Besos Hambrientos

Vestigios del pasado

Vestigios del pasado

 

 

¿Has experimentado que se detiene el tiempo? Yo sí. Y sucede cuando piensas que la vida, al menos una vez, se está encaminando por el camino correcto.

Aún podía escuchar a mi padre feliz gritando desde su habitación que empacara todo, que volveríamos nuestra casa. A pesar de que él soñaba con manejar la empresa en donde estábamos, la noticia de que sería el nuevo gerente de la filial en nuestro país le cayó como una bomba. Una buena. Una que al estallar arroja flores alrededor.

Con el dolor del alma, pero con mucha alegría en el corazón, me despedí de mis amigos para empacar mis maletas. Apenas había iniciado el semestre y los libros estaban sin abrir sobre mi escritorio. Tuve que venderlos a mi mejor amigo que resultaba ser el hijo de una familia muy amiga nuestra que también tuvo que abandonar nuestro país para mudarse allá. Él me dijo que todo el grupo extrañaría nuestras ocurrencias. La última noche estaba guardando los libros que llevaría conmigo cuando uno resbaló de la estantería rebotando en mi escritorio y cayendo en la alfombra.

Bajé de la silla sobre la que estaba de pie para recogerlo, cuando lo hice, de entre sus hojas cayó una nota.

‘Dime qué hacer para que te vayas de mí, para que desaparezca este sentimiento de mi pecho.’

No pude evitar suspirar y rememorar el momento en que lo escribí. Era navidad de mi primer semestre en la universidad y él estaba sentado a unos metros de mí contando a René como serían sus vacaciones de Navidad. Él era de Alemania, de un pueblo pequeño y casi no podía creer cuanta emoción guardaban sus ojos al hablar de la nieve. Sonreí sólo al escucharlo decir eso, fue ahí una de las primeras veces en que nuestras miradas se cruzaron y no pude no responder a eso con una sonrisa involuntaria.

Era eso, todo lo empecé a sentir por él fue involuntario. Sólo estaba ahí, floreciendo. Un día simplemente me di cuenta de que lo miraba diferente, no era el típico chico bonito que te coquetea, no, era mucho más que eso. Fue su personalidad, su modo de cambiar de introvertido a extrovertido con las personas correctas que… me gustó.

Simplemente así.

Esa navidad decidí que me gustaba. Más no podía aspirar a algo más que ser su amiga y a mirarlo en clases, al menos en las que estábamos juntos.

A estas alturas probablemente debo aclarar dos puntos:

  1. Me gusta la geografía, y;
  2. Me gusta un chico al que no le gusto.

Esperaba que al menos, con el paso del tiempo se me olvide porque obviamente fui una tonta por gustar de él de esa forma, él no me dio alas. Creí que él ya ni siquiera estaba en la universidad. Y todo esto nos lleva a ese momento en el que te das cuenta que errabas en muchas cosas.

Él seguía ahí.

Y estaba de pie junto a mí.

—Hola — salió de sus labios al fijar sus ojos en mí.

Soy consciente del congelamiento que sufríamos los dos por la impresión. Es claro, más en él que en mí, que no esperaba verme. Menos el primer día. Menos en esa clase.

—Hola — sonreí de lado.

No sabía qué hacer. ¿Cómo puedes ver a la persona que fue tu crush después de tanto tiempo y no sentir, al menos, algo de nostalgia? ¿Cómo evitar sentir todo ese nerviosismo recorrer tu cuerpo? ¡¿Cómo?! Si nadie te prepara para eso, no al menos en práctica, porque en teorías, existen un sinfín de consejos que te dicen tus amigos.

Traté de prepararme para ese momento viviendo en la negación. Más ahí, con él de pie a pocos pasos, sólo quería estar prendida de su mirada y tratar de descifrar qué era lo que pasaba por su mente en ese instante. ¿Se acuerda de mí? ¿Está feliz o acaso el silencio abrupto en la sala es porque me olvidó y trata de encontrar en su memoria dónde me ha visto?

Todos mis miedos y esperanzas se entrelazaron entre sí porque mi sonrisa desapareció tan pronto como respondí su hola. Pronto todo se convirtió en sólo miedo, más al ver su ceño fruncido mientras tomaba la silla y la hacía para atrás y se sentaba, todo sin desprender sus ojos de mí.

Sentí que tendría que gritar preguntando qué le pasaba o porque me miraba así. Pero mi mente estaba en blanco, estaba tan enfocada en él y en su reacción que olvidé que Raúl estaba en el aula con nosotros.

Tenía a mis dedos jugando entre ellos, nerviosos, esperando alguna reacción de él.

Se acomodó en su silla haciéndose para atrás y… ¿contemplándome mejor? Sentía que iba a desmayarme por los segundos que pasaron que se sintieron como una eternidad. ¿Por qué el tiempo transcurre tan lento cuando vives situaciones de riesgo como esas? Nunca abra explicación.

Tal vez es un truco que te juega tu cerebro liberando algún químico que te hace hiperventilar y dejas de sentir que tienes cuerpo y sólo quieres salir corriendo. Tal vez es un mecanismo de defensa que utilizábamos cuando sentimos que hay peligro como algunos animales que fingen estar muertos. No lo sé.




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