Besos de Sangre

Capítulo 56: Por primera vez sin miedo

Volvimos a casa empapados, riéndonos como adolescentes.

Mis pies descalzos dejaban huellas sobre el mármol. Mathis traía su camisa en la mano, el cabello chorreando sal y luna. Y yo… no podía dejar de mirarlo.

Se sacudía la cabeza, riendo aún, cuando nuestras miradas se cruzaron en la sala.

Y todo se detuvo.

El aire cambió.
El cuerpo respondió antes que el pensamiento.

Dimos un paso. Luego otro.

Sus dedos se cerraron sobre los míos.
Mi piel reaccionó al calor de la suya.
Y el deseo, el de verdad, el que no nace solo del cuerpo sino del alma, se encendió entre nosotros como fuego antiguo.

Lo besé. Esta vez sin temor.
Él respondió como si hubiera esperado siglos.
Y tal vez… así era.

Su cuerpo era todo lo que había querido olvidar, y todo lo que necesitaba recordar.

Nos desnudamos sin apuro, como si con cada prenda que caía, también se cayera un pedazo de pasado.
Yo le acaricié la espalda, el pecho, la nuca.
Él me besó los hombros, la clavícula, los labios con hambre suave.

El deseo de su sangre se alzó como una ola silenciosa en mi garganta… cerré los ojos con fuerza queriendo alejar la sed. Pero Mathis lo notó enseguida.

- Está bien Nara, muérdeme

- Que? Estas loco? - Le grité, apartándome.
- No puedo, y si no puedo detenerme?
- Confío en ti
- Mathis no estas pensando con claridad
- Estoy pensando con más claridad que nunca, se lo quiero y lo que estoy dispuesto a hacer por ti, por nosotros.

Me acarició la mejilla y me besó, yo le respondí el beso y la llama se volvió a encender, mis ojos y mi piel ardían de deseo y sentía su cuerpo temblando debajo del mío.
Le agarre la muñeca suavemente, saque mis colmillos y los clave lentamente en su piel, la sangre brotó en mi boca y yo la recibí agradecida, mmmm su sangre, la sangre de mi Mathis era deliciosa, dulce y salada a la vez, bebí con fuerza y el deseo estalló en mi interior pero no fue más fuerte que mi amor por él.

Lo prometí.
Lo juré.

Y esta vez, gané.

Cerré los ojos, me dejé llevar.
Sentí sus manos explorando mis costillas, sus caderas acercándose con reverencia, su aliento temblando sobre mi cuello.

—¿Estás segura? —murmuró. Sin miedo en mi oído

—Te deseo tanto Mathis, eres exquisito, delicioso.

Y entonces lo hicimos.

Hicimos el amor.

No como los humanos, ni como los vampiros.

Como dos almas que por fin se encontraron.

Fue lento. Fue profundo. Fue tan delicado que por momentos sentí que el mundo se borraba y solo quedábamos nosotros, entre sábanas húmedas, jadeos bajos y suspiros retenidos.

Hubo mordidas, si, pero nada profundas.
No hubo sangre derramada
Solo piel.
Y verdad.

Y al final, cuando me quedó pequeña la eternidad,
y él me miró como si hubiera encontrado un tesoro bajo el agua…

supe que no era un milagro.

Era amor.

Y no pensaba perderlo.



#1315 en Fantasía
#766 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros, , romance

Editado: 12.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.