Besos Azucarados

Capítulo 9

El día de su regreso la alegría no cabía en mi interior, pero una extraña sensación sacaba de quicio mis buenos pensamientos, aún recuerdo esa última llamada, su vos, sus palabras de amor, su encanto y la manera de hacerme sonreír.

Para el atardecer todo aquello había terminado, mi bonita historia había finalizado y mi gran amor ya no estaba conmigo; un trágico accidente me arrebató al amor de mi vida. Allan murió mientras regresaba a la cuidad sin tener tiempo de escuchar un último te amo, sin siquiera poder decirme que todo iba a estar bien sin él y sin hacerme comprender que podía vivir sin su compañía. No puedo describir con exactitud todo el dolor que entraba y salía desde el fondo de mi alma. Mi corazón quebrado en mil pedazos y mis pensamientos en todos aquellos preciados recuerdos de los más hermosos momentos que él me regaló. El silencio se había apoderado de mí y no tenía el más mínimo valor ni siquiera para romper en llanto, mi pérdida estaba sobrepasando los límites de cualquier otra cosa que me hiciera sufrir cada segundo que pasaba traía en si más dolor que el anterior y era como entrar en una constante marea sin calma arrastrándome de un lado a otro y sumergiéndome hasta lo más profundo sin darme tiempo de respirar. Mis padres estaban conmigo cuando recibí la noticia, su mamá al otro lado del teléfono sonaba triste y desesperada; quise darle palabras de aliento y hacerla sentir mejor, ¿Pero quién era yo en aquel instante? Sólo un manojo de sentimientos revueltos y momentos quebrados en mil pedazos ¿Cómo podía animarla si mi dolor era casi como el que ella sentía? ¿Qué palabras podía expresarle si en aquel instante yo también necesitaba escuchar, no decir?

—Lo lamento —dije antes de colgar el teléfono para derrumbarme sobre mí cama esperando a que todo fuera sólo un mal sueño. Los rostros de mis padres estaban impregnados de tristeza por mi pérdida, debí haberme visto fatal para que ellos se tumbaran a mi lado diciendo que debía ser fuerte. Para el anochecer nos encontrábamos en camino a la ciudad donde él había nacido y justo cuando llegamos al lugar del accidente le pedí a papá que se detuviera bajé del auto y corrí tratando de encontrarlo y que expresara siquiera una palabra. Vi en el suelo entre las hiervas algo que llamó mi atención era una cadena de plata con un dije de la letra P la inicial de mi nombre, la reconocí en el momento y supe que era de él, yo se la había regalado y quizá la perdió en el momento del accidente. Fue en ese instante cuando ya no pude más caí de rodillas sobre la calle con mi rostro bañado en lágrimas; ya no podía sostener todo aquello que por dentro me estaba quemando. Lloré y lloré recordando mis últimos momentos junto a él, nuestro viaje y la bien que nos la pasamos en el autobús mientras nos dirigíamos a su ciudad, en aquel momento fue como si todo lo que había vivido estuviera desprendiéndose de mi ser, como si todos esos mágicos instantes se estuviesen desvaneciendo de mi mente y lo más difícil era que los quería conmigo, pero en realidad lo quería a él de regreso junto a mí.


 


 



#39861 en Novela romántica

En el texto hay: besos, romance, amor

Editado: 03.05.2019

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