La suerte parecía estar al lado de Fiat en ese momento.
El video de la pelea había sido capturado por las cámaras, sin embargo, solo el altercado de Thiago y Gabriel había llegado a manos de la directora.
"¿Sabías que antes había una pecera más grande en la sala de espera?" preguntó Thiago señalando la pecera que estaba al frente de él.
Fiat suspiró y rodó los ojos, la única razón por la que estaba acompañando a su mejor amigo hasta la oficina de la máxima autoridad del colegio era porque ambos eran un dúo dinámico y debían apoyarse en todo.
Una señora con gruesos anteojos salió del despacho de la directora con unos papeles en las manos, les dirigió una mirada reprobatoria antes de retirarse finalmente.
Thiago sonrió y con un ademán de despedida se adentró a la aterradora oficina. El trigueño le deseó suerte alzando el pulgar aunque temía que las cosas no salieran bien.
La verdad que todo eso era su culpa, así que arrastrar a su mejor amigo en sus problemas por no saber resolverlos de una manera pacífica lo hacía sentir algo miserable. Pero si hablamos de quién tenía la culpa enteramente, entonces era culpa del bribón e imbécil de Leo.
¿No se suponían qué las chicas eran insoportables?
¿Por qué mierda ese pavo real tuvo que estudiar en su colegio?
Desde el primer momento en que lo vio, supo que le iba a caer mal. Su mirada de superioridad y aquel aire de suficiencia le hizo darse cuenta de que era de esos típicos tipos que se creían lo mejor del mundo. Y vaya que no se equivocaba, la primera semana estuvo comportándose como un idiota total con las chicas y presumiendo todo el dinero que tenía. El problema empezó cuando en unas de las prácticas de fútbol, cuando estaba punto de anotar un gol, Leo lo empujó a propósito.
Se podía decir que Leo no era más que un niño mimado que creía que todo el mundo debía hacerle caso por el simple hecho de exitir.
Y hablando del rey de Roma.
Leo ingresó al lugar acompañado, cada uno a su lado, Gabriel y Max. Sus manos estaban metidas en los bolsillos de su buzo escolar mientras que su mentón se elevaba en señal de superioridad, entró divertido hasta percatarse de la presencia de otro sujeto.
"Quítate de ahí, chato, mueve tu apestoso trasero del sofá y déjalo para que lo usen personas que si están en buena posición social" lanzó un comentario clasista mientras se acomodaba el reloj costoso que tenía en su muñeca izquiera.
"Ni tienes un Rolex y vienes con estupideces, vete a ladrar a otra parte" respondió Fiat mientras se recostaba por el todo el sillón con una sonrisa triunfante.
Max dio un paso adelante son el cejo fruncido ante tal fatal de respeto a su amigo, pero fue detenido por este mismo con un gesto en la mano. El alto ladeo una sonrisa antes de acercarse a Fiat y empujarlo al suelo con una patada, el trigueño que no predecía tan ataque acabó rodando en el piso mientras que Leo se sentaba en el sofá con aires de suficiencia.
De repente, la puerta del despacho se abrió y todos los presentes giraron alarmados de la posible presencia de la directora, pero vaya que solo era Thiago con una taza de manzanilla en sus manos.
"La directora solicita que el otro involucrado también ingrese a su despacho" habló, moviendo la pequeña cuchara para endulzar la bebida "Me refiero a mi querido amigo Gabriel, ¿qué onda, viejo?" añadió con un dejo de burla.
El mencionado lo miró seriamente y entró a la oficina en sumo silencio, el moreno sonrió antes de cerrar la puerta.
Fiat aprovechó el descuido del alto para agarrarlo de la pierna y empujarlo al costado, pero no contaba que Max adivinaria sus intenciones y lo sujetara del brazo. Fue en ese momento que volvió a abrirse la puerta, esta vez era Gabriel, quién lanzó una mirada lo suficientemente amenazadora a sus amigos para que estos soltarán al trigueño.
"La directora ordenó que ustedes pueden ir yendo a sus salones, que solo quiere conversar con nosotros dos" articuló lentamente, a diferencia de Thiago, Gabriel cerró la puerta dando un estruendo.
Leo lo captó al instante, Gabriel no andaba de buen humor, con eso se quitó no sin antes acercarse cara a cara con Fiat para transmitir con los ojos el profundo desprecio que sentía por él, no iba a arriesgarse a decir algo y que alguien más le oyera.
Fue así como cada uno fue a su respectivo salón mientras se lanzaba miradas de muerte en todo el camino porque lamentablemente sus aulas eran vecinas.
Dentro de la oficina, Thiago no dejaba de ver a Gabriel por el reojo.
Si debía ser sincero, siempre había querido ser amigo del blanquito. En un primer momento le había llamado la atención su buena oratoria, pero al ver que era cercano a Leo, prefirió no dirigirle la palabra. No entendía como un estudiante modelo como él, pudiera tener uns amistad con un patán como Leo.
De todas formas, ahora mismo, con la directora al frente de ellos; la característica de Gabriel como buen alumno le daba cierta ventaja en la credibilidad de su palabra sobre la suya.
"Tengo entendido que reaccionaste de esa forma porque te sentiste avergonzado, ¿es eso correcto?" cuestionó la directora, mirando atentamente a Gabriel.
El mencionado asintió, continuando con el rostro serio.
"Sin embargo, no puedo dejar que hayan dichas situaciones así en esta escuela. Y si bien ambos tienen amigos que se odian a muerte, no veo el motivo para que nazca un odio de esa misma magnífica entre ustedes" sugirió la mujer, tachando ciertos escritos sobre la hoja de papel "Considerando que ambos son buenos estudiantes y tienen cierta popularidad, de Thiago que es bueno en el baloncesto y Gabriel es excelente en matemáticas, tienen una reputación que mantener. Es por eso mismo que creo que lo correcto es que convivan más tiempo juntos para evitar que esas pequeñas diferencias se vuelvan un problema mayor, a partir de mañana se encargarán de cuidar y limpiar la biblioteca por una semana" ordenó, con una voz serena.