Besos Azucarados

Capítulo 1. Un cristal roto

El tiempo no lo cura todo porque no es doctor, pero puede ser un buen consejero en los momentos de dolor

Las lágrimas no paraban de rodar por sus mejillas al verse en tan bochornoso momento, quizás ya muchos lo sabían y sólo fue la burla de todas esas personas. Ver al hombre que decía amarla en todo momento, verlo justo en aquel hotel arremolinados los dos entre las sábanas fue un gran golpe que no se esperaba.

Supo entender que todas sus amistades trataban de hacerle entrar en razón y ahora que quitó por sus propias decisiones la venda que la mantuvo ciega durante muchos años no sabía cómo dar la cara ante la sociedad.

Pasa su mano temblorosa de tanta ira por su rostro quitando todo rastro de desilusión y dolor prometiendo al silencio que no habría cabida para el dolor más que la frialdad que ahora la mantenía en pie. Sin embargo, no pudo evitar aquel momento en donde aquel hombre que había escogido para pasar todos los años de su vida llego a pedir su mano.

No podía creer que había quedado entre la línea de lo racional y el mundo de la ilusión de tener al hombre perfecto, sin creer que los príncipes azules llegaban a desteñirse de la manera más efímera. Todo lo que creía real no era más que una barrera impuesta por la manipulación de un sentimiento falso escrito por sus propias expectativas.

Se abraza a si misma mientras las puertas del ascensor se cierran lo más lento posible. Recuerda que aquella tarde de otoño sonreía lo más victoriosa por un anillo demasiado sobrevalorado. De que le servía tener un gran diamante en su anular sino tenía el requisito primordial de toda pareja: el amor.

Un hombre cegado por la fama y la codicia que podía ofrecerle, Lucas un cantante aclamado por todas sus fans, alguien ocupado por un escenario y miles de halagos…un recuerdo más de lo que ella le pudo dar, una relación basada en apariencias, lujos, algo de elite y programas rosas.

La tarde se mantenía en el mayor apogeo, al menos no se sentiría en aquellas películas en donde empezaba a llover. Toma un taxi dispuesta a evitar manejar.

 Con tremendas lágrimas los edificios le parecían de lo más importante ante la charla del taxista. Los carteles de un concierto conocido se daban a conocer a cada cuadra, mientras ella trata de dar ánimos sin control alguno, al menos acepta que su relación fue más que una falsedad.

[…]        

—En estos momentos estoy odiando tus lágrimas— rodea la cama hasta sentarse a su lado— siento que es injusto que derrames aquellas gotitas saladas por un cantante de cuarta, por un patán que hace el papel barato de novio y que gracias a Dios no será tu esposo. No es por nada, pero por una parte me alegro de que descubrieras y quitaras esa venda que no dejaba ver el imbécil que tenías a tu lado.

Le quita las almohadas que escondía su cara roja e inflamada de tanto llorar. La toma por los hombros y la mira fijamente hasta llamar su atención.

—Mia, eres una mujer fuerte que siempre estuvo en las sombras de ese remilgo mal oliente. Una mujer fuerte sabe cuándo llorar y decidir por sí sola si seguir adelante o quedarse con un recuerdo que no vale la pena atesorar— limpia su cara tratando de brindar un nuevo ánimo— la Mia que yo recuerdo no se dejaba amedrentar por nadie, que evitaba derramar lágrimas, que siempre ayudaba y que evitaba que la mirasen con lástima. Así que quiero que te levantes de esa cama, limpie ese bello rostro y reflexione esa mala pasada. Es momento de que grites que eres alguien fuerte, porque allá en esta ciudad y muchas de todo el mundo hay hombres por escoger.

Escuchar las palabras de su amiga reanimaron sus ganas de seguir, sin embargo, algunas motivaciones le hicieron bajar su rostro pensando si ella verdaderamente era esa chica que ella recuerda. Realmente era capaz de pelear por sus derechos como mujer. Ver a su alrededor la insto a hundirse en su propia inseguridad, aquellos lujos que ella se permitió derrochar en un departamento la convirtieron en una mujer vacía y refugiada detrás del dinero. Sin duda ella no es la sombra de su versión pasada.

—¿Qué voy a hacer sin ti Bridget? —la abraza.

—Lo mismo que yo haría sin ti querida primor— Zarandea su mano

—¿Qué?

—Vivir la vida. Es broma, sabes que las amigas están para apoyarse. Esto ya es aburrido, basta de tristezas, es mejor hacer planes para las hermosas vacaciones. Siempre he pensado que después de este tipo de cosas es mejor purificar el alma con un buen viaje.

—No tengo ganas de hacer planes para eso— camina hacia la sala encendiendo la televisión en busca de un programa entretenido — mis ánimos, mi autoestima y toda mi vida están por el suelo como para decir que voy a empacar una maleta y me iré a cualquier lugar del país. Aunque para ti mi comportamiento te parezca de lo más cliché y que seas la amiga fuerte, tengo que admitir que este tipo de inseguridad es difícil de deshacer.

Bufa de solo pensar que tiene que solucionar todos sus problemas con su ahora su ex prometido y cancelar la boda que sería en unos quince días, no sabría qué hacer cuando la prensa esté al tanto de todo aquel revuelo en la sociedad, de tan solo imaginar en primera plana su desgracia tendría que salir de aquella burbuja de damas de sociedad de la gigantesca elite.

—Dije que hay que hacer planificación para el viaje no te pregunte si tienes el ánimo hasta el máximo. Vas y punto. Además, ya tengo algunas cosas adelantadas, encontré un destino espectacular, uno tranquilo y acogedor.

Se sentó sabiendo que aquello que había adelantado su amiga no era más que una presión para que decidiera vacacionar cuando ese debió ser su viaje de luna de miel. Presiona el mando obviando el programa que se presentaba. Mira la enorme pila de regalos adelantados de algunos conocidos y una que otra revista de planificación de bodas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.