deforma y veo la preocupación en sus ojos. 

 

—No lo harías —Su voz tiembla un poco.

Camino hasta llegar frente a él  y me agacho un poco para estar a su altura.

—No me desafies porque sabes que lo haré,  asi que es mejor que empieces a limpiar y claro,  tampoco puedes mencionar nada de lo ocurrido.

Sonrío triunfante y me dirijo a la cocina en busca de algo para desayunar almorzar y cenar. Los 3 en 1.

 

 

💋💋💋💋

 

 

Corro lo más rápido que mi cuerpo me lo permite. Mis piernas duelen y mi respiración se vuelve cada vez más pesada. 

Genial. 

 

Mi camisa se pega a mi espalda debido a el sudor que recorre mi cuerpo. Solo falta un par de metros más. 

Cruzo las enormes puertas de la escuela y siento que mi vida se va en cada paso. Pese al cansancio sigo corriendo rápido, mis piernas flaquean y debido a mi mala condición física doy un paso en falso provocando que me resbale y empuje a la persona delante de mi, haciendo que este que se de un fuerte golpe contra la pared.

—Perdón y gracias por evitar que cayera —grito.

Ni siquiera observo quien es y sigo corriendo.

Logro llegar a mi salón y para mí suerte aún no hay rastros del perro rabioso de Mendoza. Recorro con la vista todo el salón hasta dar con Sophie quien se encuentra en una de las mesas del centro del salón.

Camino hasta llegar a su lado, lanzo mi mochila sobre la mesa y me dejo caer dramáticamente  sobre la silla.

—¿Cuál es tu excusa ahora, Olivia? —Pregunta Sophie .

—Me he quedado dormida, mi falda nueva se rompió por lo que tuve que ponerme la del año pasado que me queda ajustada—Me muevo un poco intentando que la tela dejé de torturar mi abdomen—el bus me ha dejado, mis padres siguen de viaje, mi auto en el taller, mi bicicleta tiene una llanta pinchada, me vine en autobús que me dejó a dos calles y tuve  que correr como una loca desquiciada —termino de decir entre jadeos.

— ¡Vaya!, Tienes una pésima suerte. Deberías darme las gracias de que llegue temprano y pude reservar una mesa, sino te hubieras sentado adelante, siendo un blanco para el profesor Mendoza —Asiento de acuerdo con ella.

—Gracias, Sophie.

Con las yemas de mis dedos acomodo los mechones rebeldes que se salieron con la maratón que dí.

La puerta se cierra y en seguida todos guardan silencio al ver al perro rabioso de Mendoza, que viene con pasos apresurados. El profesor de algebra comienza  con el típico discurso de todos los años: tienen que aprovechar esta oportunidad, sus padres le pagan los estudios, échenle ganas, bla, bla, bla. Después del sermón de quince minutos empieza a dictar cada uno de los materiales con los cuales trabajaríamos este año.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.