Besos Azucarados

CAPÍTULO 36 ÚLTIMO ALIENTO

 

Aunque los sueños parecen imposibles y veas la felicidad lejos, recuerda que lo que parece imposible, puede llegar a ser posible.

MIA 

Aun sus manos se encuentran ensangrentadas, la desesperación latente en su cuerpo y cada unos de los recuerdos del ataque como si fuesen fotografías pasan por su cabeza una y otra vez; Los disparos, luego a Azael recibir un proyectil, Megan completamente inconsciente, sangre por todos lados. Hace unos minutos atrás pudo apreciar como una  madre gritaba por la vida de su hijo, Sebastian y todos los demás tuvieron que llevar a Rose completamente inconsciente a un cuarto del hospital. La culpabilidad abraza su espalda, debió hacer algo y no quedar presa del miedo, debió hacerle caso a su amiga, quien ahora no ha parado de llorar. Creo que siempre he sido un desastre, piensa mientras trata de reprimir sus lágrimas.

— Mi niña —  siente las manos de su madre —  no eres culpable de todo esto, el único que merece pagar las consecuencia de todo es aquel hombre.

No tenía fuerzas para responder o siquiera dirigir la mirada a las personas, ha estado atenta a las puertas a la espera de una noticia. Desde que ha llegado le han insistido en ir a cambiarse, sin embargo, su alma y su sentido de culpa le impide moverse. Sentía tanto enojo al punto de querer arrasar con todo, las lágrimas vuelven al saber que sospechó que algo malo podía pasar y no hizo absolutamente nada para impedirlo. Observa un pequeño niño abrazado a una señora, no se había dado cuenta de su presencia, pero ver el rostro de aquel niño le hace recordar a Megan.

Aún no ha recibido información sobre ella, no obstante no quiere saber nada que tenga que ver con ella. Una mujer que fue más sigilosa que una serpiente fue capaz de enredarse en la mente de todos, mostró un lado completamente diferente a lo que es en realidad; no es capaz de odiarla, pero es difícil volver a confiar en alguien que ha provocado demasiado dolor en una familia entera.

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— Doctora ¿cómo está mi hijo? — Mia observa mientras mira al doctora quien mira a alguien más allá de la madre de Azael. Hace unos minutos atrás la señora Rose pudo calmar los nervios, ve a Sebastian tomar la mano de esposa esperando un veredicto.

— Aún no tenemos reporte de su hijo — ve a la chica mirar a la señora con comprensión — traigo noticias sobre la señorita Megan y necesito…

— Esa Zorra — escucha que Erika sisea.

— ¿Dijo Megan, señorita? — todos escrutan a la señora que carga al niño que había visto hace una hora atrás.

— Sí, señora. ¿Son sus familiares? 

— Soy la niñera de su hijo…ella no tiene a nadie más  — asombrados en silencio ven a la señora dirigirse detrás de la enfermera, quien le ha hecho un ademán para conversar en privado. 

— ¡Oh! quien sabría que esa serpiente tendría un angelito escondido, por eso que ese niño se me hacía parecido a ella — escucha a Bridget, al parecer todos habían notado esa similitud.

Sin perder el seguimiento de todo observa atenta a los gestos de la señora y la enfermera, ve a la señora asombrada y romper en llanto mientras que el niño observa confundido, la doctora mira atenta y luego la observa, ante la sorpresa de ser observada por la doctora muestra interés en el pequeño mural informativo. 

Ante sus ojos la chica se presenta — ¿Es usted la señorita Mia? — sin saber qué articular y notar que todos prestan atención a su conversa solo queda asentir. — Puede venir conmigo.

Ante la confusión de todos se dispone a seguir a la doctora quedando inmediatamente a la par de la señora desconocida y el niño. Pronto las grandes puertas son abiertas y el silencio nuevamente golpea a su alrededor, la noche en el hospital siempre lo ha pensado como algo tétrico y triste, pensamiento que no puede refutar. Nota como han llegado a una zona de cuartos, las ventanas de cristal muestran el verdadero dolor del alma, algo que por miles de sentimientos encontrado no se atreve a observar, sin embargo un cuerpo opaco y abrazado por mantas blancas llama su atención.

— Señorita, puede seguirme, antes de dirigirla al lugar debe equiparse y desinfectarse.

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Había pensado que fue parte de su imaginación, que tal vez sus miedos estaban mostrando parte de su enojo, no obstante, ahí está postrada, piel pálida, rostro completamente demacrado y labios azulados. Hace unos minutos la señora Rubí, como escuchó, salió del cuarto completamente devastada, el niño confundido ante la situación abrazaba y repartía besos en el rostro de la señora.

Sin saber el por qué fue llamada a ese lugar, confundida y triste al ver a Megan postrada sin fuerzas  mirándola fijamente, su estómago se comprime y sus lágrimas se amontonan esperando a que explote. 

— Sé que debes estar enojada — escucha el susurro forzado de Megan.

— No puedo mentirte, pero no te odio — se acerca sentándose a su lado. Viendo su esfuerzo por respirar, mientras se cambiaba Rubí le informó que Megan se encuentra muy grave, lamentablemente una bala ha perforado un pulmón, sin embargo como toda luchadora ha sido capaz de mantenerse en pie, pero la doctora ha dado una mala noticia.  

— Supongo que ya debes saber que me queda poco tiempo — la ve sonreir — es triste saber que no llegué a mi meta.




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