Besos Azucarados

Capítulo 8 Una firma de amistad.

La vida es solo una y no es para dejar que los problemas te ahoguen

MIA

Fija la mirada en su propio reflejo que muestras las sombras oscuras alrededor de sus ojos, parte del maquillaje corrido y su ceño fruncido debido al fuerte dolor de cabeza. Toma una gomina tratando de hacer una coleta mientras su estómago prácticamente ruge.

» Esto solo me pasa a mi «

— Definitivamente eso de tratar de olvidar un viejo amor no te va — sonríe tomando algunas fotos. No pensaba entrar a inmiscuirse en problemas ajenos, pero en cuanto supo de todo el alboroto causado mientras ella hacía pérdida de tiempo, era algo que verdaderamente le interesa. — la verdad creo que fue algo estúpido de tu parte cegarte a la primera, te lo dice la voz de la experiencia. No te dejes llevar por un chulo que trate de endulzarte el oído con tanta labia.

Gira sintiendo la ola de burla en todas sus palabras. No podía creer que ella siendo tres años mayor que Verónica, fuese precisamente una inmadura en el sentido de tomar fuertes decisiones.

Toma la pastilla asqueada por la acidez estomacal. Piensa en todas las miradas que pronto estarán fijadas a su entorno por tal bochorno causado hace unas horas atrás. Nunca imagino pasar una segunda prueba del destino.

— Créeme eso de voltear la página es difícil, y tienes razón en cuanto a no dejarse llevar por un “eres bella"— Erika recita mirando el jardín — para muchas mujeres es agobiante decir de la boca para afuera que todo está bien y que de pronto el corazón y el raciocinio diga lo contrario, eh visto eso en muchos casos de mujeres que han sido maltratadas de cualquier manera.

Todas asienten de acuerdo con lo que pronuncia la chica rubia.

— Lo primero que debemos hacer es buscar la manera en que puedas sentirte bien, ese método de ir a fiesta lo que busca es problema, el consejo decide que las fiestas y la bebida es una pérdida de tiempo.

Verónica, Erika y Mia observan a la chica de cabello rosa con mirada crítica, se acercan lentamente dejándola presionada contra la pared.

— ¿Y ahora que les pasa a ustedes? — sujeta su pañuelo.

— Qué curioso primita —sonríe Vero —es realmente curioso escuchar lo que tú has deliberado, la chica que decidió ir a la fiesta es la misma que dice que fue una mala idea, es bueno que sepas ver tus errores.

— Si es bueno, ya sabes, la retrasada se dio cuenta— Erika señala con disimulo.

— Cállate, Úrsula, tengo buenos secretos que contar — alza su barbilla en son de pelea.

— Vamos atrévete — la reta — aquí la que sabe de leyes soy yo. No te acerques Vero que a esa niña que se cree diosa la dejo aplastada con sus propias palabras...cierto rosa negra

Mia observa como las tres mujeres se retan, se sigue preguntando como un tema delicado se fue a otro y luego como fue que tres mujeres de pronto se jalaran de las greñas.

» Diosito permíteme salir viva de esto.

—Yo digo....

— ¡Cállate! — se aleja rápidamente al recibir las miradas de las chicas

— Saben están asustando a la nueva. Ustedes deben comportarse como adultas que son, no puedo creer...

— ¡Ja!, lo dice la niña que se fue de casa por un corazón roto.

— Cállate Bri la desesperada — Verónica se acerca a ella —no sabes nada. Y tú Erika no te creas la santa que aquí todas sabemos qué haces por las noches.

— Eres una...

Se sienta mirando al piso tratando de encontrar una manera de no salir golpeada en el asunto familiar, realmente todo le parecía gracioso.

— Es curioso ver como tres gatas se dan zarpazos.

Siente la presencia de alguien más, levanta la mirada recibiendo la sonrisa de una mujer desconocida. La señora se sienta a su lado flexionando sus brazos y apoyando la barbilla en sus manos.

— Desde pequeñas hacen esa misma gracia— la mujer suspira — es peligroso que entre ellas se cuenten sus secretos, en el momento en que salgan sus diferencias sus armas a tomar son sus propios errores, es su manera de lastimarse —zarandea su diestra mirando fijamente la pelea — aunque las veas así son muy unidas, ninguna se atreve a pegar primero.

Asiente observando como cada una se dicen cosas sin pasar su propia línea.

— Cuánto suele durar sus peleas. — se levanta mirando el jardín.

— Se acaba cuando alguien les da sus jalones de oreja.

Observa como la mujer camina con gran estilo hasta quedar siendo parte del revuelo y luego tomar a Verónica por su oreja izquierda y sacarla del círculo de pelea, observa como los dos contrincantes que quedan se tapan sus orejas. Carcajea atrayendo la atención de todas.

— Es curioso ver a tres mujeres caer rendidas ante otra mujer — se tira al piso riendo.

— No dirías lo mismo si recibes un jalón de Bárbara la diabla.

Escruta a la mujer de cabello enmarañado de color rojo, ojos verdes y de baja estatura. Sigue sonriendo al notar que sus tres amigas prácticamente tocan el cielo y que simplemente una mujer desconocida y que por sus cálculos no mide más de un metro sesenta y cinco, las domina como si fuese un vaquero.

Se levanta y camina hasta donde está la mujer desconocida.

— Soy Mia — estira su diestra.

— Soy Bárbara, la madre de esta loca sin sentido.

Mira fijamente a Verónica y a Bárbara negando. Escucha las risas de las otras dos aludidas.

— Aunque no nos parecemos debes creer que esta mujer es mi madre, lo único que pude lograr de ella fue sus ojos — bufa

— Y su rebeldia — musitan las otras dos chicas.

— Respeta soy tu madre. Solo me desaparezco un par de meses y cuando vuelvo me encuentro con muchas cosas, primero que mi sobrino vuelve, segundo que hay una nueva inquilina y tercero que mis hijos y mis sobrinas están en sus locuras — revolotea sus ojos — pronto esta casa será un circo, solo eso me falta.




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