Besos Azucarados

CAPÍTULO 31 LA DESPEDIDA DE SOLTERA

La locura a veces debe ser parte de la vida…

Después de aquella revelación los días fueron iguales que siempre, el mismo simulacro de siempre, las mismas preocupaciones, sus encuentros con Azael, reunión familiar con las ocurrencias de Frank y las gemelas, los múltiples chismes de la abuela y la rivalidad sin fin con Megan. Todo era tan repetitivo al punto de ver la estancia y los vestidos de boda como una gran relajación.

Podía observar como dos pares de manos se convertían en miles revoloteando alrededor de Erika, quien se ha mantenido reacia y lejana durante las semanas pasadas, algo que tal vez los demás no podían percibir, pero de alguna u otra forma quería ayudarla. El patio se mantenía completamente decorado resguardado  debajo de una gran carpa blanca, mientras en aquel cuarto todos los modelos de los vestidos pasaban de segundo a segundo en la figura esbelta de Erika. 

 — Siento que esto te incomode — siente una mano palmeando su espalda. Observa a la chica del cabello rosa suspirar — todo esto causa fatiga.

— Es una mierda — recita Veronica 

— Podrían solamente guardarse sus jodidos comentarios — La señora Barbara sisea — Vero mi amor, deberías pensar en algún día casarte.

— Eso solo lo piensan las princesitas, algo que no soy — señala a Erika.

— La verdad ya no es algo que incomode — sonríe ante Bridget — todos me parecen hermosos — tantea las suaves telas color blanco.

— Deberías medirte uno, Mia — en la pequeña plataforma enfundada en un vestido corte sirena, la anfitriona de la boda recita. — Deberían todas meterse en todas estas  telas que le dan sentido a una “nupcia”

— A esta le patina el coco, ni creas que me adentraré en esa cosa — Veronica rechista.

_____

El clic de la cámara no deja de sonar, mientras Barbara se burla de su hija que apura la sesión de fotos que la matriarca de la casa, Rose permitió dar. Observa a todas divertirse enfundadas en un vestido, era una escena tan irreal, pronto a la celebración se unieron Megan, la abuela y las gemelas.

— ¡Hoy es noche de honor! — Bridget grita ansiosa de ser la anfitriona de la despedida de soltera de su prima.

— Hubiera preferido una noche amena entre todas aquí en casa — Recita observando a sus amigas, tratando de sonar convincente. Sabe que su amiga desde los cuatro años que lleva conociendo todo de ella, algo le dice que sus conceptos de fiesta son un gran problema.

— ¡No!Es la noche de Erika y yo hice la fiesta con amor.— ve a la chica eufórica.

— Esta bien chicas no se peleen, creo que necesito un poco de calle para quitarme tanta cursilería de encima. — menciona quitando el vestido escogido — debo relajarme un poco, es momento en que todas se quiten las preciadas telas…

— Esto se saldrá de control — Megan presiona su mano en su cintura, mientras sonríe. 

[...]

Se sienta a horcajadas abrazando rápidamente a Azael, muerde sus labios nerviosa de que alguien los pueda ver. Escruta notando un pequeño ápice de asombro en su rostro, sonríe acercando su cara al punto de poder tomar entre sus labios el sabor mentolado de su novio. Muestra la urgencia de haberlo extrañado durante la mañana; siente como sus brazos se enredan en su cintura ejerciendo presión en su zona íntima. A pesar de que su primer encuentro casi sexual fue interrumpido resultó ser la puerta de la excitación y aquella tensión entre los dos.  

Sigue besando acariciando su sedoso cabello mientras su amado abandona su cintura explorando sus piernas. Durante las semanas que han pasado su relación ha aumentado al punto de tomar sus encuentros como una pequeña jugarreta entre los dos, se permiten explorar sus cuerpos sin embargo se niegan a terminar su juego en medio del bosque. Sus noches han sido acompañada de chiste, toqueteos, palabras cursis, pero aún existen miedos sabiendo que existe la oportunidad de tomarse uno del otro en aquel cuarto.

Aunque se haya esforzado en ocultar sus nervios de entregarse a alguien más, sabe que Azael sabe más de lo que ella quiere transmitir, no obstante, él no ha hecho preguntas después de parar todo aquellos que comienzan con un par de besos.

— ¿Esto es como una disculpa de que vas a ver hombres? 

— ¿Eh? 

— Sé las intenciones de la sinvergüenza de Bridget — enarca una ceja — aunque me pone celoso, no puedo evitar que salgas, a menos que quiera quedarse acurrucada a mi lado — la observa.  

— No creo que sea capaz de llevarnos a un lugar así, confío en ella.

[...]

Mil veces joder… El lugar completamente llamativo les da la bienvenida, todas entran, mientras ella le reza a todos los santos no cometer alguna locura que sea sumado a su libro de vergüenza. Esto me dice deja vú, señor que está en los cielos, por favor perdona mis pecados.

— ¡Odio ser el centro de atención, pero ese elefante me llama!— grita Bridget señalando al hombre que está prácticamente desnudo con un boxer en forma de elefante. La observa desaparecer de la mano de Megan persiguiendo al chico moreno con un gran dote detrás de aquel inusual elefante.




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