Beso de Hielo [serie Gold Pride 2]

Capítulo 4


—Los vieron corriendo en esa dirección —dijo Joey, apuntando hacia el terreno irregular del valle que se acercaba en su final a la frontera con el clan Night Shadows—. Chase intentó advertirles, porque según él no estaban conscientes de hacia donde se dirigían.

—No puede ser... —Patrick murmuró.

Cambió el peso de un pie a otro mientras giraba para ver el terreno, expandió sus sentidos y fue abrazado por una brisa fría, los olores desvanecidos en el aire. El rastro estaba perdido por completo y se sentía impotente. Que alguien tan correcto y cuidadoso como Gala se echara a perseguir a Alexander podía ser percibido como un simple juego, de no ser que estuviera hablando de Gala.

Ella no jugaba.

Y Chase había visto desde lejos un enojo tan potente en ella que paralizada, hasta él qué era uno de los leones más tranquilos de la coalición estaba inquieto cuando hizo el reporte una vez notó la ausencia. “—Era como un depredador cuando te observa antes de matarte, con ganas de desgarrar tu garganta. Jamás había visto a Gala de esa manera.” Chase no era de armar historias, tampoco de creer en supersticiones y su patrulla fue la última en ver a Gala y Alex antes de que ya no volvieran a verlos.

Cuarenta y ocho horas. Dos pilares de la coalición desaparecidos. Patrick no quería considerar la horrible idea de que el clan Night Shadows los había ejecutado por la intromisión a su territorio, pero todo apuntaba a eso, las huellas se perdían en la frontera y el rastro, la dirección y los datos de la patrulla indicaban que corrieron al sur.

¿Por qué? Aún no lo sabía, y seguía abrumado por una acción tan repentina. Gala podía tener un carácter fuerte, pero era tan recta como los árboles, no tendía a atacar a menos que esa fuera la última opción, y Alexander... Bien, él tenía una personalidad juguetona pero consciente del peligro y de donde podía jugar y donde no. Eran cambiantes opuestos, pero sabían del peligro.

Simplemente enfrascarse en una persecución mutua y ciega en torno al camino donde llevarla a cabo era... Algo absurdo. No, eso no cabía en su forma normal de actuar.

—Encontraron esto a cuatrocientos metros adentro de territorio Night Shadow.

Joey le entregó el dije de Alexander, el hilo cortado con fuerza podía ser una pista de que alguien se lo había quitado de un tirón, Patrick lo sostuvo en una mano.

—El de Gala no estaba en ninguna parte.

El león de Patrick mostró los dientes, un poco enojado con sus rastreadores por haberse escabullido tan adentro en territorio ajeno, quería encontrar a los suyos pero no arriesgar a los que estaban en casa. Cerrando la mano sobre el objeto de metal, Patrick volteó hacia Joey.

—Quiero que vayas al clan Fire Hearts, pide a Evan Hatchet que de el aviso a su gente de que estén atentos por si los ven en su territorio o en su pueblo.

Con un gesto de cabeza, la brisa moviendo su cabello castaño oscuro, el dosel del bosque formando sombras en su rostro de rasgos finos, Joey asintió, con la duda en sus ojos marrones. 

—¿Qué vas a hacer? —Le preguntó mirándolo a los ojos.

Patrick gruñó bajo. Pero Joey no se inmutó ante su mal humor. 

Había leído perfectamente entre líneas, el león estaba comenzando a entenderlo más pronto de lo que habría imaginado, resultó ser un rastreador hábil y un hombre con un fuerte sentido de decencia.

—Si el rastro se perdió en esas tierras..., tengo que ir a buscarlos.

Joey sabía lo que eso significaba, pero no intentó disuadirlo, solo le sugirió que no lo hiciera de inmediato y esperara a contactarse con algún miembro de ese clan, pero Patrick no podía esperar ni un minuto más sabiendo que su enfermera y su cocinero podrían estar en manos de desconocidos. El león los quería de regreso en la coalición.

—Daré el aviso a todas las patrullas —dijo, antes de irse—. Por si regresan.

—De acuerdo.

Tras haber vuelto del último punto donde los habían visto, Patrick tuvo que dar el informe de lo que ocurrió a todo aquel que vino a él en la sala común de la Casa Matriz. Les prometió que los traería de vuelta lo más pronto posible y que estaba trabajando sobre los rastros que tenía. Por el momento la cocina quedaba a cargo de los ayudantes de Alexander, Milo y Carol, la enfermería estaba en manos de Tanya y Trent.

La mujer le abrazó apenas lo encontró en el pasillo frente a la puerta de la enfermería, ella era toda fuerza temblorosa y una seriedad absoluta diluida en la preocupación que inundaba sus ojos verdes.

—Dime que tienes algo —pidió.

Su león gruñó.

—El rastro se pierde más allá de la frontera, le he pedido a Marshall que me haga un contacto con el líder Night Shadow lo antes posible.

—¿Crees que los tienen ellos?

Un temblor en su voz, Patrick trató de calmarla a través de la unión entre ellos, pero él estaba casi en la misa condición, las desapariciones habían sacudido a la coalición entera a casi un año de casi haber perdido todo. Lo último que necesitaban era más preocupaciones.

—Es lo más probable —le dijo, sosteniendo su rostro con ambas manos, exigió su mirada—. Espero estar equivocado.

Besando su frente y quedándose en su abrazo para recoger de ella su perfume en un intento por calmarse, Patrick le pidió que ayudara a tranquilizar los ánimos de los demás miembros. Tanya se convirtió en un importante núcleo de confianza, los demás le tenían mucho aprecio y aceptación.

Al separarse, Patrick respiró profundo y entró a su oficina.

—Dime que tenemos algo.

Marshall estaba taciturno en la silla giratoria frente a su escritorio, solo cuando Patrick se detuvo del otro lado, el león levantó la mirada.

—Fue difícil, los osos nos tienen resentimiento por la muerte de esa chica.

Tenso, Patrick se inclinó sobre el escritorio apoyando los puños. Marshall continuó mirando la esquina de la oficina, su voz gruesa cuando agregó:




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