Entro a la empresa y me dirijo a paso veloz hacia los elevadores. Presiono el botón, esperando a que llegue rápidamente. Golpeo repetidamente mi dedo sobre mi muslo, impaciente, creando un ritmo. Mis nervios y preocupación solo aumentan a cada segundo que trascurre. Suelto un pesado suspiro en cuanto el elevador por fin abre sus puertas delante de mí. Entro rápidamente y presiono el botón del piso a donde me dirijo. Por suerte esta vació y no tendré que lidiar con personas que me miren alterada, preguntando seguramente si me encuentro bien. No estoy de humor en estos momentos para hablar con nadie, a excepción de una persona, la que me ha causado problemas y dolores de cabeza últimamente. Siento esa extraña sensación de mareo cuando el elevador comienza a subir y esta vez comienzo a morder mis uñas. «Hace años que no lo hacía.» Aunque en mi defensa, puedo decir que los últimos meses he estado tan nerviosa que no puedo evitarlo, todo por su maldita culpa.
El elevador se detiene en el piso que quiero y salgo caminando rápidamente en cuanto miro que las puertas se comienzan a abrir. Camino por el largo pasillo a gran velocidad, esquivando con éxito a todas las personas que se atraviesan en mi camino. Conozco a algunas de ellas y me miran con el ceño fruncido, al verme en este estado, y nos los culpo, no suelo estar de este humor tan seguido.
—¿¡Dónde está Félix!? —digo seriamente en cuanto entro a la sala de prácticas.
—Wow, wow, wow, ¿por qué ese tono? —pregunta Han, mirándome un poco asustado.
—Por favor, no me digan que no han visto el periódico de hoy —espeto.
La música se detiene y todos caminan hacia mí, mirándome confundidos ante mi extraño comportamiento.
Todos niegan con la cabeza y extiendo mi brazo hacia ellos, entregándoles dos de los periódicos que han publicado hoy. Se juntan y comienzan a leer todos juntos.
—¿¡Es cierto lo que dice aquí!? —pregunta Minho, incrédulo, después de unos segundos de entregarles el periódico.
—¡Hey, he vuelto con la comida.!
Siento que la sangre me hierve y recorre con rapidez todo mi cuerpo en cuanto escucho su voz. Doy media vuelta y puedo ver a Félix llegando con cuatro bolsas, dos en cada mano. Su expresión cambia rápidamente en cuanto me ve, de una feliz a una de preocupación. Seguramente ya ha visto la nota.
—Ho-hola —Saluda torpemente mientras baja las bolsas al suelo y relame sus labios, nervioso.
—Por tu expresión me puedo dar cuenta que ya has visto las noticias.
Lo miro amenazante, enarcando una ceja. Todos miran la escena y puedo ver como se encogen en sus lugares, al ver como estoy mirando fijamente a Félix. Siempre me han dicho que mi mirada es realmente aterradora cuando estoy enojada y si las miradas mataran, seguramente Félix ya estaría tres metros bajo tierra en estos momentos.
—Sí, las he visto esta mañana. Puedo explic… —lo interrumpo.
—No creo que exista explicación para esto —me cruzo de brazos.
—Nosotros mejor nos iremos —dice Jeongin, suavemente.
Todos se apresuran en salir de la sala, así, dejándonos solo a mí y a Félix. Seguramente en el pasado estaría que me saldría el corazón del pecho por los nervios de estar sola en una habitación con él, pero en estos momentos, se que ahora a Félix es a quien se le saldrá el corazón, pero de lo aterrado que debe estar por lo que ha hecho.
—Yo no quería que esto pasara —habla Félix después de unos segundos.
—¿¡En serio quieres qué te crea!? —asiente ligeramente—. Por favor, Félix. No puedo creerte nada después de lo que paso con Bia aquella noche en la fiesta de lanzamiento del álbum —levanto ligeramente el tono de mi voz—. Definitivamente no podre perdonarte algo así de nuevo. Esto es mucho pero que eso.
—Eso fue hace mucho y fue una tontería. Esto es un malentendido, lo juro.
Muerdo ligeramente mi labio inferior, conteniendo unos segundos más mis inmensas ganas de llorar. Un nudo se forma en mi garganta y duele demasiado. En estos momentos, solo quiero gritar, salir corriendo de este lugar, tomar un avión e irme a una isla, donde este sola y nadie me pueda hacer daño. Trago fuertemente y suspiro pesadamente.
—¿Sabes el daño que me estas causando con esto?
Lo miró fijamente a los ojos y comienzo a verlo borroso debido a las lágrimas que comienzan a acumularse en mis ojos. Se queda en silencio.
—¡Dime algo! —grito tomándolo de su playera fuertemente, sacudiéndolo de atrás hacia adelante.
—A ver, ¿qué está pasando aquí? —dice Chan apareciendo de pronto.
Giro mi vista hacia él y me rompo en llanto. —Félix ha arruinado todo.
—Sera mejor que lo sueltes, para que puedan hablar tranquilos.
Suelto a Félix, y vuelvo mi vista hacia él, mirándolo fijamente. Lo miro amenazante. —Ya no tengo nada que hablar con él.
—¿Me pueden explicar que está pasando?
—¿En serio, Chan? —digo irritada—. No puedo creer que no has escuchado nada de lo que ha sucedido, todo el mundo habla de nosotros, especialmente de mí.
—Ah, ya veo. —se cruza de brazos—. Es por el beso, ¿cierto?