Con el paso de los años puedo admitir que mi amistad con la princesa es más fuerte, y junto a Paulo nos volvimos un trio insuperable. Nuestros días son llenos de risas junto a sorpresas tan inesperadas como los locos cambios de humor de la princesa y paulo, con su sentido del humor tan extraño. Cada vez me hacían sentir más en casa.
Un día decidieron llevarme a la ciudad donde los vampiros y humanos coexisten. Según ellos decían que ya estaba preparada para esta "gran aventura"
-Bienvenida a la ciudad de la coexistencia, mejor llamada la ciudad de Becquer.-Ambos Gritaron en el auto lo suficientemente alto y lo suficientemente bajo para que solo escucháramos nosotros. La ciudad sin duda alguna parecía un lugar mágico, podías notar como los vampiros caminaban entre los humanos y ellos ni cuenta de eso. Se sentía una vibra impresionante, llena de vida y misterio. Las calles hermosamente adornadas con luces brillantes y música en cada esquina.
-Aquí los vampiros camuflan su existencia, casi que un arte.-Dijo la princesa con total orgullo.
La manera en la que los vampiros adoptaban comportamientos y estilos de vida que les permiten pasar desapercibido, Incluso trabajan en cualquier parte de la ciudad sin ningún problema, incluso disfrutando de la vida nocturna como cualquier otro.
-Wooh, es fascinante.-comento con mucho asombro.- ¿Cómo lo logran?
-Es un equilibrio delicado- Explico Paulo. Con seriedad-Los vampiros hemos aprendido a adaptarnos en cualquier entorno sin causar problemas ni temor. Seguimos un par de reglas para proteger nuestra existencia.
-Woh, Viste-Me dirijo a Paulo y este me mira con el ceño fruncido
-¿Qué?-Pregunta
-Viste lo bien que puedes responder sin decir tonterías.-La princesa suelta una carcajada
-Admito que tiene razón-La princesa me choca los cinco haciendo que este se sienta indignado.
-Tontas-Saca la lengua y nosotros reímos.
Un rato más tarde me llevaron a un café donde la mayoría de vampiros se reúnen. El ambiente es acogedor y elegante. Ellos me cuentan que en esta cafetería es donde realizan aquel exquisito pan. Que por cierto... no era mermelada... tiempo después me di cuenta que era sangre que hacen pasar por la famosa "mermelada de fresa" para que así los humanos no se enteren.
En todo el tiempo que pase en la ciudad me di cuenta que no solo he aprendido acerca de los vampiros, también he aprendido de la aceptación y comprensión como personas. Los vampiros somos como inmigrantes en la ciudad de Becquer, mientras que los humanos son originarios de ella. No importa cuando diferente sean las costumbres, siempre y cuando exista esa persona solidaria que te hace saber que eres bienvenido en un lugar y mucho más importante cuando eres un inmigrante que te toco ser.
Al salir de la cafetería, la risa y la alegría me envolvían, disfrutando del momento junto a mis amigos. Sin embargo, de repente, un chico de tez clara, con rizos desordenados y una hermosa sonrisa, tropezó conmigo. En ese instante, mi corazón latió con fuerza, como si una parte de mí lo conociera de alguna manera. Esa conexión inexplicable me dejó aturdida, y la sensación de vacío que había sentido en ocasiones anteriores regresó con fuerza.
El chico me miró con una mezcla de asombro e inquietud, y por un momento, el mundo a nuestro alrededor se desvaneció. Pero entonces, una punzada de jaqueca y mareo me golpeó de repente, como si una sombra hubiera pasado sobre mí. Mis amigos, al notar mi cambio de expresión, se acercaron rápidamente, preocupados.
-¿Estás bien?"-preguntó la princesa, su tono lleno de preocupación. Paulo se inclinó hacia mí, su mirada atenta.
-Solo un poco mareada-, respondí, intentando hacer que mi voz sonara más tranquila de lo que realmente me sentía. Sin embargo, el chico seguía allí, observándome con una intensidad que me hacía sentir vulnerable.
-Lo siento mucho- dijo él, su voz suave y llena de sinceridad.-No quería hacerte daño. ¿Te encuentras bien?
Mientras intentaba recomponerme, no podía evitar pensar en lo extraño que era sentirme así por un completo desconocido. Era como si algo en su presencia despertara recuerdos olvidados o emociones que no sabía que existían.
-Creo que solo necesito un momento-murmuré, sintiendo la mano de la princesa en mi hombro, brindándome apoyo. -Quizás un poco de aire fresco
-Vamos a dar un paseo- sugirió Paulo, guiándome suavemente hacia un área más tranquila. Mientras caminábamos, el chico se quedó atrás, observando con preocupación, y me pregunté si alguna vez volvería a verlo.
El aire fresco me ayudó a despejar la mente, pero la sensación de conexión con él no se desvanecía. "¿Quién era ese chico?" me pregunté, tratando de entender lo que había sucedido.
A medida que continuábamos caminando, sentí que la jaqueca comenzaba a disiparse, pero la intriga y la curiosidad por el chico de rizos permanecían. ¿Quién era él realmente? ¿Y por qué sentía que nuestras almas estaban entrelazadas de alguna manera? La noche estaba llena de preguntas sin respuesta, y mi corazón latía con la promesa de un nuevo capítulo por descubrir.
Después que la princesa, Paulo y yo llegamos a casa, lo que hice pensar fue en el chico de rizos; me resultó conocido, pero sé que era humano. Los recuerdos de nuestro breve encuentro se hacían participe a cada momento sentía que no solo era una simple conexión, Solo quería regresar a la ciudad para verlo con la simple excusa de lo mucho que me encanto la ciudad.
Los últimos días he ido a aquella cafetería con la excusa del encanto que ha dejado en mí, cuando la realidad lo que me llevaba a la ciudad era mi curiosidad por aquel chico. Ya iban semanas en las que iba a la cafetería con la esperanza de volvernos a encontrar, una esperanza que cada vez se iba agotando.
Hoy ya derrotada decidí aparecerme por última vez. Mis ojos recorrieron el lugar, buscando esos rizos que parecían brillar bajo la luz del sol. Cada mesa ocupada aumentaba mi ansiedad, pero cuando finalmente lo vi, sentado con un libro en las manos, supe que había tomado la decisión correcta.