Limpio las pequeñas lagrimas que descienden sobre mis mejillas al estar al pie de la puerta mirando la habitación. En especial, donde dormí anoche. No puedo evitar sentirme una mierda recordando lo que ha sucedido.
Legna: ¿Entonces si puedo quedarme en tu habitación?
Hesvel: Por supuesto. Si te sentirás mejor así, por mí está bien.
Legna: ¿Tienes llave para que puedas entrar? No quiero que nadie entre… ya sabes…
Hesvel: ¡Por supuesto que las tengo! Y aunque no fuera así, preferiría que tú te sientas mejor, antes que nada.
Guardo mi celular en uno de los bolsillos de mi pantalón deportivo y decido ya no responderle a Hesvel. Podrían notar que habla con alguien y si se enteran de que soy yo, pensaran que sucede algo raro.
A menos que Seungmin ya les contara algo de lo que ha sucedido.
Tomo mis maletas, camino lentamente hacia la puerta intentado hacer el menor ruido y tomo la manija.
—Legna, te encuentras ahí dentro ¿cierto? ¡Abre la puerta!
Seungmin aparece de pronto al otro lado y golpea la puerta fuertemente. Pareciera que en cualquier momento va a derribarla.
Parece que lo he llamado con el pensamiento. Menos mal no abrí la puerta unos segundos antes, de lo contrario, me habría topado con él y no tengo ánimos de verlo ahora. Y nunca más en mi vida.
—¡No quiero verte nunca más! ¡Vete de aquí y déjame en paz!
—No me iré hasta que tu y yo hablemos —suaviza el tono de su voz.
—No tenemos nada de que hablar —suspiro pesadamente—. Me has dejado todo en claro en el estacionamiento.
De verdad que duele recordarlo.
—No me iré de aquí hasta que hablemos. Hay cosas que dije de diferente manera a como realmente quería.
—No creo que exista otra forma de decirme lo de hace un rato. Solo lárgate y déjame sola —digo esto ultimo casi en un susurro, cansada.
Ya no quiero discutir más sobre este tema con él; me ha dejado en claro sus sentimientos y su forma de pensar. Es demasiado cansado insistir en algo que no existe. En algo que nunca existió.
—¡Abre la maldita puerta, Legna! —golpea fuertemente, causando que de un respingo—. ¡Iré por las malditas llaves y me escucharas quieras o no! —amenaza.
—¡Pues no me importa sí iras por las llaves, no pienso abrirte de cualquier forma!
Siento que mi cuerpo comienza a sudar frio al escuchar sus pasos alejándose con firmeza. Sus últimas palabras dan vueltas en mí cabeza. ¿De verdad me obligaría a hablar con él? No creo que sea tan cínico.
Reacciono unos segundos después, tomo mi maleta, me aseguro de que este bien cerrada y salgo hacia el pequeño balcón de la habitación. Trago fuertemente al mirar la altura a la que me encuentro del piso del estacionamiento. De verdad esta alto y una caída podría causarme mucho… ¿daño?
Me armo de valor, tomo mi maleta y cruzo con demasiado cuidado la barandilla. Me sujeto fuertemente a esta y piso el borde del balcón de mi habitación. Lanzo con mi otra mano la maleta lo más lejos que puedo, apuntando hacia el balcón de la habitación de las chicas. El cuarto de Hesvel está a otro balcón.
Me impulso y doy un gran salto hacia el balcón vecino, sujetándome con fuerza cuando caigo torpemente sobre el borde. Mi corazón se acelera en segundos al sentir que por poco caía.
Hago lo mismo y arrojo mi maleta hacia el balcón de la habitación de Hesvel. Esta vez, he sido demasiado brusca y he roto mi maleta, pues esta se ha abierto esparciendo un par de prendas sobre el suelo. Me apresuro y esta vez me sujeto mejor que la vez anterior. He llegado sana y salva a mi pequeño refugio lejos de Seungmin.
Tomo rápidamente la ropa que esta en el suelo, la pongo sobre la maleta y la arrastro al interior de la habitación. Por suerte la puerta del balcón hacia la habitación estaba abierta. Camino rápidamente hacia la puerta que da al pasillo y suavemente pongo el seguro, antes de que alguien se atreva a entrar. Seungmin no debe saber que estoy aquí. No ahora.
—¡Legna! ¡Legna, maldita sea! ¿¡Donde estas!?
Doy un respingo cuando escucho los gritos desesperados de Seungmin. Seguro que ya ha entrado a nuestra —antigua— habitación y no me ha visto ahí.
Como niña pequeña, me siento al costado de una de las camas, tomo mis piernas y las sujeto fuertemente, manteniéndome en silencio absoluto.
Intento calmar mi agitada respiración, para poder escuchar mejor lo que sucede. Solo logro escuchar algunos pasos apresurados sobre el pasillo.
—… ¡Solo necesito hablar con ella, carajo!
Se escuchar un grito por parte de Seungmin. Me quedo callada unos minutos más y no logro escuchar ni siquiera murmullos. Probablemente se ha cansado de buscarme y volvió abajo junto a los demás.
(…)
Los días han pasado un poco más rápido de lo que esperaba y, en todo este tiempo, no le he dirigido la palabra a Seungmin. Me intento mantener alejada de él a toda costa. Ha querido hablarme, pero siempre logro salir victoriosa y no acercarme a él.