Todo con Luca estaba saliendo perfecto. No hablábamos; simplemente disfrutábamos de la vista. A veces notaba cómo me escaneaba con la mirada, y en un momento, creí escuchar un susurro: "Se parecen". Iba a preguntarle, pero en ese instante, mi sed de sangre se apoderó de mí, recordándome que no había bebido antes de salir. Necesitaba encontrar a Paulo y Layla antes de que la situación se complicara.
— ¡Woh, esta fiesta está descomunal! —grita Layla entre la música estruendosa, facilitando que la localice. La mezcla de vampiros y humanos, con corazones agitados, resonaba en mis oídos, y el sonido de la sangre fluyendo por esas jugosas venas se hacía cada vez más tentador.
—La-Layla —logré decir en un hilo de voz, esforzándome por ocultar mi sed ante la tentación que me rodeaba—. ¡Layla! —grité más fuerte, haciendo que se volviera.
—¿Qué? Ay no... —exclamó al ver mis colmillos sobresalientes—. Tengo que sacarte de aquí lo antes posible. —Me guío hacia el estacionamiento, alejado de la multitud—. Se supone que yo soy la problemática, no tú. En el auto tengo reserva.
Mientras caminábamos, el aroma de sangre fresca y exquisita llenaba mis sentidos, recordándome el olor de esa persona que tanto me atraía. Mis pensamientos se interrumpieron al ver el envase que traía Layla, y lo devoré sin piedad.
—Ahora explícame —dijo, recostándose contra el auto con los brazos cruzados. Le conté cada detalle del día.
—Y ahí fue cuando tú llegaste. Tenía tantas cosas en mente que se me olv... —me interrumpió una voz familiar.
—Amah... —corté inmediatamente el nombre que estaba a punto de pronunciar. Era Luca, que se encontraba a mi espalda—. Te estaba buscando.
Evitando mirarlo hasta que mis facciones volvieran a la "normalidad", dirigí mi mirada a Layla, quien lo tenía de frente.
— ¿Quién eres? —preguntó, intentando distraerlo, aunque sabía que sus poderes no funcionarían.
—Tú no, pero la chica que está de espaldas sí me conoce. —Layla me miró con desaprobación, esbozando una sonrisa que indicaba que tendría un nuevo chantaje para mí. La situación se volvía tensa; yo no sabía usar mis poderes y Layla tampoco podía. Noté el nerviosismo creciendo en Luca, algo que no había visto en él durante nuestra conversación en el café. Tenía miedo; estábamos atrapadas y cualquier movimiento en falso podría delatarnos.
—Escóndanse —dijo Luca, y vi cómo Layla se relajaba un poco. Volteé por inercia y él me sonrió—. Lindos ojos; lástima que no los puedas lucir y tengas que esconderlos. —Sentí el calor en mis mejillas y la mirada burlona de mi amiga.
—Ya vienen, yo los distraigo. Ocúltense. —Señaló unos arbustos.
Ambas corrimos hacia ellos, hasta estar lo suficientemente ocultas.
—Te dijo que tienes unos lindos ojos —susurró Layla, dándome leves empujones con su hombro—. Por cierto... no me enteré de que llovió; también huele a... ay no. No es lluvia.
—Cállate —respondí, observando al grupo de chicos alejarse. Mi mente seguía recordando esa simple sonrisa... este chico realmente me intrigaba.
Esperamos unos minutos mientras Luca distraía a sus amigos, llevándolos a otro lugar. Finalmente, después de media hora, llegó Paulo, absorto en todo lo que había sucedido.
-Como pueden ser tan idiotas y dejar que un humano los vea?-Dice Paulo realmente molesto caminando de un lado a otro en aquella sala-Ahora tendrán que borrarle la memoria, el nos puede delatar. Layla tu eres la mayor y la que sabe mas acerca de este mundo. Como pudiste permitirlo?
-Lo siento, solo fue que...-Dice Layla antes de que Paulo alterado la interrumpiera-
-Hoy buscaras la manera de borrarle la memoria que no recuerde nada de ambas-Se dirige a mi. Solo pensar en borrarle todo el progreso que lleve hoy con Lucas sin duda alguna me duele. Miro a Layla y esta asiente.
—¿Cómo pueden ser tan idiotas y dejar que un humano los vea? —exclamó Paulo, visiblemente furioso, caminando de un lado a otro en la sala. Su voz resonaba con una mezcla de frustración y preocupación—. Ahora tendrán que borrarle la memoria; él nos puede delatar. Layla, tú eres la mayor y la que más sabe sobre este mundo. ¿Cómo pudiste permitirlo?
—Lo siento, solo fue que... —intentó explicar Layla, pero Paulo la interrumpió, su tono aún más agudo.
—Hoy buscarás la manera de borrarle la memoria. No puede recordar nada de ustedes dos. —Se volvió hacia mí, y mi corazón se hundió. Solo pensar en eliminar todo el progreso que había logrado hoy con Luca me dolía. Miré a Layla, y ella asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.
Ahora tenía que encontrar la manera de reencontrarme con él y borrar todo lo hermoso que había compartido con Lucas. Mi mente era un torbellino de pensamientos sobre cómo eliminar esos recuerdos, especialmente aquel momento en que dijo que me parecía a alguien. Frustrada y agobiada, me dirigí al mismo lugar de siempre, buscando claridad en medio del caos que sentía.
El aire estaba cargado de una mezcla de ansiedad y determinación mientras me acercaba al rincón oscuro donde solía encontrarme con mis pensamientos. Las luces de la fiesta parpadeaban a lo lejos, pero aquí, en este refugio, todo parecía más tranquilo. Cerré los ojos, tratando de recordar cada detalle de esos momentos con Lucas: su risa, la forma en que me miraba, y esa conexión que parecía trascender nuestra realidad.
Pero cada imagen era un recordatorio de lo que debía borrar. ¿Cómo podía deshacerme de algo tan hermoso? La idea de eliminar esos recuerdos me llenaba de tristeza, pero sabía que no tenía otra opción. No podía arriesgarme a que el mundo descubriera nuestra existencia.
Respiré hondo, intentando despejar mi mente. Tenía que concentrarme. Recordé las palabras de Layla sobre las técnicas para borrar memorias. Necesitaba un plan. Tal vez podría acercarme a él de nuevo, hablarle, distraerlo mientras buscaba la oportunidad perfecta para actuar.
Sin embargo, la idea de enfrentar a Lucas me llenaba de incertidumbre. ¿Podría hacerlo sin que se notara el dolor en mi voz? ¿Podría seguir adelante sin perderme a mí misma en el proceso?