Aún sigo pensando en Amahia. Ella sigue siendo igual de hermosa y perfecta, incluso después de todo lo que ha pasado. Recuerdo aquella noche en que "murió", cuando la vi en aquella camilla inerte. Solo pude notar la mordida en su hermoso cuello, esa marca que ahora oculta con tanto cuidado. Esa imagen persiste en mi mente, como un eco de lo que perdí.
Mientras tomo el bus para regresar a casa de mis padres, la tristeza me acompaña. La vida ha sido un desafío desde que supe que mi corazón no resistiría mucho más. La condición que me afecta me ha hecho reflexionar sobre lo que realmente significa vivir. ¿Vale la pena seguir luchando cuando cada día se siente como una batalla perdida?
De repente, un hombre se me acerca. Su presencia es imponente, con una mirada que parece atravesar mi alma. -Deberías de considerar tus opciones,-dice, su voz profunda y resonante. Me siento intrigado y, a la vez, incómodo.
-¿Qué quieres decir? -pregunto, sintiendo una mezcla de curiosidad y desconfianza.
-Lo que tienes es un destino incierto, pero hay una solución,- continúa. -Conozco a alguien que podría ayudarte. Ella es como yo, y tiene el poder de ofrecerte una nueva vida. Una vida sin dolor, sin limitaciones.-
Mis pensamientos vuelven a Amahia. La idea de ser como ella, de unirme a su mundo, me fascina y me aterra al mismo tiempo. -¿Te refieres a convertirte en vampiro?- le pregunto, intentando procesar la idea.
-Exactamente,-responde el hombre, acercándose un poco más. -Imagina poder vivir sin el peso de tu enfermedad. La inmortalidad te otorgaría una segunda oportunidad, una vida llena de posibilidades. Podrías estar con ella, protegerla, y vivir lo que te queda de vida sin el miedo constante de perderlo todo.-
La oferta resuena en mi mente. La posibilidad de estar con Amahia, de no tener que sufrir más, me llena de esperanza. Pero al mismo tiempo, me asalta el miedo a lo desconocido. -¿Y qué pasaría con mi humanidad? ¿Perdería lo que soy?
-Eso depende de ti,- dice el hombre, con una sonrisa enigmática. -La esencia de quien eres permanecerá, pero tendrás la fuerza y la longevidad que siempre has deseado. No se trata de renunciar a tu humanidad, sino de abrazar una nueva forma de vivir.
El bus se detiene, y el sonido del motor me saca de mis pensamientos. Me encuentro en una encrucijada, con el corazón latiendo con fuerza, no por el miedo, sino por la posibilidad de un futuro que nunca consideré. La imagen de Amahia, con su mirada penetrante y su sonrisa cálida, aparece en mi mente.
-¿Dónde puedo encontrar a esa persona?- pregunto, sintiendo que he tomado una decisión.
-Te guiaré,- dice el hombre, asintiendo. -Pero recuerda, una vez que tomes este camino, no habrá vuelta atrás.
Siento una mezcla de emoción y temor, pero la idea de dejar atrás el dolor y la incertidumbre me empuja hacia adelante. Tal vez, solo tal vez, esta sea la respuesta que he estado buscando.
En mi mente me imaginaba miles de escenarios, ya podria estar con Amahia sin miedo a perderla o sin miedo a morir. seria capaz de arriesgarme solo por ella.
-Dime a donde tengo que ir.-Dije dudoso pero seguro de querer estar con Amahia sin importar que.
-Solo tienes que seguir en este mismo bus… ir al cementerio y alla te estará esperando alguien.
- Al llegar a una pequeña área entre los mausoleos, sentí una presencia. Una figura emergió de las sombras, y mi corazón se detuvo por un instante. Era una chica con una vibra tétrica, su cabello negro largo caía en cascada sobre sus hombros, y sus ojos rojos brillaban con una intensidad inquietante.
—¿Lucas? —preguntó, su voz suave pero cargada de un tono que me erizó la piel.
—Sí, soy yo —respondí, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Había algo en ella que me atraía y, al mismo tiempo, me llenaba de desconfianza.
—He estado esperando por ti —dijo, acercándose con gracia. Cada paso que daba parecía resonar en el silencio del cementerio. —He oído hablar de tu corazón débil, de tu sufrimiento. Es fascinante cómo un corazón tan frágil puede desear tanto.
Mis instintos me alertaron. Había algo en su mirada que me hacía sentir vulnerable, como si pudiera ver a través de mí, a mis miedos y deseos más profundos.
—¿Qué quieres de mí? —pregunté, tratando de mantener la compostura.
—Quiero ofrecerte una oportunidad —dijo, sonriendo de manera enigmática. —Imagina poder vivir sin el peso de tu enfermedad. Podrías ser más fuerte, más rápido… y, lo más importante, estar con Amahia.
La mención de Amahia hizo que mi corazón latiera con fuerza, pero también despertó una alarma en mi mente. ¿Realmente quería ayudarme, o había algo más en su plan?
—¿Y qué obtienes tú a cambio? —inquirí, sintiendo que estaba atrapado en una red de manipulación.
—Solo tu lealtad —respondió, inclinándose hacia mí, sus ojos rojos centelleando con una luz siniestra. —Tu corazón débil es una herramienta poderosa. Con él, podríamos lograr cosas increíbles. Pero debes entender que esto no es solo un regalo. Es un pacto.
El aire se volvió pesado con su propuesta. La idea de obtener poder a cambio de mi lealtad era tentadora, pero el precio parecía alto.
—¿Y si me niego? —pregunté, sintiendo que cada palabra era un desafío.
—Entonces seguirás atrapado en tu mundo de dolor y desesperación —dijo, su voz ahora más firme, casi amenazante. —Tu corazón no resistirá mucho más. Pero si eliges unirte a mí, podrías ser libre. Libre de tus limitaciones, libre de tu sufrimiento.
La tensión en el aire era palpable. Sabía que debía tomar una decisión, pero la manipulación en su voz me hizo dudar. ¿Podría realmente confiar en ella?
—¿Qué debo hacer? —pregunté, sintiendo que la balanza se inclinaba hacia lo desconocido.
—Solo sigue mi guía —dijo, una sonrisa oscura cruzando su rostro. —Deja que tu corazón te lleve a donde pertenece. Juntos, seremos invencibles.
Mientras sus palabras resonaban en mi mente, comprendí que estaba a punto de entrar en un juego peligroso. Pero el deseo de escapar de mi dolor y estar con Amahia era más fuerte que cualquier advertencia.