Besos Azucarados

Capítulo 3 Sin mirar atrás.

No mires el pasado o te perderás nuevos horizontes

 

Baja del auto cargando la pequeña bolsa con su atuendo aun con olor a alcohol, sostiene su vestido un poco grande para su complexión, nunca hubiera imaginado que algún día iba a caminar con una ropa que casi es capaz de dejarla mirando el suelo. Ve como su madre sale y posiciona sus manos en forma de jarra. Al acercarse queda a su altura, cierra sus vistas esperando una reprimida

—¿Se puede saber qué hacías en casa de Azael? — Su madre la mira directamente a sus ojos esperando una respuesta lógica— Y también quiero que me explique por qué vienes enfundada en un vestido que no es tuyo.

—Azael—recuerda a aquel hombre —realmente no lo conozco así que no hay nada que explicar y sobre este vestido fue prestado.

Sin más entra a la casa dejando a su espalda a su madre evitando que nuevas preguntas llevan a su alrededor, no obstante, es detenida por un despreocupado Lucas fingiendo de la manera más cruel. Se aleja al saber las intenciones de un abrazo.

—¿Amor dónde estuviste toda la noche?

—¿Crees que seguiré siendo tu tapete? No es momento para que finjas de una forma tan descarada, lucas. Aquellas estúpidas palabras lo único logra causar es repudio hacia ti.

Ve a su madre asombrada ante sus palabras y a un Lucas completamente estupefacto. Limpia sus lágrimas sonriendo, evitando que observasen cuan dolida se encuentra.

—¿De qué hablas? Mia, estuve toda la noche preocupado por ti…

—¡Estoy harta de ti y tus mentiras! Me cansé de seguir con esto, ya no quiero ser manipulada por algo que en realidad no sientes, realmente no mereces que alguien de todo se sí por ti —Se acerca a él— llegué a un punto donde me di cuenta de que es mejor dejar todo…ya me hiciste mucho daño poco hombre.

Sigue su camino escuchando como echan al hombre que ella consideró un gran prospecto para su vida, es difícil creer que durante seis años se mantuvo a su lado, por alguna razón el amor es tan ciego que en parte del camino la locura lo acompaña. Entra a su cuarto siendo seguida por su mayor consejera.

—¿Por qué no me lo dijiste? —le acaricia el cabello —por qué callaste algo que tanto te hacia sufrir.

—Quizás porque de verdad lo quiero. — sonríe dejando caer sus lágrimas.

[…]

Durante la primera semana se mantuvo alerta ante cualquier situación que estuviera pasando. Los periódicos y revistas ya presentaban en primera plana la cancelación de la boda y con las algunas suposiciones del por qué la relación se ha vuelto un fiasco total. Las calles eran un gran suplicio al momento de dar la cara a la luz escuchando las burlas de su propia derrota. Toda la orilla a sentir lástima por su persona, pero que podía ganar a cambio de aparentar ser una dama destrozada por el amor. No quedaba de otra que ahorrar fuerzas y evitar escuchar en cada lugar que era una pobre desdichada.

No podía negar que sus pensamientos la lastiman una y otra vez, sin embargo, sabía que ella no podía llorar toda la vida por algo que no funcionó. No obstante, por más que demostrara orgullo y sonriese como si sus labios estuvieran inyectados por Botox, algo dentro de ella pedía a gritos que se callasen y la dejaran en paz. Escuchar hablar de Lucas en su casa y en los programas eran como la peor plaga…algo que realmente por una parte le hacían sentir patética.

¿En qué momento llegue a ser el centro de atención?

El leve sonido de los cubiertos en la mesa eran su sonido favorito, aquel donde solo se concentran en cortar la carne y fijar sus miradas en lo que pronto llevaran a sus bocas. No quería escuchar más sobre ella, sin embargo, aún sentía las rápidas miradas como si tratasen de adivinar en lo que piensa.

—¿Cómo vas?

Una simple pregunta en donde esperaban toda una historia. El sonido de cada cubierto pronto desapareció y tan pronto como pudo deducir las miradas de su madre y padre estaban sobre ella como si fuesen dos cuervos a la espera de que la víctima diera su último aliento.

—Estoy bien, aquí tratando de comer sin sentirme tan escrutada — algo poco convencional para ellos. El silencio fue parte de toda la velada a partir de su respuesta.

[…]

Las luces de la ciudad reflejada como ráfaga debido a la gran velocidad del auto le hacen sentir como si estuviese a punto de chocar con un gran muro. Derrapa sabiendo que podría buscar un gran problema, decide bajar la velocidad escuchando como su celular anuncia una notificación.

¿Podemos hablar?  Palabras vacías que antes ella solía decir, era momento de alejarse y dejar que su vida se restablezca.

Mira el edificio recordando que hace mucho no habla con su amiga desde que aquel incidente en su antiguo departamento. Una mujer demasiado fría cuando se lo propone, una mujer de palabra. Entra al ascensor notando de que los números pasan lo más lento posible hasta llegar al gran departamento. Mira a su alrededor esperando no encontrar a alguno de los vecinos, baja leyendo las enormes letras del tapete color morado Welcome, lo levanta un poco sacando la pequeña llave.

Solo a ella se le ocurre dejar la copia de la llave aquí.

Un colorido departamento se mantiene cargado de miles de fotografías, quizás paso una tarde demasiada llena de trabajo. Nota la famosa fotografía de ella y su reciente amiga, los polos opuesto como lo nombro aquella tarde de otoño; dos chicas completamente diferentes, mientras ella prefiere lo sencillo, Bridget una extravagante mujer de cabello teñido de rosa. Sonríe al recordar la noche en donde apreció con aquel brillante color.

—Puedo suponer que estas aquí porque has quitado esa tensión del momento.

— Supongo que debo darte puntos por eso, Bridget. Quizás sea necesario tomar aire después de todo— sonríe.




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