Besos Hambrientos

Enojos

Enojos

 

 

Eitan

¿Dormir? ¿Quién duerme a penas a dos horas de levantarse para ir al trabajo? Yo.

Debí culpar de mi insomnio a los exámenes próximos, pero inconscientemente sabía que no era la razón. Era esa respuesta a mi comentario en su publicación. Había olvidado que teníamos cosas en común. Había olvidado mis conversaciones con ella. Caroline había sido una chica muy dulce al compartir conmigo sus dudas sobre muchos temas.

Al principio no teníamos buena comunicación, más o menos como sucedía ahora, todo mi avance esos meses con ella dieron un retroceso abismal. Si Carlos me viera sufriendo ahora, diría que soy el mismo de hace dos años cuando le conté de mi conflicto interno. No. Conflicto moral. Y ahí estaba ella para seguirme recordando que existía ese detalle… inclusive diría que había varios detalles. Y yo seguía ahí fingiendo que era normal sentir esos conflictos internos.

Suspiré cerrando mi laptop para leer por millonésima vez su respuesta, sonreí, siempre sus respuestas eran de esa forma: simples. No recordaba que ella hubiera querido seguir en un debate o haciendo preguntas, rara vez era divertida en ellos a pesar que conseguía amigos por eso: por ser divertida y casi transparente. Y ese casi es porque a veces veía en sus ojos algo que la preocupaba. Recordaba que solo vivía con su padre, no me había permitido preguntar qué pasó con su madre, pero me daba una idea.

Carlos dijo, en ese momento, que yo estaba encandilado por saber qué era ella más allá de estudiante y buena amiga. Decía que estaba magnetizado por el misterio que ella representaba, por esas cosas en común que teníamos, y por su belleza de la cual ella parecería no ser consiente. Era muy hermosa, ojos café grandes y expresivos, cabello largo y castaño con naturales rayos un tono más claro. No solía usa mucho maquillaje, y si lo hacía era para resaltar sus ojos.

Eso me gustó siempre de ella, la simpleza, la forma natural de ella. Y tuve la imprudencia de contarle Carlos la cercanía que habíamos tenido en tan solo un par de conversaciones por su red social.

— ¡¿Estás loco?! Esa chica es muy extraña — saltó sorprendido.

—Lo sé. Oculta algo…

—Que no te debe importar, Eitan. No estoy en contra de tener amistades con los alumnos, pero en tu caso, especialmente ella y en la forma en que la miras… - movió la cabeza.

Fruncí el ceño no entendiendo a lo que se refería. —No entiendo.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero — aseguró con mirada severa.

Carlos solo tenía un par de años más que yo, pero estaba casado y su esposa acaba de dar a luz a su segundo hijo. No sabía, ni quería, saber más acerca de cómo se dio su relación, pero sé que fue turbia y problemática, inclusive para concebir a su primer hijo que tenía cinco años.

—No veo nada de malo en entablar una amistad en ella — me crucé de brazos —. Y no comprendo porque dices ‘especialmente ella’ — solté. Algo dentro de mí se había descompuesto por la forma y el tono que uso para referirse a Caroline -. Puedo ser amigo de ella como de cualquier otro alumno.

Ella siempre había sido agradable, callada, amistosa… Carlos aparecía despreciar a la chica. Estaba confundido porque ella era su alumna, inclusive por mucho más tiempo que mía.

—Me refiero a que ella no te mira como un amigo precisamente — arrugó la frente inclinándose hacia mí.

Estábamos en la universidad y no era conveniente que escucharan tremenda estupidez.

—Estás loco — farfullé molesto.

—Eitan, despierta, es una niña y tu su profesor, los dos saldrían perdiendo. Más tu por los caprichos de una niña que quiere una aventura con el profesor joven y guapo. Y por la forma en que hablas de ella, si ninguno de los dos se ha dado cuenta, empiezan a verse de forma diferente.

— ¡¿Diferente?! — casi grité.

—No te enojes —. ¿Qué no qué?

¡Claro que estaba molesto! Caroline no merecía ser catalogada de esa forma. Ella era jovial y bastante graciosa, ¿cómo es que él no lo veía?, sin embargo, era bastante madura también, él no había comprobado, y estaba esos lapsos en los que ella parecía perderse en sus pensamientos en plena clase antes de regresar a su estado normal sonriente. Y era eso a lo que él se refería, ¿Cómo es que nadie más se ha dado cuenta de que ella era diferente?

Esa fue mi primera pelea son Carlos, por ella. Ese mes le siguieron otras discusiones en las que el siempre resaltaba eso: ella estudiante, yo profesor, algo prohibido. Mas él no entendía que no me interesaba ella de esa forma. No lo hacía. Sólo me gsutaba conversar con ella…

Eso provocó que anduviera con mal humor y tratara a mis alumnos de forma diferente, inclusive a ella. Ya no podía verla de la misma forma dulce en la veía, ella buscaba mi mirada y tenía que apartarla cuando sus ojos dabna con los mios, no podía sonreirle. Se que ella lo notó porque dejó de hablarme y de sonreírme excepto para saludar y despedirse. Eso fue la final de semestre. Me partió el alma despedirme de ella con un: cuídate.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.