Besos Azucarados

CAPÍTULO 12. Un juego más

 

Creo que eres para mí, lo siento en nuestra energía, nos veo escritos en las estrellas, así que vamos a hacerlo ahora o nunca.

Tantea las diversas telas, observas los perfumes y maquillajes, fue una buena idea de que las chicas organizaran una salida a lo que podría llamarse un pequeño mall improvisado por los lugareños del pueblo. Realiza un leve escaneo del lugar encontrando una callejuela, diferentes recintos y un parque.

Sin duda alguna el pueblo era de ensueño, un lugar alejado de la contaminación y de las grandes ciudades.

— Es muy hermoso— sigue mirando algunas blusas mientras a un par de pasos Verónica levanta al aire dos conjuntos de ropa interior. —¿Qué haces?

— No te dejes llevar por el encanto del pueblo. ¿Cuál prefieres? El azul rey o el azul mar.

— Es extraño que hagas eso, todos nos miran a través de las ventanas, joder Vero baja eso ya — sonríe a notar que la chica por maldad empieza a estirar la fina tela, camina hacia ella y empieza a medir la tanga.

— Aleja eso de mí. Debería darte vergüenza.

— ¿Vergüenza? Eso no existe en el vocabulario de Vero, además creo que esa tanga, si esa— señala la de color azul rey mientras la chica de cabello negro señala — ese color te queda, podrías modelarlo y causar que muchos campamentos empiecen a ascender.

Abre sus ojos provocando que sus dos nuevas amigas empiecen a reír llamando la atención de un par de trabajadoras.

— Para ser toda una profesional en derechos tienes unos pensamientos libidinosos en cada cosa, y dejen de hablar que tanga es la mejor para mí.

— Acéptalo la tanga color azul rey es más bonito— alude Vero

— Para mí los dos me parecen iguales y no pienso ponerme eso, es como decir que llevo ropa puesta sabiendo que se me ve hasta el mapamundi.

Se aleja observando como las dos mujeres dejan caer el conjunto en el cesto de compras, niega una y otra vez quedando en cuenta que aquellas dos chicas con su amiga Bri son una bomba capaz de destruir con tan solo un par de comentarios.

Mira hacia todos lados buscando un color brillante andante, saca su celular y bufa al no ver siquiera una notificación de Facebook o alguna otra aplicación. Sale de la tienda dispuesta a perderse una vez más en un lugar que no conoce.

Nota que hay muchas cafeterías, sin embargo, cada una de ellas tiene algo diferente, una estantería de libros, original para alguien emprendedor. Sigue su camino creyendo que en algún momento llegara al final como si todo fuese parte de una cajita de juegos.

—  Donde esta mujer de cabello rosa chillón— envía un mensaje— jodido el momento en que te desapareciste. Ya estoy a punto de cantar buscando huellas a ver si te encuentro pedazo de fotógrafa.

Entra por el sendero del parque siguiendo la única dirección logrando escuchar a un grupo de jóvenes hablar sobre una heladería que está situada al final del parque.

— Ya te encontré puerca, donde están los dulces revolotea ella— masculla guardando el celular.

Recorre el área sacando una y otra vez la única conexión entre sus nuevas amigas y Bridget. A tan solo un par de pasos un logo en forma de barquillo se presenta con diferentes colores, mientras un muñeco desfila en la acera repartiendo volantes. Corre maldiciendo una décima vez, para justo al lado del muñeco y mira hacia el ventanal pulido del nuevo lugar.

Todo perfecto para una escena icónica, todo en cuestión de segundos. Su celular cae, el hombre que antes parecía un muñeco en forma de helado quita la gran cabeza de felpa y silva, mientras ella solo observa con mirada atónita la escena. Ella y el hombre se miran sin poder creer. Su amiga sentada al lado del hombre rudo que es amigo de Azael, en segundos, un beso, mientras ella y el hombre vestido de helado compiten en quien tendrá la quijada más cerca del suelo, su amiga se levanta y le asesta una bofetada saliendo despavorida del lugar.

La campañilla suena despidiendo, quedando las dos amigas mirándose cara a cara. El hombre que estaba aburrido en su trabajo corre al instante para estar presente en la conversa.

— ! Diablos, señorita ¡— repite el joven.

Las dos chicas miran seria al chico haciendo percatar que estaba de cotilla.

— Lo siento, es que… es que ver tanto drama en un solo lugar, y joder como las dos — para su divague — creen que debería seguir trabajando, ¿cierto? Cierto…bueno pásenla bien, adiós.

Mia bufa evitando reír del momento cómico que ha pasado, abanica su rostro mirando una vez más a su amiga. 

— Solo estábamos conversando en paz— sigue caminando para evitar.

— Si eso es conversar en paz, dime que es conversar con odio. Bridget, ese beso hizo que hasta las señoras mojaran su desierto— sonríe — me tendrás que contar muchas cosas.

— No viste nada, olvídalo todo fue una invención de tu drogada mente — zarandea su mano.

— Nada más falta que te encuentre en otros asuntos y ahí sí que te declaro la amiga loca del año.

— Supongo que las dos tomamos enserio el consejo de tu señora madre— palmea el hombro de Mia.

— Ni que lo digas, creo que las cosas cambiaran. Por ejemplo, que ya no tengo celular.

[…]

Por primera vez en su vida se siente como aquellas señoras del siglo pasado. Toca sus mejillas sintiendo que la vida hace lo que sea por mantenerla en la zona de vergüenza pública.

Una vez más la tanga reluce en el marco de su vida, maldice el minuto de pelea que hubo entre las tres mosqueteras, cada una jalaba el bolso de plástico hasta ver que cada compra volaba por los aires, todo parecía de los más normal hasta que la tanga decide practicar su talla en la cabeza de Jayden.

— Ya decía yo que las tangas algún día volarían hacia mi — toma la fina tela entre sus manos — sé que soy irresistible, pero por ahora prefiero estar en calma, ya saben chicas soy un hombre de oscuro pasado.




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