Besos de Sangre

Capítulo 1: El Desembarco

Lo recuerdo como si hubiese sido ayer, aunque han pasado más de quinientos años.
Aquel día, el mar trajo algo más que peces, corales y espuma. Trajo destino.

Estábamos reunidos en la playa cuando la silueta del barco se dibujó en el horizonte. Era enorme, imponente, con velas hinchadas por un viento extranjero y madera crujiente que parecía gemir con cada ola. Jamás habíamos visto algo igual. Los hombres que descendieron de él eran pálidos, altos, cubiertos con ropas extrañas que brillaban al sol. Sus palabras eran como cantos rotos, incomprensibles, pero no agresivos. Hablaban una lengua que danzaba en el aire como un hechizo.
Aun así, no les temimos. Los recibimos como se recibe a los regalos del mar.

Nuestra tribu creía que el mar era un dios que ofrecía lo que se necesitaba y reclamaba lo que le pertenecía. Era nuestro alimento, nuestro guía y, a veces, nuestro verdugo. Mi padre, el cacique Yalúk, era sabio. Dijo que esos hombres no eran enemigos, sino mensajeros de las aguas profundas. Los acogimos con respeto.

Yo llevaba un collar de conchas blancas esa noche. La luz de la luna jugaba con mi piel morena, y mis ojos, según decía mi madre, brillaban como los del jaguar. Me sentía observada, como si una fuerza invisible me rodeara. Y entonces lo vi.

Estaba un poco apartado del resto. Un hombre vestido de negro, con el rostro afilado y unos ojos que parecían hechos de sombra y hielo al mismo tiempo. No dijo una palabra. Solo me miró.
Y esa mirada… me desnudó el alma.

No sabía entonces que mi vida cambiaría tanto o que incluso otra comenzaría.



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En el texto hay: vampiros, , romance

Editado: 12.05.2025

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