Beside You

03 | Cambio.

Miro las manecillas del reloj y el tintineo me comienza a dar ansiedad. Sora nos ha citado a todas en la empresa muy temprano sin decirnos el motivo. El correo que he revisado ayer no me ha dejado dormir muy bien. Aún no he hablado al respecto con ninguna de las chicas, mucho menos con Sora, por supuesto.

—¿Quieren café o te? —pregunta Sora, de pronto.

—Café —respondemos todas al unísono.

—Alguien vendrá conmigo. No podre con tantos vasos.

Me levanto y camino detrás de ella por el largo pasillo. Va unos metros por delante de mí. No sé si camina muy rápido o tal vez yo camino muy lento.

—¿Exactamente a que hemos venido? —digo mientras preparo los sobrecitos de azúcar sobre la charola—. Hoy era nuestro día de descanso.

—Yo tampoco quería venir —confiesa—, pero les prometo que valdrá la pena y sea una gran sorpresa para todas.

Me guiña un ojo y continuamos preparando los vasos de café. En los tres años que tenemos como grupo, solo el primer año y medio veníamos a la empresa también los fines de semanas. Después de eso, solo cinco días a la semana. Si bien, los fines de semana trabajamos desde casa o simplemente descansamos, al menos unas pocas horas.

—Ya quiero volver a casa y descansar —confieso, mientras caminamos de nuevo hacia la gran oficina de Sora, que, al mismo tiempo, es nuestra sala de juntas.

—Tendrás que aguantar hasta más tarde.

—No quiero estar aquí —me quejo. Abro la puerta—. ¡No quiero hablar con nadie!

Entro de espaldas y al girarme, puedo ver a las chicas sentadas frente a la puerta y a otras personas dándome la espalda. Todos voltean a verme y me sonrojo al momento, pidiendo porque esto solo lo haya escuchado en mi mente, aunque por la cara de todos los presentes, supongo que me han escuchado. Este día no pudo empezar peor.

—¡Buenos días! Espero se encuentren bien —dice Sora—. No sabíamos que ya habían llegado. Pediré más café para ustedes.

—Así está bien —dice un chico que se encuentra parado delante del librero de Sora.

Siento mi corazón palpitar rápidamente al ver que este vestido formalmente. Siempre que Sora nos invita de sorpresa a su sala de juntas, aparece una persona vestida así y eso, no es una buena señal. Siempre han pasado malas cosas cuando una persona formal se aparece en la oficina de Sora, algo así como un mal augurio.

Reparto el café de las chicas y me siento entre Minji y Hana, cabizbaja. Hago mi mayor esfuerzo por no levantar mi mirada y cruzarla con quienes se encuentran frente a nosotras. En estos momentos me siento muy nerviosa, que quisiera salir corriendo, pero por supuesto que eso no será posible. Comienza a sonar el celular de Sora y fijo mi vista en ella.

—¿Hola?... Por supuesto... ¿Ahora?... Claro, en seguida voy.

Cuelga el celular y nos mira seriamente a todas por un momento. Hace eso cuando algo malo está pasando y eso no ayuda en nada a que me tranquilice. Espero no sea nada grave.

—Bien —habla después de unos segundos—. Tengo que salir. Así que se quedan aquí.

—¿Qué estará pasando? —susurra Minji cerca de mi oreja. Levanto los hombros, indiferente.

—Iré contigo —dice el chico de hace un momento.

Ambos salen de la oficina y yo solo me limito a mirar el interior de mi vaso. Esta vacío.

—Por cierto, olvidaba algo —dice Sora mostrando solamente su cabeza de detrás de la puerta—. Chicos, ellas son las chicas de Galaxy. Chicas, ellos son los chicos de Stray Kids.

Espera, ¿qué? ¿Son ellos? Los he tenido enfrente de mi todo este tiempo y no estaba enterada. Por algo me sentía nerviosa y sus rostros me parecían algo familiares. ¿Por qué Sora no me ha mencionado nada cuando hemos ido por el café? Ahora entiendo por qué las chicas han estado portándose bien. Normalmente suelen ser un caos. Qué vergüenza, mi presentación ha sido la peor desde que entre por esa puerta con los vasos de café. Trago fuertemente y aprieto mi vaso, sin saber exactamente qué hacer.

—Espero se puedan conocer mientras volvemos.

Dice y por fin sale de la habitación. Nos miramos unos a otros y se puede sentir una ligera tención en el ambiente. Podría decir algo para romper el silencio incomodo, pero esta vez, temo por decir algo estúpido.

—Bueno, supongo que no todas nos conocen —habla un chico frente a mí, de cabello castaño oscuro y una gran sonrisa. Se mira que va con frecuencia al gym. Quisiera poder hacer lo mismo.

Realmente no sé qué hacer. ¿Por qué demonios no estudie sus nombres antes? Espero que no sepan de mí. Así sería algo mutuo, aunque dudo que eso sea posible.

—Tienes razón, no todas los conocen —habla Hana.

Ambos comienzan a hablar animadamente. Se han olvidado de todos nosotros muy rápido. Miro de reojo a los demás y se nota su incomodidad. Decido levantarme y buscar mi bolso. Probablemente tenga algún dulce o algo con que distraerme, mientras vuelve Sora y termina con mi nerviosismo.

—¡Alto ahí!

Dice alguien detrás de mí. Doy media vuelta y uno de los chicos está parado tras de mí. Ahora, la sala se ha vuelto un caos y múltiples conversaciones se pueden escuchar.

—¿Piensas irte tan pronto?

—No. Solo buscaba mi bolso.

—Para irte, ¿cierto? —Suelta una risita burlona—. Es una broma. Soy Félix —sonríe levemente y le regreso el gesto.

—Soy Legna.

—Oh, ¡la chica del café! —dice otro chico acercándose hacia nosotros.

—¿¡Es ella!? —dice Félix algo sorprendido.

—¿De que hablan? —digo muy nerviosa y no sé por qué.

—Le he contado de ti a los chicos. ¿Nos recuerdas? —dice sonriendo ampliamente y sus ojos se enchinan, que casi no puedo notarlos—. Además, llevas puesto los mismos tenis que ayer y tu bolso, también es el mismo.

Mierda. ¿Por qué todo lo que tengo o uso, debe tener algo que recuerden? Necesito cambiar urgentemente de estilo y de cosas.

—Vamos, Jeongin. Déjala tranquila —llega otro chico.



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En el texto hay: drama, toxicidad, stray kids

Editado: 04.06.2023

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