Theo y yo, logramos llegar justo a tiempo para la siguiente clase. Sin embargo fue una hora muy corta, a lado del sabelotodo, que de vez en cuando me miraba, o me hacía reír con sus ocurrencias.
Al salir, Theo me llevo detrás de los casilleros, y me beso tal vez ese es nuestro lugar especial, a partir de ahora.
—Sabes, me traes como loco—me volvió a besar.
—Tú también me tienes como loca—dije con la voz algo agitada y lo volví a besar.
Es la primera vez que siento mi corazón latiendo con fuerza, casi como si se me fuera salir del pecho. No existe nada más sólo él y yo, es como si estuviéramos en universo paralelo donde nadie nos puede separar.
Mi celular empezó a sonar, así que nos tuvimos que separar, le expliqué que es un mensaje de Sabrina.
Nos vemos una hora en el restaurante, te mando un link con la dirección se llama "The rhythm of food".
Le respondí:
Ahí nos vemos, gracias
Guarde mi celular y él me volvió a besar hasta que bajo a mi cuello, y tuve que decirle:
—Si seguimos así, llegaré tarde al trabajo.
—No me contaste, ¿En dónde van trabajar?—preguntó.
—En un restaurante, de meseras—expliqué.
—Te deseo suerte en tu primer día—me dijo con una sonrisa—te acompañaría, pero le prometí a mi hermana que almorzaría con ella.
—No te preocupes, sabelotodo.
— ¿Algún día me dejarás de decir así?—preguntó
—Entonces te diré mi cosita hermosa—me reí—.
—Prefiero sabelotodo.
Caminamos hasta la salida, antes de despedirnos me abrazó.
—Nos vemos mañana, loca del cabello azul—me besó
—Te quiero sabelotodo.
Él se fue y yo subí a mi moto, me dirigí al restaurante, al principio si me perdí un poco pero finalmente logré llegar.
Sabrina me vio y me abrió la puerta, debido a que todavía no están atendiendo. Cuando llegué vi a una chica rubia, que aparentaba unos 28 años.
—Bienvenidos yo soy Sheila, para los que no me conocen—se presentó—.A partir de ahora, yo voy a dirigirlos y vamos a sacar adelante a este lugar.
Ella se fue por unos segundos y regresó con unas hojas y empezó a leer:
—En primer lugar, quiero que sepan que hay cinco personas dirigiendo la cocina, en segundo lugar como meseros estarán en un mismo equipo y quiero que se conozcan.
—Bueno a Nadine ya lo conozco—dijo Sabrina.
—Eso ya lo sé, quería presentarles a Marcus pero no llega—explicó
No bien terminó de hablar, fue como si lo hubiera llamado con la mente, porque apareció un chico guapísimo en la puerta.
Sheila abrió y cuando lo vimos nos quedamos deslumbradas es guapísimo.
—Chicas el Marcus, ellas son Nadine y Sabrina tus compañeras—nos presentó pero ninguna puede decir nada
— ¿Es tan bien?—preguntó
—Sí, sólo que estábamos pensando en otras cosas—explicó Sabrina.
—Muy bien, éstos son sus uniformes—dijo Sheila y a nosotras dio un vestido que abajo tiene un piano.
Nos fuimos a la parte de atrás, donde hay un tipo de vestidor, donde entramos de en uno en uno para cambiarnos.
—Se ven muy linda señoritas—dijo Marcus.
—Gracias—dijimos sonrojadas.
El restaurante abrió y empezaron a llegar muchas personas, no hay manera de parar nos llaman aquí y allá, sin embargo no me molesta este es un lugar perfecto para trabajar, todo tiene notas musicales a su alrededor y además adoro subir esas gradas de piano que te dirigen al segundo piso.
Tenía tres órdenes corrí a la cocina, debo admitir que hacen la comida con rapidez, lo cual es genial porque tenemos a los clientes felices.
A la hora de la cena, ya no tuvimos tantos clientes, así que cuando terminamos, cerramos el lugar.
—Bien hecho, hoy tuvimos muchas ganancias, así que por hoy pueden descansar, nos vemos mañana a la misma hora—dijo Sheila.
Nos fuimos a cambiar, dejamos los uniformes en el armario que hay dentro del vestidor.
—Me iré a cenar con Drake, voy a ir a casa más tarde—me aviso Sabrina.
Ella se fue con Drake que lo está esperando en el auto, mientas salía choque con Marcus.
—No te vi, lo siento Nadine.
—Tranquilo, Marcus.
— Sabes hay algo que he querido decirte desde que te vi, tu cabello azul es genial—dijo y le sonreí.
—Gracias.
— ¿Nos vamos?—preguntó.
Me abrió la puerta para que pudiera salir y no choquemos más. Al salir él miró la hora y se puso algo frustrado.
— ¿Todo bien?—pregunté.
—No, llegaré tarde a mi cita con mi novia, ¿Tienes auto?—preguntó y negué.
—Pero tengo moto, ¿A dónde vas?— me enseñó la dirección del lugar y resulta que me queda camino a casa. —Sube yo te llevo.